Por
Jorge Tisi Baña (*)
Otra vez el
peronismo ortodoxo y el marxista se han juntado para hacerse una vez más del
poder.
Otra
vez, como con Cámpora en el ’73, el poder real estará en las manos de alguien
que se ocultará detrás de quien lo ejerza.
Ya
en la década del ‘70 los argentinos enfrentamos un proyecto internacionalista,
alentado entonces por Cuba y la Unión Soviética para transformar a nuestro país
en un satélite marxista desde dónde ir exportando hacia el resto de los países
de América latina la maravillosa revolución cubana.
Cuarenta años
después, otra vez Cuba, Venezuela, Rusia y China se esconden detrás de
oscuros intereses en nuestro país.
Los
“Montoneros” y el peronismo ortodoxo se aliaron por conveniencia para obtener
el poder a través de Cámpora, la marioneta de Perón.
Y
lo lograron, pero a Perón y a la derecha peronista no les gustó el color filo
marxista que estaba tomando el gobierno justicialista, al mismo tiempo que los
“Montoneros” acusaban a Perón de no ser peronista, sino un traidor.
Así
fue, aunque parezca un chiste.
Y entonces, en
su lucha por la conquista del poder unos y otros empezaron a matarse mutuamente.
Esa
profunda fractura dentro del movimiento peronista nos llevó a vivir una década
trágica en la que debimos pagar un elevadísimo costo en vidas de muchos jóvenes
de nuestra generación.
Finalmente
nuestras fuerzas armadas, de las que orgullosamente entonces formé parte,
lograron aniquilar al terrorismo, desbaratar el proyecto marxista e instalar un
período duradero de paz.
Increíblemente
los que vencimos al terrorismo nos convertimos en “genocidas”, y los derrotados (terroristas subversivos)
fueron entronizados en el sagrado altar del imaginario popular como “jóvenes
idealistas” que se enfrentaron valientemente a la dictadura.
No
es el momento de explicar una vez más la enorme falacia que encierra esa
afirmación, pero esa mentira se hizo dogma, se enquistó en la educación y se
hizo ley.
El
peligro ya pasó y ahora la culpa de todo la tienen los militares malos.
Los
argentinos cómodos, los mismos que entonces nos pedían llorando que hiciéramos
algo para librarlos del peligro del terrorismo, una vez conjurado el peligro,
volvieron a su vida normal y desde la tranquilidad de sus hogares gracias a la
paz recuperada, apuntaron su dedo acusador contra los que nos jugamos la vida
en su defensa y en defensa de la nación.
Hoy esos mismos
estúpidos miran sin siquiera darse cuenta como la calesita ha completado su
vuelta y estamos otra vez a punto de caer en el punto de partida.
Pero
muchos argentinos sólo piensan en el asadito del fin de semana y en el fútbol,
mientras miran impertérritos lo que sucede en Venezuela con la certeza de que
eso a nosotros no nos va a suceder.
Porque
nosotros no somos Venezuela, somos vivos y “Dios es argentino”.
Pero
resulta que hace 75 años (casualmente en coincidencia con la llegada del
peronismo al poder), que la Argentina está cíclicamente cayendo siempre en el
mismo pozo.
Y
los terroristas de entonces, ahora “viejos idealistas” se mimetizaron
nuevamente en el peronismo, que lejos de haber asimilado las dolorosas
enseñanzas del pasado, una vez más los recibe fraternalmente en su seno por
conveniencia, con el propósito de hacerse una vez más del poder.
Y
esta vez no necesitan la violencia para lograrlo.
Será
la ciudadanía mansa la que se los otorgue.
Los
borregos elegiremos a un zorro disfrazado de oveja para que conduzca el rebaño
No
sé si Alberto Fernández de Kirchner será otra marioneta como Cámpora, pero si no lo
es y decide plantarse con sus oscilantes convicciones frente a quien lo designó
y le prestó sus votos, el
enfrentamiento será inevitable y llegará más pronto que tarde.
La
otra posibilidad es que Alberto sea la puerta de entrada al poder o “el caballo
de Troya” que lleva escondidos en su interior a Kristina, el “Cuervo” Larroque,
“Wado” de Pedro, Máximo, Kicillof, Zannini, Hebe, la Carlotto, D´Elía, Recalde,
Grabois, Horacio González, Esteche, Zaffaroni, Kunkel, más los presos que saldrán para vengarse.
Van
por la reforma constitucional, una justicia adicta y un régimen totalitario y
desde atrás miran complacientes Raúl Castro, Maduro, Putin y Xi Jinping.
Cuando
hace 30 años cayó el muro de Berlín y nos relajamos.
Pero
resulta que el comunismo, aggiornado, sigue latente en Cuba, Rusia, China y
Corea del Norte, y ahora se expandió a una Venezuela que nunca había imaginado
este final.
Y
todos ellos juntos están buscando consolidar terreno en la Argentina, para
intentar una vez más el proyecto que les fracasó en los ‘70.
Pero
esta vez no tenemos fuerzas armadas que nos saquen las papas del fuego como
aquella vez.
Porque
son minúsculas, porque a pesar de su nombre están desarmadas, porque la misma
Constitución que entonces les exigía defender la existencia del estado ante una
agresión interior, ahora se los prohíbe
expresamente y porque, aprendida la lección, esta vez nadie va a mover un dedo
para pasarse el resto de sus días en prisión como sucede con más de 2.000
viejos camaradas, despreciados, olvidados e ignorados, por aquellos a los que
les regalaron con su sacrificio 37 años de paz.
Estamos
caminando por el borde de la cornisa, y un paso en falso nos puede hacer caer
en una dictadura del estilo venezolano, o empujarnos hacia una guerra civil.
(*)
El autor de la nota es Cnl. retirado
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