DENGUE E INFLUENZA
Dos palabras ignoradas por Cristina
La Presidenta da buenas noticias sobre el uso de fondos de la ANSES, pero se vaciaron las arcas de la Administración de Programas Especiales.
Por Susana Viau
Hay dos palabras que nunca salieron de la boca de Cristina Fernández. Y en una persona que da discursos dos veces al día, ya es decir bastante: las dos palabras en cuestión son dengue y gripe A.
Justamente las dos que, entre otras enfermedades que regresan (la polio, la tuberculosis, enfermedades sociales, si las hay), amenazan con asolar a la población.
La Presidenta está ocupada en inaugurar, reinaugurar y regar de improbables medidas el tiempo de campaña: está para las buenas noticias en las que se emplean los fondos de la ANSES y por las que vaciaron hasta Noviembre, las arcas del APE:Administración de Programas Especiales (subsidios a problemáticas sanitarias de alta complejidad de las obras sociales)–, dinero aspirado por el Ejecutivo para anuncios preelectorales.
Su ministra de Salud, Graciela Ocaña, licenciada en Ciencias Políticas en la Universidad Kennedy, que es quien tiene la responsabilidad de prevenir, paliar y contener estas dos epidemias, aceptó primero olvidarse de declarar una emergencia y hoy posterga la otra, con un objetivo imaginable y subalterno: La performance electoral del gobierno del que forma parte.
Como en una reproducción del teorema de Baglini, a medida que se agravó la situación y se aproximó el 28 de Junio desaparecieron la ministra, sus secretarios, el comité de crisis y la información.
Ya nadie sabe si tiene o no gripe A H1N1, porque se acabaron los hisopados, ya nadie sabe cuántos la tienen, ya nadie sabe cuántos muertos deben asignársele, ya nadie sabe si el país está igual o por encima de las cifras de la Organización Mundial de la Salud.
Ya nadie sabe, en fin, a qué grupos sociales pertenecen los muertos y los pacientes graves.
Quizás porque estén adscriptos a los más desfavorecidos.
El Ministerio de Salud se ha convertido en el INDEC de la pandemia y las enfermedades transmisibles.
¡Vaya uno a imaginar qué zonas de la Capital y del conurbano son las áreas de la peste!
En cualquier otro lugar del mundo, el Parlamento hubiera interpelado al jefe de Gabinete y a la ministra. Hubiera pedido explicaciones y rendiciones de cuentas.
Que es el rol de la oposición, menos aquí, porque estos males tampoco figuran en su agenda y ya ha aceptado de buen grado que los conminen a “no hacer política” con la vida y la muerte de los ciudadanos.
El silencio marca la mezquindad de esto que se llama la “clase política”.
Y uno se pregunta: Si la política no sirve para esto, ¿para qué sirve, entonces?
Si los ministros de Salud ponen la preservación de su cargo y la obediencia ciega por encima de sus obligaciones incurren en un delito. O en varios: desde el mal desempeño hasta el abandono de persona.
La ministra no sólo no está calificada para la tarea que desempeña: ni siquiera la merece.
Y la Presidenta, ¿qué tal?
¿Se tratará de esto la famosa distribución de la riqueza?
O acaso lo único que queda para repartir son las desgracias.
La respuesta habría que pedírsela a Ramón Carrillo y a Arturo Oñativia.
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NOTA: Y se malgastaron miles de millones de pesos, dólares, euros o rupias, en la campaña electoral adelantada más de 120 días, para ¿lograr un Congreso opositor?
Los diputados y senadores que están (nuestros mantenidos)... ¿para qué es están? Argentina el país más bananero del universo... pero sin bananas
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
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Hace 1 mes
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