"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 12 de noviembre de 2016

“¡ES EL SISTEMA, ESTÚPIDO!”

Malú Kikuchi

Donald Trump es el presidente electo de los EE.UU.
Aparentemente, el hecho refleja que lo imposible, es posible.
No es político, no tuvo el respaldo del partido Republicano,
le ganó en las internas a 15 pre candidatos, la mayoría de ellos  políticos fogueados,
le ganó a la prensa, le ganó a las encuestas, le ganó al “establishment” demócrata, le ganó a las elites.
¡Ganó!

Ganó con un discurso duro, violento, chocante.
Prometió cosas imposibles (quizás no lo sean), se dirigió siempre a un electorado predeterminado, que lo votó. Prometió cambiar la política de Washington y limpiarla.
Hizo la campaña típica de un populista latinoamericano.
Hoy, los latinos están asustados y los progresistas preocupados.
¿Cómo gobernará Trump?

El mundo se lo pregunta.
¿Qué hará?
Es imprevisible y sanguíneo, siempre listo para atacar.
Y sin embargo…
El Donald Trump que habló en su primer discurso como presidente electo, fue un Trump feliz, pero sin euforia, sin gestos ni palabras altisonantes.
Habló de unidad y de amor a su país.
Felicitó a su contrincante, a la que había insultado durante toda la campaña.
La elogió por el arduo trabajo de los últimos tiempos.
Un Trump moderado, que intentaba tranquilizar.
Recién al día siguiente, pasadas las 13 hs. (en Argentina), Hillary reconoció su derrota; con un buen discurso.
A su vez, felicitó a Trump y dijo que había que ayudar al presidente electo.

El jueves 10, Obama recibió a Trump y a su gente en la Casa Blanca para empezar a hablar de la transición.
El encuentro duró una hora y media.
Obama desencajado, tomando conciencia de que su “legado” no iba a sobrevivirlo.
Trump parco en palabras, aclarando que se pusieron de acuerdo en algunas cosas y en otras, no.
Probablemente en esas “otras cosas”, nunca se pondrán de acuerdo.

Trump dijo: “Me gustaría recibir sus consejos durante mi presidencia”
y Obama contestó: “Ahora vamos a hacer todo lo posible para ayudarlo a tener éxito, porque si tiene éxito, el país tendrá éxito”.
Mientras, Michelle le mostraba la Casa Blanca a su sucesora Melania, con simpatía y buena voluntad.
En tanto el mundo especula sobre el futuro gobierno de Trump, que las mayorías consideran que será desastroso para todos, Trump se comporta como el futuro presidente de la nación más poderosa del mundo.
Como cualquier otro presidente electo de los EEUU. 
Porque el sistema, cuenta.

Llevan *227 años de sistema democrático ininterrumpido, aún con sus grandes defectos, pero siempre guardaron las formas de la república.
Y las formas hacen a la civilización humana.
Por eso el virulento candidato Trump, es un digno presidente electo, que se atiene al sistema y guarda las formas.
Después, el tiempo dirá. 
Trump no le debe nada al partido republicano que no lo reconoció como propio, sólo tiene compromisos con sus votantes.
El partido republicano tiene mayoría en las dos cámaras.
Se teme que se convierta en un presidente autoritario.
Pero el partido y el sistema, tienen un recurso constitucional para mantenerlo dentro de la ley:
El juicio político que EEUU utiliza cuando lo considera necesario.

De todos modos, esta manera de actuar, tanto de Trump, como de Obama, nos recuerda tristemente la transición y sobre todo la transmisión de mando de Cristina a Macri.
Cristina huyó al Clafate para no entregarle los símbolos del mando, bastón y banda (la marcha de Ituzaingó se la olvidó) al presidente electo.
Se tuvo que recurrir a un presidente por horas (Federico Pinedo, ya vice presidente del senado), para la entrega de símbolos a Macri.
El gesto de Cristina fue inmaduro, pequeño y ruin.
Quizás las diferencias entre EEUU y Argentina se expliquen por el sistema de allá, y la total falta de sistemas de acá.
Los EEUU no son más poderosos por ser más grandes territorialmente, ni por tener más recursos naturales…
Nosotros también tenemos y muchos.
Ni los estadounidenses son más inteligentes que nosotros.
Ellos tienen un sistema a prueba de posibles errores y nosotros no lo tenemos.

En vez de odiar a los EE.UU, mientras corremos a Miami o a Nueva York a hacer compras, incorporemos el sistema a nuestro anti sistema.
Esa es la gran diferencia entre nuestros países, “es el sistema, estúpidos”. 
Y el insulto es para todos nosotros.

P.D.: Hablando de estupidez, hagamos una colecta para regalarle un GPS a la canciller Malcorra.

“Es la economía, estúpido”, frase de James Carville, asesor de la exitosa campaña demócrata de Bill Clinton, en 1992.


*George Washington fue presidente por primera vez en 1789

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