"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 8 de noviembre de 2011

El futuro

Se define el futuro como lo venidero,  aquello que vendrá, de ahí el término porvenir.
También como la porción del tiempo donde se encuentran los hechos que están por suceder.

Todavía no llegó.

Según los escolásticos siguiendo a Aristóteles, hay futuro contingente es decir hechos que puede o no acontecer. No se sabe si ocurrirán o no.
El hombre cree poder con el futuro, aunque no sea cierto y el concepto debe aplicarse de una forma o de otra.
Hay dos formas de ver el futuro: desde uno y desde la existencia.

Desde uno, comprende la proyección que le damos a nuestra vida, los planes y ambiciones que pretendemos cumplir.
Uno planifica, lo que va a estudiar, donde trabajar, que conseguir y como relacionarse tanto existencial como sentimentalmente.
También lleva sus deseos y sentires hacia delante y pretende darlos por hecho, como que inexorablemente se deben cumplir, y si no se cumplen siente una frustración y una congoja como si  hubiera fracasado.

Pretende crear un futuro, para sí y para su familia

Aunque es cierto que algunas cosas condicionan lo que vendrá, sobre todo el lugar donde uno se encuentra, la posición social, la forma de relacionarse en la vida y con quienes entabla amistad o cariño.

Pero se debe entender que no es inexorable, y que aquello que se planifica se puede cumplir o no, más allá de nuestras posibilidades y sujetos a tantas relaciones y circunstancias que son imposible de evaluar o de preever.

Desde la existencia el futuro, es aquello que nos viene, lo que las circunstancias nos traen y que escapa a nuestro control.
Uno puede pensar el futuro y lograr cumplir metas que se ha propuesto como una proyección del pasado hacia delante, pero no siempre la vida acompañará a nuestros deseos, inquietudes y pensamientos y muchas veces resultan circunstancias no deseadas o insólitas.

El futuro es un gran enigma, aun para aquellos más metódicos y mejor informados.

Hay dos condiciones que hacen a este enigma, la primera es la gente, las otras personas tienen su capacidad, sus propios deseos, sus pretensiones y sus inquietudes.

La segunda es la existencia en si misma, desde la naturaleza hasta la condición más ínfima de cualquier hecho o situación.

Las tragedias de la naturaleza y aún las que no son tragedias, pero cambian la vida y la situación de todos.

Y hay más: las propias torpezas e imprevisiones pueden condicionar nuestro futuro y el de quienes nos rodean.
Pueden cambiar la situación fáctica en la que nos encontramos y ponernos en una situación impensada o no deseada.

También el decurso de la vida, nuestras enfermedades, nuestras cuitas y las de los que queremos y están cerca.
Las cosas que no entendemos o comprendemos mal y actuamos de tal forma que terminan oponiéndose a lo que buscábamos.

Todo eso forma el futuro, del cual en parte somos responsables, pero en parte no.

Y cómo se debe enfrentar el futuro.

De la mejor manera, es viviendo.

Viviendo una existencia normal, bondadosa, solidaria, afectuosa y procurando crear y sostener la belleza y el bien en nuestros ámbitos.

Con mucha alegría, que es aquella que nos traerá la felicidad.
Porque no hay quien se resista a una sonrisa o a un acto feliz.

Fundamentalmente respetando y aceptando a los otros, a las diferencias a los matices que puedan tener y que escapen a los nuestros.

Entendiendo que la vida es un bien, el bien primero y fundamental y que merece vivirse de la mejor manera posible.

Sosteniendo que es posible ser solidario sin dejar de pensar en uno, que es posible ser feliz buscando la felicidad del otro.

Que es posible vivir bien cuando los otros viven bien.

Aceptando que el futuro se asoma a nuestras vidas de una manera impredecible, extraña, inesperada y a veces alocada.

Pero que debemos buscarlo de la mejor manera posible y vivir en consecuencia...




Elias D. Galati

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