Por
Darío Lopérfido
Lo
lógico hubiera sido que, en el mensaje grabado a través del cual se anunció que
se endurecen las condiciones de la cuarentena eterna, el Presidente comenzara pidiendo disculpas por todos los errores
cometidos por su gobierno.
La
cuarentena más larga del mundo (cuando el mundo empieza a salir de esta
situación y tantísimos países están ya en situación de normalidad) se debe a la torpeza, politización y al
profundo desprecio por la opinión de los que no pertenecen a su secta.
Cuando
Diego Guelar, ex embajador en China, quiso informar sobre la situación allí, el
ministro de Salud, González García, afirmaba que el virus no llegaría porque
Argentina se encontraba muy lejos.
Mientras
muchos especialistas sostenían que había que testear y mantener el
distanciamiento social, el Presidente explicaba que con bebidas calientes se
combatía al virus y enviaba a su esposa a hacer un Teletón patético que costó
más dinero que la miseria que recaudó.
El
objetivo de la cuarentena era preparar el sistema y fortalecerlo.
Ya
por el 3 de mayo, Adolfo Rubinstein proponía “ampliar los testeos, segmentar
las medidas con criterios geográficos y demográficos, proteger a la población
vulnerable y mantener el distanciamiento social” para ir saliendo de la
cuarentena con éxito.
Estaban
las experiencias internacionales para seguir el ejemplo.
No escucharon a
nadie y no fortalecieron nada.
A
cualquiera que hiciera un aporte por fuera de lo que repetían como zombies (y
que siempre iba cambiando) lo difamaban.
Son
cultores del discurso único que cambia cada dos días.
Ahora nos
enteramos de que hicieron un lugar de internación en Tecnópolis que nunca se
usó y que se trató de “un error de cálculo”.
No
pudieron siquiera organizar un pago a los jubilados y los expusieron a
contagios y a maltrato.
Los
mismo jubilados que ganan menos porque el ajuste de sus haberes se hace por
decreto y por la voluntad dictatorial del Gobierno.
Les pagan menos
que cuando sus haberes se ajustaban por una norma que incluía una “fórmula de
movilidad”.
Esto
se debe a que piensan y gobiernan como señores feudales.
Una
de las cuestiones interesantes de la pandemia fue que se blanqueó lo que muchos
suponíamos:
El
Presidente cree que Moyano es una “persona ejemplar”, y quiere y admira a ese
dictador aspiracional que es el gobernador de Formosa llamado Gildo Insfrán. La
pandemia los encontró trabajando juntos y en plenitud a quienes integran el
sindicato del crimen que se hace llamar peronismo.
Pero no piden
disculpas y se comportan como una patota que odia a un sector de la población.
Sólo
en esa lógica se entiende que se vuelva atrás en la decisión de permitir que
los ciudadanos puedan salir a correr y a hacer ejercicio físico cuando
autoridades sanitarias han afirmado que no existe evidencia acerca de que esa
actividad al aire libre produzca contagios.
Vale
añadir que un sinnúmero de países del mundo recomendaba ese tipo de actividades
durante la pandemia al fortalecer el organismo y mitigar los problemas
psicológicos que acarrean las situaciones de encierro.
Esta
decisión se toma luego de semanas de hostigamiento mediáticos de la militancia
kirchnerista que muestra día a día unos niveles de indigencia intelectual que
deberían ser motivo de estudio.
Lo
grave es que un montón de impresentables hablan tonterías de los “runners”
durante días y los gobernantes toman medidas que van en la lógica de los
idiotas organizados contra la evidencia médica y las experiencias internacionales
exitosas.
La
idiotez es una política de Estado en Argentina.
El
Presidente inició su gestión en la pandemia y, entusiasmado con las encuestas,
tuvo una epifanía galtierista.
Por
aquel entonces, les decía a los niños que le enviaran dibujitos y contestaba
tuits de gente de la farándula.
En la política
hay una relación directa entre lo que dicen las encuestas y la estupidez de los
políticos.
Las encuestas
las pagan ellos y cuando les va muy bien (siempre dura poco) creen que son los
elegidos.
En
Fernández fue muy elocuente.
En
aquellos días de tocar la guitarra y mirar dibujitos creó una dicotomía falsa y
peligrosa: Salud vs. Economía.
Un
Presidente debe ocuparse de todo en un mismo plano.
Esa
afirmación “temeraria”, producto de la borrachera de las encuestas, encuentra hoy su parte oscura.
La
sanidad sigue en peligro porque no fortalecieron el sistema de salud y no
siguieron los ejemplos de países que tuvieron más éxito en la gestión del tema.
Además, se sigue descuidando al personal de salud en términos de seguridad
personal.
Y
en el plano económico, hay datos que
dan miedo.
Según
información del Observatorio de Deuda Social de la UCA, desde el inicio de la crisis hasta fines de mayo se perdieron 860.000
puestos de trabajo (ese número crece día a día).
Calculan,
también, que el 50 por ciento de los argentinos será pobre.
No cuidaron bien
la salud y destrozaron la economía.
Siempre
se supo: para lo único que son buenos
los kirchneristas es para robar.
Esa
es la única especialización que tienen.
En
lo demás hacen agua.
Y
como tienen que justificar su mala praxis en todo inventan enemigos y van
contra eso.
El
tema es que con esta crisis se les nota mucho la metodología. Son como un mago
berreta al que se le ven los trucos.
En su
desesperación y obsesión por seguir con los relatos alocados, los K se llevan
por delante las instituciones y la ley.
CFK
sacó una resolución por un tema vinculado a la empresa Vicentin haciendo
trampa.
Necesitaba
dos tercios de los votos y no los tenía.
Así
y todo la dio por aprobada.
Más
allá de su desprecio por la ley y por la oposición, el daño internacional que hace CFK es enorme.
Quieren
renegociar la deuda con acreedores y estos últimos entretanto ven que el
gobierno argentino expropia empresas y que CFK no respeta las votaciones del
Senado.
El
fanatismo ideológico por sobre el interés del país.
Nadie serio en
el mundo puede confiar en esta gente.
Ya
coparon la justicia, y hacen todo a su alcance para reventar las causas contra
la corrupción y garantizarse la impunidad.
Se dedicaron a
pervertir el poder judicial y ahora van por el poder legislativo.
Las denuncia por
roturas de silo bolsas muestran otra de las caras oscuras del régimen.
No
hay una sola declaración de nadie del gobierno que diga que se está haciendo
para esclarecer estos hechos, que son atentados contra el trabajo de muchos
argentinos.
El
silencio del Gobierno y algunas manifestaciones por parte de comunicadores K de
hace algún tiempo hacen pensar en desidia o complicidad.
Siguen
pensando en la lógica de la 125.
Los
mueve el odio y la venganza.
Argentina tiene
un problema sanitario, un problema económico y un problema moral.
El
problema moral es el kirchnerismo.
Están
mostrando las cartas.
Ya
ni se molestan por disimular.
Y
la crisis los pondrá peores.
El
diagnóstico es claro.
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