Enemigo de Arabia Saudita. Aliado estratégico de Venezuela y (por carácter transitivo) de Argentina.
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Geopolítica, especial
para JorgeAsísDigital
Geopolítica, especial
para JorgeAsísDigital
Entre las negociaciones en Lausanne y las violencias en Saná y Aden, en Yemen, se debate la actualidad de Irán. Un país cotidianamente incorporado a la agenda política nacional.
Trátase del regalito envenenado que nos deja Venezuela. El aliado estratégico principal de Argentina, en el subcontinente y en el mundo.
Pero Venezuela es aliado estratégico -sobre todo- de Irán. Por carácter transitivo, Irán es también nuestro aliado. Como Rusia y China. Potencias sobredimensionadas que ocupan un rol sustancial en el bartolero cambio geopolítico que se impulsa desde aquí. Y que ni el canciller Timerman, ni La Doctora, aún pueden explicar.
Trátase del regalito envenenado que nos deja Venezuela. El aliado estratégico principal de Argentina, en el subcontinente y en el mundo.
Pero Venezuela es aliado estratégico -sobre todo- de Irán. Por carácter transitivo, Irán es también nuestro aliado. Como Rusia y China. Potencias sobredimensionadas que ocupan un rol sustancial en el bartolero cambio geopolítico que se impulsa desde aquí. Y que ni el canciller Timerman, ni La Doctora, aún pueden explicar.
Un dato fuerte: indica que Argentina -por intermedio siempre de Venezuela- transfirió tecnología nuclear hacia Irán. Por suerte es falso.
No pasó, según nuestras fuentes, del terreno del amague. De tener algún viso superior de realidad, semejante transferencia debería ser tratada en Lausanne. Es el paradisiaco paraje suizo donde Los Cinco Grandes más Uno negocian, hasta hoy, el acuerdo nuclear con la diplomacia persa. Algo mucho más significativo que el mamarracho del Memorandum de Entendimiento que Argentina intentó firmar con Irán, con el pretexto de esclarecer los atentados de 1992 y 1994. Un disparate que motivó, por sus altibajos y derivaciones, el crimen del fiscal Alberto Nisman. Una muerte inútil que naufraga entre querellas de peritos, de competencias judiciales, y que garantizan el ingreso -siempre imponente- en la impunidad. El desorden, como la desprolijidad, fue un objetivo de inteligencia. Tarea cumplida.
No pasó, según nuestras fuentes, del terreno del amague. De tener algún viso superior de realidad, semejante transferencia debería ser tratada en Lausanne. Es el paradisiaco paraje suizo donde Los Cinco Grandes más Uno negocian, hasta hoy, el acuerdo nuclear con la diplomacia persa. Algo mucho más significativo que el mamarracho del Memorandum de Entendimiento que Argentina intentó firmar con Irán, con el pretexto de esclarecer los atentados de 1992 y 1994. Un disparate que motivó, por sus altibajos y derivaciones, el crimen del fiscal Alberto Nisman. Una muerte inútil que naufraga entre querellas de peritos, de competencias judiciales, y que garantizan el ingreso -siempre imponente- en la impunidad. El desorden, como la desprolijidad, fue un objetivo de inteligencia. Tarea cumplida.
El cuento nuclear
Pocos días después del asesinato de Nisman, el portal investigó aquel cuentito de la transferencia de energía nuclear. Pronto se evaluó que se trataba de información poco confiable. Alcanzaba, apenas, para un twit. Como para constar en actas.
De todos modos, el semanario Veja, de Brasil, le brindó confiabilidad y multiplicó el acontecimiento de la transferencia de energía nuclear hacia Irán. Incluso, aquí llegó a ser tratado en las columnas principales del periodismo nada artesanal. Hasta que surgieron los detalles de las cuentas controladas por la señora embajadora Nilda Garré, Seducida y Abandonada. Para algarabía del anticristinismo bobo, en la abundancia de pescado podrido, aparecía Máximo, En el Nombre del Hijo, como titular de una cuenta compartida. Del 2005 y 40 millones de dólares.
Con migajas de criterio elemental, era perceptible la falsedad. Jamás Néstor Kirchner hubiera admitido en 2005 la apertura de una cuenta para Máximo. Implica apenas desconocerlo. No entender la metodología del despojo que se impuso en el país. En 2005 el chico se encargaba, con suerte, de cobrar los alquileres en Río Gallegos. Junto al Bochi. De quien muy poco, hasta hoy, se sabe.
Menos mal que Veja, hasta aquí, no se detuvo en el detalle placentero de la compra del yate. Para regocijo estético de la embajadora. Nunca ampliaremos.
De todos modos, el semanario Veja, de Brasil, le brindó confiabilidad y multiplicó el acontecimiento de la transferencia de energía nuclear hacia Irán. Incluso, aquí llegó a ser tratado en las columnas principales del periodismo nada artesanal. Hasta que surgieron los detalles de las cuentas controladas por la señora embajadora Nilda Garré, Seducida y Abandonada. Para algarabía del anticristinismo bobo, en la abundancia de pescado podrido, aparecía Máximo, En el Nombre del Hijo, como titular de una cuenta compartida. Del 2005 y 40 millones de dólares.
