¡¡¡CFK robó a mansalva!!!
Por Christian Sanz -29/08/2018
La
mejor defensa, la victimización
Cristina
Kirchner se victimiza, se defiende como puede... y derrapa.
Asegura
que una suerte de conspiración interplanetaria se ha vuelto contra ella, por
sus medidas en favor de los más pobres.
De
esa manera intenta explicar la movida judicial que la tiene a mal traer.
Es
un argumento trillado, casi vetusto y anacrónico, que cae por propio peso en el
preciso momento en el que ex funcionarios que la frecuentaron aportaron
detalles acerca de cómo robó en su paso por la función pública.
¿Cómo
se entendería sino que tipos como José López, Claudio Uberti, Roberto Baratta,
y tantos otros admitan inculparse -e inculparla- si no hubiera algún viso de
realidad en el expediente que llevan adelante el tándem Bonadio/Stornelli?
¿Por
qué reputados empresarios dirían lo que dijeron, que los condenó al ostracismo
para siempre, si no fuera real lo que anotó el chofer Centeno en sus cuadernos?
Nada tendría sentido si la trama no fuera real.
Más
aún: sus propios "compañeros" partidarios, que supieron acompañarla
desde el peronismo, la han "mandado al frente".
Ninguna
conspiración.
La
verdad es mucho más sencilla y lógica:
Cristina
acopió para sí misma millonarios fondos públicos.
En
otras palabras: "Choreó".
No
es casual que, al ser consultada en 2012 por su descomunal patrimonio -en plena
Universidad de Harvard-, apenas haya atinado a mencionar que había amasado esos
fondos como "abogada exitosa".
Es,
como mínimo, curioso: no existe un solo expediente en el que se haya
desempeñado como tal, ni ninguna persona que refiera haber sido defendida por
ella. No obstante, su patrimonio creció 3.540% en solo ocho años, a razón de 26
mil pesos por día.
¿Hace
falta algún otro elemento para terminar de entender la magnitud del latrocinio
cometido por Cristina?
Pareciera
que no.
Baste
mencionar que ella misma parece poco afecta a defenderse.
En
lugar de decir que es "inocente"
-frase que jamás ha pronunciado hasta ahora- decidió subir la apuesta.
Por
un lado, aseguró que no se arrepiente de nada de lo que hizo
-¿Nada de nada, en serio tal soberbia?- ; por
el otro, advirtió que la cartelización de la obra pública no empezó en 2003,
sino mucho antes.
¿No
fue una admisión tácita de la corrupción en su propio gobierno?
No
hay mucho más para decir, apenas recordar, si cabe, aquella frase del escritor
francés Georges Bernanos:
"El
primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva es “el
fin justifica los medios”
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