La
ofensiva del Castro chavismo en América hace imperativo considerar el final de
las dictaduras
Por
Carlos Sánchez Berzain *
Las acciones de
desestabilización de los sistemas y gobiernos democráticos en Colombia,
Argentina, Perú, Ecuador y ahora en Chile, son parte de la ofensiva del Castro
chavismo dirigido por Cuba e integrado con Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Acciones
premeditadas, que con todas sus capacidades criminales operan para
desestabilizar y terminar con los liderazgos democráticos de quienes vinieron
señalando sus delitos, pero no tuvieron la decisión de ponerles fin.
La ofensiva del Castro
chavismo hace imperativo que -en defensa propia y no por interés ajeno o solidaridad- las democracias de las Américas se unan
para considerar el final del oprobio dictatorial en la región.
Los errores en
política se pagan rápida y costosamente y el mayor error es “equivocarse en
la identificación del adversario” o teniéndolo identificado no actuar en
consecuencia.
Parecería
que la extendida propaganda de señalar como “teorías conspirativas” a las
pruebas que muestran a Cuba como el centro de desestabilización, de crimen
organizado, de amenaza para la paz y seguridad de las Américas y jefe de las
dictaduras que instaló en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, tuviera efecto en
destacados estadistas, presidentes, ministros, analistas y personal de
seguridad nacional de países democráticos.
Las dictaduras
de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua han demostrado que son un grupo
dispuesto a cometer todos los crímenes necesarios para permanecer
indefinidamente en el poder, aplicando las técnicas actualizadas de
la dictadura de Cuba.
Las
cuatro dictaduras están en crisis terminales, no tienen viabilidad económica ni
financiera,
están
identificadas como narco estados vinculados al terrorismo,
violan
a diario los derechos humanos para detentar el poder,
la
resistencia interna es creciente y las presiones internacionales importantes,
por lo que aplicando las “probadas técnicas castristas” deben atacar a quienes
consideran sus enemigos.
A
la frase “Venezuela no es Cuba”, le siguió la frase “Nicaragua no es
Venezuela”, aún se escucha “Bolivia no es Venezuela” y “Colombia no es Cuba”,
“Argentina no es Venezuela”, “Ecuador no es...” y en Chile no había una
negación de este tipo porque ni se imaginaba lo que ahora está
pasando.
La agresión
contra las democracias de las Américas es cuestión de sobrevivencia para el Castro
chavismo, ya que el statu quo actual solo conduce a la muerte lenta de las
dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, por lo que
necesitan terminar con los líderes que los señalan, los presionan y que -aunque
cometan el grave error de no hacer mucho para apurar el final de las
dictaduras- son una amenaza porque no colaboran y no los encubren.
Por
eso son sus enemigos Duque, Uribe, Macri, Moreno, Piñera, Bolsonaro, Abdo Benítez,
Trump y otros que continúan tratando
como dignatarios a los Castro/Díaz Canel, Maduro, Morales y Ortega cuando
son los jefes del grupo criminal que se ha propuesto eliminarlos.
En
el estado terminal de debilidad que tiene el Castro chavismo, parece repetir la
estrategia del nazismo a fines de la segunda guerra mundial de la “ofensiva de
las Ardenas” con la que frenaron y casi derrotaron a los aliados.
Una
acción masiva, sorpresiva y extraordinariamente violenta, desesperada pero bien
planificada, en una situación de debilidad terminal, con la intención de derrotar
al enemigo para estabilizar el frente y negociar.
El
nazismo fue derrotado en las Ardenas por la fiera resistencia aliada y
operaciones que permitieron agotar la logística y líneas de suministro nazis,
para luego seguir hasta el final de esa oprobiosa dictadura.
No es posible ni
recomendable pactar con el crimen porque es violar la ley, subvertir el
orden público y sembrar la propia derrota…
No
hay manera de negociar con el Castro chavismo porque la negociación es solo el
mecanismo de obtener ventajas para continuar delinquiendo que tienen estas
dictaduras.
Acciones
políticas y económicas efectivas del conjunto de democracias contra las
dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, pueden evitar más violencia
y el uso de la fuerza (al que las democracias ya han sido arrastradas
defensivamente y en sus propios territorios).
La
ofensiva general del Castro chavismo contra las democracias es una operación de
un grupo debilitado, pero se sostendrá y continuará si las democracias no
consideran el imperativo de que o ponen fin a las dictaduras o continuaran
pagando las consecuencias.
Mientras
tanto la pregunta permanece:
¿Quien
sigue?
*El
autor es abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for
Democracy
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