Usar
su isla privada como aval de su aerolínea
Necker
Island es la propiedad del multimillonario donde Obama aprendió a hacer
‘kitesurf’, Diana de Gales veraneó con sus hijos y donde Kate Winslet se
enamoró de Ned Rocknroll
La pandemia del
coronavirus está teniendo un brutal impacto sobre la salud de los habitantes
del planeta, pero también sobre la economía global.
Lo
saben bien los pequeños negocios, pero también lo están aprendiendo a marchas
forzadas los grandes, sobre todo en sectores completamente paralizados por la
covid-19.
Las
aerolíneas son una de ellas, y Virgin, propiedad del magnate británico Richard
Branson, no se está librando de los problemas.
Branson, magnate
de 69 años que tiene una fortuna estimada en más de 4.000 millones de euros, ha
ofrecido su isla privada como una garantía ante el Gobierno británico para que
le permita conservar empleos y empresas, y para ello pide un préstamo de unos
570 millones de euros con ella como aval.
En
una carta abierta publicada en la página web de Virgin, el británico afirma:
“Haremos
todo lo posible para mantener la línea aérea en marcha, pero necesitaremos el
apoyo del Gobierno para lograrlo frente a la severa incertidumbre que rodea a
los viajes hoy en día y al no saber cuánto tiempo estarán en tierra los
aviones.
Se haría en
forma de un préstamo comercial: no sería dinero gratis y la aerolínea lo
devolvería.
La
realidad de esta crisis sin precedentes es que muchas aerolíneas de todo el
mundo necesitan apoyo gubernamental y muchas ya lo han recibido.
Sin
ella, no habrá competencia y se perderán cientos de miles de empleos más,
además de conexiones críticas y un gran valor económico”.
Además,
Branson se congratula de todos los esfuerzos que hacen él y sus empresas con
organizaciones y varias ONG.
También
agradece que, después de empezar con un solo avión, su aerolínea se haya
convertido en “una competencia real de British Airways” y avisa de que si
llegaran a desaparecer de Australia, sería Qantas quien tendría el monopolio
aéreo en Oceanía.
Además,
afirma
que han invertido “más de 85 millones de euros en el Sistema Nacional de Salud
británico sin llevarnos nada a cambio”.
El
magnate vive en esa misma isla de la que habla: Necker Island.
Se
trasladó a ella en octubre de 2013 para, como él mismo dijo y ha dicho desde
entonces en más de una ocasión —también en esa carta abierta—, no pagar impuestos al Reino Unido.
El
británico compró el lugar, situado en las Islas Vírgenes Británicas, muy cerca
de Puerto Rico, un paraíso fiscal en el Caribe, en los años setenta, cuando
tenía 29 años.
Cuenta
con una mansión con 15 habitaciones, que alquila cada una por unos 17.000 euros
la noche.
Además,
al lado posee Moskito Island, donde pueden alojarse otras 16 personas.
Intentando
anticiparse a las críticas que le iba a suponer exigir ayudas gubernamentales
en un momento tan delicado y cuando él posee una inmensa fortuna, entre las 600
mayores del planeta y entre las 10 primeras del Reino Unido, afirma:
“He
visto muchos comentarios sobre mi patrimonio, pero eso se calcula sobre el
valor de las empresas de Virgin en todo el mundo antes de esta crisis, no como
dinero en efectivo en una cuenta bancaria y listo para retirar".
Sin
embargo, dado su nivel de vida sí que parece que Branson tenga un importante
patrimonio del que disponer, y precisamente Necker es su principal testimonio.
Aunque
inicialmente estaba deshabitada, este dueño de aerolíneas, discográficas y
cafeterías ha invertido sabiamente en ella y, además de convertirla en su
hogar, es un fructífero negocio que aloja a cientos de personas —aquellas que
pueden permitirse sus millonarias tarifas— a lo largo del año.
En
la isla han sucedido todo tipo de peripecias.
Allí
pasó las vacaciones, paseando por sus playas de arena blanca, Diana de Gales y
sus hijos Guillermo y Enrique de Inglaterra en 1990.
Allí
charlaron Branson y el ex primer ministro Tony Blair acerca del medio ambiente.
Allí
celebraron los Beckham su 10º aniversario de bodas.
Allí
aprendió a hacer kitesurf Barack Obama en 2017.
Y
allí vivió Kate Winslet hace casi una década una experiencia que casi le cuesta
la vida.
En
agosto de 2011, la actriz se encontraba pasando unos días de vacaciones allí
con su hijo y su entonces novio, el modelo Louis Dowler, cuando se declaró un
grave incendio provocado por una fuerte tormenta, por un rayo.
El
Grand Hotel de la isla quedó destrozado por el desastre natural, pero Winslet
no solo salió ilesa, sino que ayudó a salvar a la madre de Richard Branson,
Eve, de 90 años.
En
su estancia en la isla, Winslet conoció a Ned Abel Smith, más conocido como Ned
Rocknroll, de entonces 33 años y sobrino de Richard Branson.
La
pareja se casó en diciembre de 2012 en Nueva York ante 12 personas y Leonardo
DiCaprio llevó a la novia del brazo al altar.
Un
año después tuvieron a su primer hijo juntos, Bear Blaze, cuyo nombre se
traduciría por “Oso” y “Llamas”.
Para
no olvidar el fuego de la isla que les unió y que, ahora, podría enfrentarse a
una millonaria hipoteca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario