Por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 823)
“Tú crees que me matas, yo creo que te suicidas”. Antonio Porchia
El
Gobierno, claramente debilitado después de la derrota electoral, atribuible en
gran parte a la emperatriz patagónica, continúa sin embargo con su táctica de
no dejar dormir a los argentinos.
No
creo, en absoluto, que la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura de la
bancada oficialista en Diputados,
el
haber dinamitado ese inútil la aprobación del Presupuesto 2022,
el apuro de Alberto Fernández en anunciar un acuerdo con el FMI (desmentido por éste) o sus inspiradas declaraciones durante su inoportuna visita a Vladimir Putin hayan sido actos desconocidos previamente por Cristina Fernández y, menos aún, que constituyan señales de independencia del Meme/Presidente frente a su despótica mandante.
Obviamente,
la renuncia del mínimo hijo bi-presidencial sólo buscó conservar el capital
simbólico que se concentra –cajas estatales mediante- en la organización que,
fundada por su madre en otra encarnación, heredó y dice comandar. De todos
modos, es de resaltar que su decisión de abandonar la jefatura del bloque no se
replicó respecto a su banca de diputado.
Si perdía sus mal
entendidos fueros, se hubiera transformado en blanco móvil de los jueces que lo
investigan por mega-corrupción y lavado de dinero.
Me
centraré ahora en lo sucedido en Moscú que, supongo, debe haber sorprendido al
propio auto percibido zar de la nueva Rusia por la exagerada sumisión de
nuestro mandatario.
Realmente, no
podría ser para menos, toda vez que esta rara mezcla de cachafaz porteño con
motoquero de delivery le ofreció convertir a la Argentina en cabeza de puente
del desembarco ruso en América Latina, explicándole que pretende dejar atrás
la “dependencia” respecto a los Estados Unidos…
Olvidó
cuánto costó a nuestro continente, y a nuestro país en particular, el apoyo que
la ex-URSS brindó a Fidel Castro cuando éste intentó exportar su insurrección a
tantas imaginarias Sierra Maestra durante la “guerra fría”.
La
semana pasada, esta columna previó que Alberto Fernández viajaría a pasar la
gorra ante Putin y Xi Jinping por la fragilidad de la situación de las reservas
del Banco Central, y adelantó que el precio, de obtener alguna ayuda, sería
alto, medido en términos de soberanía.
Pero
no pudo imaginar que los pantalones del Meme/Presidente cayeran tan bajo…
Claro que falta saber qué consiguió a cambio, pero tengo absoluta certeza que no será mucho.
Qué
hará Alberto Fernández en China, donde llegó ayer, todavía es otra incógnita
pero, dado el poderío de ese país y su interés en nuestra infraestructura, las
comunicaciones y las materias primas, seguramente la sodomización a la que se
someterá alegremente será todavía peor.
Tampoco tiene
explicación la siguiente escala de la gira presidencial en Barbados, un
conocido paraíso fiscal.
Todo
podría reducirse, en circunstancias normales, a una charla de borrachos en un
café, pero ese magnicidio albertista se dio en un escenario global pre-bélico
por la crisis de Ucrania, que Putin pretende recuperar para su renacido imperio
y, contemporáneamente, en medio de las arduas negociaciones –por ahora,
fracasadas- con el FMI para obtener algún tipo de facilidades para los
problemas de la deuda y de la escasez de divisas, con vistas a transferirle la
bomba a su sucesor en 2023.
Una alineación
tan fuerte con Rusia, hoy enfrentada a todo el hemisferio occidental,
seguramente desconcertará aún más (ya lo estaban, por las fracturas expuestas
del oficialismo) a los funcionarios del Fondo y condicionará el apoyo de
Estados Unidos, Japón y Alemania en el Directorio del organismo.
De
todas maneras, la pérdida de poder de Cristina Fernández y su asociación
ilícita se puso de manifiesto en la marcha tan organizada que llevó a una piara
importante de delincuentes a protestar contra la Corte Suprema y exigir la
renuncia (o el despido) de sus miembros.
Y
digo esto porque ella no pudo, en sus mejores épocas, avanzar con sus anhelados
proyectos de impunidad, y las recientes amenazas de sus sicarios (Martín Soria
y Juan Martín Mena, Ministro y Secretario de Justicia, respectivamente) a los
cuatro ministros del alto Tribunal no han mejorado en absoluto sus
posibilidades de obtenerla.
La
presencia en el palco de personajes tan repudiados por la sociedad como Amado
Boudou, Hebe de Bonafini, Luis D’Elia, y tantos otros procesados o condenados
por delitos infamantes, sumados a Juan Ramos Padilla, Roberto Baradel, Hugo
Yatzky y Graciana Peñafort, no hizo más
que iluminar con fuertes luces la red de complicidades que cruzan a la banda de
gangsters que accedió al poder central de la mano de Néstor Kirchner.
Una
de las ramas de esa organización criminal, la más dañina, es la que protege a
las redes del narcotráfico, en clara asociación con los grandes carteles internacionales.
Esta
semana sus manejos, sea por una guerra entre vendedores, “dealers”, “capangas”
y “porongas”, o por inexperiencia en el “corte” de la droga, causaron dos
docenas de muertos y la hospitalización de ochenta adictos. Llamó la atención
que sólo veinticuatro horas después fuera detenido el teórico responsable de la
masacre, es decir, quedó probado que todos sabían que este criminal, uno de los
últimos eslabones de la cadena, se encontraba prófugo ¡en su propio domicilio!
Hay
montones de testigos que declaran que los “kioscos” llevan bolsas de dinero,
que los patrulleros policiales recogen en puntos cercanos para elevar luego a
toda la siniestra pirámide política, una verdadera organización mafiosa, que
nos gobierna.
Bs.As.,
5 Feb 22
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