Edurne
Uriarte
Hay tres tipos
de chulearías * en política, y en la vida, que, en general, acaban mal.
La
chulería emanada de las personalidades fuertes y singulares que rompen reglas y
son políticamente incorrectas hasta la provocación allí donde otros optan por
la prudencia.
La
practica Nicolás Sarkozy, por ejemplo, célebre entre otras cosas por las veces
en que se ha enfrentado personalmente a ciudadanos que le han insultado, como a
aquél que se negó a darle la mano con el argumento de que “le ensuciaba” y
Sarkozy le invitó a “desaparecer” con el añadido de “gilipollas”, delante de
las cámaras de televisión…
Hoy
es el día en el que le auguran una derrota en las primarias de la derecha,
sobre todo por la oposición de todos aquellos a los que ha tratado con la misma
chulería dentro de su propio partido.
Después está la
chulería que surge de ideologías y partidos autoritarios que se creen fuera de
las normas democráticas por aquello de pertenecer a la clase social con derecho
a mandar, a los “hijos de los obreros que no pudisteis matar”, que diría
Espinar.
Si
le añades a lo anterior una personalidad narcisista, te sale la chulería de
Espinar que aumenta, además, a medida que se amontonan los datos probatorios de
su escándalo con la vivienda protegida.
“Si
te parece, regalo el piso” le ha llegado a espetar a un
periodista.
Y, en tercer
lugar, está la chulería que surge de la impunidad, del contexto político y
social en el que los chulos de este tipo se creen inmunes a cualquier
consecuencia de sus actos. (1)
Como
Montse Venturós, la alcaldesa ultra de Berga detenida para ir a declarar y que,
como era de esperar, ha mantenido la chulería tras la declaración, con eso de
que ella mantuvo la estilada en el balcón de su ayuntamiento ‘cumpliendo un
mandato popular’.
Por
supuesto también, todo el nacionalismo en tromba más la extrema izquierda
igualmente nacionalista de Podemos han salido en su apoyo.
Por
lo que no se espera en el futuro ninguna matización en la chulería de la
alcaldesa del CUP.
La combinación
de la chulería autoritaria junto a la chulería de la impunidad es destructiva
para el Estado de Derecho. (2)
También
para los propios chulos, incapaces de ver que cualquiera puede pretender
aplicarles a ellos mismos la misma arbitrariedad, abuso de poder e impunidad.
Seguro
que si la medida para aplicar la ley fuera el ‘mandato popular’, la gran
mayoría de españoles enviaría a Espinar y a todos los suyos a su casa y a la
alcaldesa de Berga incluso a la cárcel…
Por mandato
popular,
que diría ella…
…
* Chulería
(dicho insolente).
(1)
En
Argentina CFK, Boudou, Julio De Vido, José López, Daniel Scioli, Alberto Perez,
etc.
(2)
No
caben dudas que los mencionados destruyeron el Estado del Poder Judicial.
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