Con migajas de criterio elemental, era perceptible la falsedad. Jamás Néstor Kirchner hubiera admitido en 2005 la apertura de una cuenta para Máximo. Implica apenas desconocerlo. No entender la metodología del despojo que se impuso en el país. En 2005 el chico se encargaba, con suerte, de cobrar los alquileres en Río Gallegos. Junto al Bochi. De quien muy poco, hasta hoy, se sabe.
Menos mal que Veja, hasta aquí, no se detuvo en el detalle placentero de la compra del yate. Para regocijo estético de la embajadora. Nunca ampliaremos.
Los Cinco Grandes y Los Huties
Los Cinco Grandes más Uno son los cinco países del Consejo de Seguridad más Alemania (que agiganta la ausencia de Brasil).
En Lausanne, tratan la incorporación de Irán al selectivo club de los tenedores de energía nuclear. El ateneo de los enriquecedores de uranio. Pero la única bolilla negra que surge en el paisaje blanco deriva de la desconfianza de los Cinco a que Irán pueda producir la bomba. Lo cual, según nuestras fuentes, es por lo menos hipócrita. Porque Irán ya está en condiciones de producirla, y por eso los Cinco se sientan. O lo eliminan para siempre o negocian, que es, en definitiva, lo más aconsejable.
Pero de ningún modo Irán se encuentra en condiciones de disponer la bomba (con la que cuenta) por la ayuda oculta y providencial de la tecnología Argentina. Por nuestra capacidad proverbial para enriquecer el uranio y convertir todo en moco. Quien está seguro de la existencia de una verdad semejante, según nuestras fuentes, es Netanyahu, el Primer Ministro de Israel.
Sin embargo, las amables conversaciones de Lausanne se encuentran tácitamente condicionadas por otros bombazos que la liga de los países árabes (que encabeza Arabia Saudita) lanza sobre Saná, la capital del miserable Yemen. Y sobre Aden. Al cierre del despacho, ni el canciller Timerman ni el vice Suain parecen haberse preocupado aún por el destino de los huties invasores. Los que son apoyados por Irán.
Como La Doctora sabe, los huties son los chiitas de la tribu zaidí.
Los huties desalojaron del poder al oculto presidente Abdurrabuh Mansur Hadi. Conquistó Hadi la presidencia de Yemen gracias a los saludables desórdenes colectivos provocados durante la denominada “primavera árabe”. Así la bautizó el canal Al Jazzera, cadena de Qatar. Y que desembocó en el “infierno salafista”, según Marine Le Pen. En visiones fanáticas que como exclusiva Constitución y dogma de vida enarbolan una arbitraria interpretación de la literatura de El Corán. Fueron interpretaciones emotivas de la historia que terminaron con Ben Alí en Túnez, donde hoy explotan las bombas hasta en los museos como El Bardo. O con Mubarak, en Egipto, para beneficio electoral de los Hermanos Musulmanes que facilitaron, con sus estupideces, el regreso de los militares. Pobre Egipto.
O lo destriparon a Kadafi en Libia y transformaron lo que fue un mal estado en un conjunto de fragmentaciones entre tribus que se masacran.
O como en Irak, aquí como consecuencia de la desastrosa intromisión americana e inglesa, con coro español.
El caos -en el que indirectamente Argentina se introduce- llegó a su punto culminante con la creación de Daesh. Es el Estado Islámico de los sunnitas radicalizados. Desde territorios artificiales que pertenecieron a la devastada Siria e Irak, Daesh se planta con estridencia en el vacío, pero como el tercer gran jugador de la región. Como si fuera un par de Arabia Saudita (sunnitas rigoristas). O con la magnitud de los persas chiitas de Irán.
En Lausanne, tratan la incorporación de Irán al selectivo club de los tenedores de energía nuclear. El ateneo de los enriquecedores de uranio. Pero la única bolilla negra que surge en el paisaje blanco deriva de la desconfianza de los Cinco a que Irán pueda producir la bomba. Lo cual, según nuestras fuentes, es por lo menos hipócrita. Porque Irán ya está en condiciones de producirla, y por eso los Cinco se sientan. O lo eliminan para siempre o negocian, que es, en definitiva, lo más aconsejable.
Pero de ningún modo Irán se encuentra en condiciones de disponer la bomba (con la que cuenta) por la ayuda oculta y providencial de la tecnología Argentina. Por nuestra capacidad proverbial para enriquecer el uranio y convertir todo en moco. Quien está seguro de la existencia de una verdad semejante, según nuestras fuentes, es Netanyahu, el Primer Ministro de Israel.
