Un
día para festejar..
A
pesar de todo
Por
Christian Sanz / Mendoza Post
¿Cuántos
pueden jactarse de trabajar de aquello que aman hacer?
Más
aún... ¿cuántos pueden vanagloriarse de ejercer como periodistas en un medio
que a uno le permite meter sus narices en lo que le venga en gana?
Soy
un suertudo, lo sé.
Yo
resumo esas condiciones y las celebro cada día, aun cuando muchas veces maldigo
por las cartas documento que recibo, siempre más tolerables que las amenazas
anónimas y ni qué hablar de los juicios que me inician.
Ciertamente,
es parte de la idiosincrasia del periodista de investigación.
Empecé
a ejercer este oficio -el "mejor del mundo", según el maestro Gabriel
García Márquez- hace casi 25 años, siendo mi especialidad "la
gráfica".
Como
casi todos, comencé trabajando ad honorem, haciendo un programa semanal de
radio junto a un par de improvisados colegas.
Lo
financiábamos nosotros mismos.
Éramos
un grupo de perdedores natos.
Le
habíamos puesto "Bajando línea", sin saber qué significaba esa frase
realmente.
"Suena
linda", decíamos a coro en esos días.
Y
quedó.
Pasó
mucho tiempo hasta que pude cobrar algo de dinero por mi desempeño profesional.
De
hecho, mi primera factura me la pagó el siempre vigente -y polémico- Samuel
"Chiche" Gelblung.
Eran
los "macondianos" años 90 y yo estaba a punto de sacar mi primer
libro: "La mafia, la ley y el
poder".
Lo
hice finalmente y me arrepentí:
Nunca he visto
algo tan mal escrito.
Luego
llegó mi segunda obra, esta vez sobre Alfredo Yabrán, luego la tercera, sobre
la muerte de Carlitos Menem, y así sucesivamente, hasta llegar a mi décimo libro,
“Nisman, el hombre que debía morir".
Mucha
agua ha corrido bajo el puente.
Entretanto,
hago de Secretario General de Redacción de diario Mendoza Post, el único independiente de toda la provincia.
¿Qué
más puedo pedir?
Soy
un apasionado del periodismo, una cualidad que ya no abunda demasiado por las
redacciones actuales.
Y
es una pena, porque sin pasión no hay ningún otro motor que pueda impulsar la
maquinaria del hombre de prensa.
La
ausencia de esa virtud termina por jugar en contra de los periodistas, ya que
en muchos casos terminan corrompiéndose con facilidad.
Ello
me permite introducir la segunda cualidad que debe tener un periodista: La honestidad.
Uno
puede escribir mejor o peor, puede trabajar en un medio más grande o más
pequeño, investigar mejor o peor.
Son
cuestiones circunstanciales que se aprenden con el tiempo.
Sin
embargo, la pasión y la honestidad no se aprenden, se nace o no se nace con ellas.
Otro
gran maestro, Ryszard Kapuscinski, solía decir que, "para ejercer el
periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer.
“Buenos
seres humanos".
Y
si acaso no quedaba claro, agregaba: "Las malas personas no pueden ser
buenos periodistas".
Por
eso, jamás un periodista puede salir de una universidad.
En
lo personal, creo que el periodismo no se aprende en ninguna escuela, se
asimila como cualquier otro oficio: trabajando.
Es
una buena reflexión a tener en cuenta en este Día del Periodista, culminando
con las palabras de otro gran maestro de periodistas, el gran Miguel Ángel
Bastenier, otrora subdirector de diario El País de España.
Con
él he tenido copiosas e interminables conversaciones -públicas y privadas-
sobre el oficio de la prensa.
Son
diálogos hermosos que quedaron truncados a fines de abril de 2017, cuando
falleció repentinamente.
La
frase de que más me ha marcado de Bastenier es aquella que puntualiza:
"La
única manera que tiene el periodista de hacer un mundo mejor es haciendo un
periodismo mejor"
Nada
que agregar.
Más
claro, echarle agua..,
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