Por Christian Sanz
Aníbal Fernández, su inevitable naturaleza mafiosa y el cajón de Herminio Iglesias
Aníbal
Fernández es un prisionero de su propia naturaleza
Como la leyenda
de la rana y el escorpión, que termina matando a la rana… pero también al
escorpión.
Único
en su tipo, el hoy ministro de Seguridad llega a superar sus propios límites a
la hora de avanzar en desaciertos discursivos.
Lo demostró en
las últimas horas, al amenazar de manera velada al dibujante Nik.
Con una
brutalidad pocas veces vista.
Apelando a los
códigos de la mafia.
Casi de manual.
Nada que sorprenda a quien escribe estas líneas, porque lo sufrió en carne propia entre 2003 y 2009, por investigarlo y vincularlo con el delitos del narcotráfico y el crimen organizado.
En
esos días, Aníbal demostró que no tenía ningún tipo de empacho a la hora de
avanzar contra aquellos que se ponían en su camino.
El
ejemplo más claro que el de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina,
quienes terminaron acribillados a balazos poco después de meterse en negocios
que eran del hoy ministro de Seguridad de la Nación.
Pero todo tiene un límite, y este fue la amenaza a Nik.
Que
oficiará en las próximas elecciones como el cajón que prendió fuego Herminio
Iglesias en 1983.
Fue
el hecho que llevó al peronismo a ser derrotado ese mismo año en las elecciones
presidenciales.
Desde
ya que esto es mucho más grave, porque tiene que ver con la seguridad personal
de una persona.
Pero
lo que queda flotando en el aire es exactamente lo mismo, al menos a nivel
político.
Si quiere hacerle un bien al Frente de Todos, Aníbal debería dar un paso al costado.
Sin que nadie se
lo pida.
Pero
no lo hará, porque, como se dijo, es su naturaleza
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