Sólo falta festejar Navidad antes del 10 de Diciembre...

Ari Paluch Periodista



Finalmente en la madrugada del jueves, el Gobierno logró superar la primera mitad se su obsesión al lograr en diputados media sanción para su proyecto de Ley de Medios. La prisa gubernamental se vió cabalmente expresada cuando la PresidentA aseguró que no concebía que la propuesta oficial no se convirtiera en ley antes del próximo 10 de diciembre.

Tal como estilan los negociadores voraces, el matrimonio ‘K’ supo partir de una propuesta extrema de máxima instancia para ir cediendo, en la medida que le fuera imprescindible, pequeñas parcelas de un enorme territorio al que no pone en riesgo ninguna de las concesiones otorgadas.

Inicialmente tuvo que abdicar en el capítulo vinculado a las telefónicas y la imposibilidad de estas de proporcionar servicios audiovisuales. Y posteriormente calmó ciertos reclamos no muy airados, con modificaciones poco sustanciales en materia de autoridad de aplicación, que es como se llama pomposamente al organismo que reemplazará al Comfer.

Con respecto a la primera cuestión, es probable que de aquí a poco tiempo las telefónicas puedan ser de la partida en el mundo mediático, una vez que el Congreso trate proyectos vinculados con la Ley de Telecomunicaciones. Y en relación al segundo de los ítems, queda la sensación que los cambios ensayados fueron más útiles para seducir a la volátil centroizquierda que para poner coto al Gobierno a la hora de controlar contenidos y premiar o castigar a las empresas periodísticas.

Es sabido que el apuro y la precisión no se llevan bien. Las desprolijidades basadas en la necesidad de llevarle a la pareja presidencial el ‘trabajito’ terminado, convirtió a la sede legislativa en un mero ámbito de delivery express. El nivel de ansiedad oficial no solo llevó a los mandaderos a cometer irregularidades indisimulables que la oposición denunció enérgicamente, sino que hasta propició un ‘milagro parlamentario’: la admisión realizada por parte del diputado Agustín Rossi acerca de que ciertos apuros y actos desprolijos habían acompañado el tratamiento y posterior votación de la norma.

La urgencia kirchnerista expresada en el anexo del Congreso estrechando toda posibilidad de debate adicional en el plenario de comisiones. Y la excesiva ‘paciencia’ del oficialismo para avalar las demoras a la hora de conseguir el quórum, derivaron en la indignación del núcleo duro de la oposición que optó por retirar más de un centenar de legisladores del debate y, lo que es más novedoso, del escenario de la votación. Esta actitud de los diputados obedeció a lo señalado y a su vez ofició de estrategia puntual de búsqueda de un impacto que de haber optado por quedarse en el recinto, no se hubiera alcanzado.

De cara al Senado queda la sensación que el Gobierno no debería tener grandes inconvenientes para salirse con la suya ya que goza de márgenes confortables de adhesión numérica, la cual en caso de tornarse estrecha puede verse ampliada merced a las modificaciones que el Poder Ejecutivo aún puede hacer a la norma sin cambiarla de forma medular y sin tener que regresarla a la cámara baja.

Más allá de las menciones propias del revés sufrido sobre la posibilidad de recurrir a la justicia, aparece como probable que la oposición no podrá cambiar el curso de los acontecimientos. Y deberá conformarse con forzar algunas dilaciones en función de sumar comisiones en la previa de la votación, para propiciar cambios adicionales que puedan paliar mínimamente la injerencia desmesurada que el gobierno pasa a tener de hecho y de derecho sobre los medios en la Argentina.

Ilusionado con un presunto retorno del ‘viento de cola’ para nuestra economía, y convencido que el parlamento que jura el 10 de diciembre no sesionará hasta fines de marzo y no revisará el proyecto de medios, urgido por otras cuestiones, Néstor Kirchner sueña con su candidatura para 2011 y mientras prepara la reforma política, mira pícaramente el almanaque y fantasea con terminar el año veintiún días antes de tiempo.

¡¡¡Felices Fiestas!!!