Sin embargo, las amables conversaciones de Lausanne se encuentran tácitamente condicionadas por otros bombazos que la liga de los países árabes (que encabeza Arabia Saudita) lanza sobre Saná, la capital del miserable Yemen. Y sobre Aden. Al cierre del despacho, ni el canciller Timerman ni el vice Suain parecen haberse preocupado aún por el destino de los huties invasores. Los que son apoyados por Irán.
Como La Doctora sabe, los huties son los chiitas de la tribu zaidí.
Los huties desalojaron del poder al oculto presidente Abdurrabuh Mansur Hadi. Conquistó Hadi la presidencia de Yemen gracias a los saludables desórdenes colectivos provocados durante la denominada “primavera árabe”. Así la bautizó el canal Al Jazzera, cadena de Qatar. Y que desembocó en el “infierno salafista”, según Marine Le Pen. En visiones fanáticas que como exclusiva Constitución y dogma de vida enarbolan una arbitraria interpretación de la literatura de El Corán. Fueron interpretaciones emotivas de la historia que terminaron con Ben Alí en Túnez, donde hoy explotan las bombas hasta en los museos como El Bardo. O con Mubarak, en Egipto, para beneficio electoral de los Hermanos Musulmanes que facilitaron, con sus estupideces, el regreso de los militares. Pobre Egipto.
O lo destriparon a Kadafi en Libia y transformaron lo que fue un mal estado en un conjunto de fragmentaciones entre tribus que se masacran.
O como en Irak, aquí como consecuencia de la desastrosa intromisión americana e inglesa, con coro español.
El caos -en el que indirectamente Argentina se introduce- llegó a su punto culminante con la creación de Daesh. Es el Estado Islámico de los sunnitas radicalizados. Desde territorios artificiales que pertenecieron a la devastada Siria e Irak, Daesh se planta con estridencia en el vacío, pero como el tercer gran jugador de la región. Como si fuera un par de Arabia Saudita (sunnitas rigoristas). O con la magnitud de los persas chiitas de Irán.
La indigencia de Yemen
El caos se traslada, ahora, hacia Yemen. Es el país indigente que tuvo hasta su propia unificación, en 1990. Fue bastante menos promocionada que la unificación de las Alemanias. Cuando la renacida Alemania Federal se anexó a la República Democrática Alemana. Tan pobre como vetusta, sin fe y destruida por la cultura bolchevique. Leer “Toda una historia”, de Gunter Grass.
La cuestión que Irán, nuestro aliado estratégico por carácter transitivo, acumula conflictos en la zona de influencia, donde es indudable potencia regional.
Compite, aparte, con Turquía, con su diplomacia tan flexible que merece un próximo despacho. Turquía tiene la exclusiva prioridad de evitar, en el desbarajuste, la creación del Estado Kurdo.
Sin embargo la rivalidad geopolítica principal de Irán la representa Arabia Saudita, que supo ser el principal aliado de Estados Unidos. Y que produjo ya dos guerras. Irak-Irán, con Sadam Hussein como preservativo. Y luego Irak-Kuwait, con Sadam demonizado.
Pero Arabia Saudita sigue las negociaciones de Lausanne con más desconfianza preventiva que Israel. Por la legitimación nuclear de Irán. Se explica que la mejor alternativa para boicotearlas, para el poderoso saudita, consiste en bombardear a los huties que apoya Irán en el miserable Yemen. El país -Yemen- bicontinental más pobre de la región. Yemen amontona las complejidades que caracterizan al Oriente Medio. Alberga hasta la franquicia de Al Qaeda de la península arábiga, y representa el nuevo escenario de confrontación entre Arabia Saudita e Irán, el estado persa que ya forma parte de la agenda cotidiana nacional.
La cuestión que Irán, nuestro aliado estratégico por carácter transitivo, acumula conflictos en la zona de influencia, donde es indudable potencia regional.
Compite, aparte, con Turquía, con su diplomacia tan flexible que merece un próximo despacho. Turquía tiene la exclusiva prioridad de evitar, en el desbarajuste, la creación del Estado Kurdo.
Sin embargo la rivalidad geopolítica principal de Irán la representa Arabia Saudita, que supo ser el principal aliado de Estados Unidos. Y que produjo ya dos guerras. Irak-Irán, con Sadam Hussein como preservativo. Y luego Irak-Kuwait, con Sadam demonizado.
Pero Arabia Saudita sigue las negociaciones de Lausanne con más desconfianza preventiva que Israel. Por la legitimación nuclear de Irán. Se explica que la mejor alternativa para boicotearlas, para el poderoso saudita, consiste en bombardear a los huties que apoya Irán en el miserable Yemen. El país -Yemen- bicontinental más pobre de la región. Yemen amontona las complejidades que caracterizan al Oriente Medio. Alberga hasta la franquicia de Al Qaeda de la península arábiga, y representa el nuevo escenario de confrontación entre Arabia Saudita e Irán, el estado persa que ya forma parte de la agenda cotidiana nacional.
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