– Por Gabriela Pousa –
Es a todo o nada: así lo plantearon desde la Casa Rosada.
Y es que más allá de la salida del gobierno nacional lo que está en juego para el kirchnerismo es aquello que, paradójicamente, ellos han puesto en tela de juicio durante más doce años:
La libertad del individuo.
El miedo no es tonto, y el temor que experimentan los funcionarios solo puede disimularse si acaso lo trasladan hacia el otro lado.
Campaña sucia que no asombra o no debería asombrarnos pues todo cuanto ha hecho este gobierno ha estado salpicado de trapisondas, sospechas, falsedades y relato.
¿Por qué la campaña no habría de estarlo?
Si bien se mira, en el seno del oficialismo no hay novedad.
Lo nuevo en todo caso está en la sociedad, y vaya si es notable el cambio.
Es verdad que tardó demasiado, se ha desperdiciado hasta el hartazgo.
Oportunidades perdidas que no se recuperan fueron desmanteladas sin conciencia del costo que se deberá pagar algún día.
La falsa fiesta en cuotas va terminando y la cuenta habrá que saldarla con Mauricio Macri, con Daniel Scioli o con quién sea que tome el mando.
El ajuste que vistieron de ogro es un “mérito” creado por ellos, el regreso a los 90′ es más una humorada que algo cierto pero si acaso tuviese algún viso de realidad, siempre será mejor ese “regreso” que este estar varados en los 70′ sin poder avanzar.
No hay fantasmas en el cambio, hay un riesgo que es vital y aunque el candidato oficial pida no enfrentarlo, ya está llevándose a cabo.
Negarse al riesgo es negarse a la vitalidad esencial del ser humano, es aceptar la mediocridad sin chistar.
Quizás por vez primera desde el año 2003, el oficialismo llegó tarde.
Siguen adelante con la trampa y la porfía pero detrás de la voluntad, la fortaleza y la necesidad de desterrar una década donde se diezmó a la sociedad.
No se trata del cepo ni de la inflación aunque esta socave las posibilidades de crecer de cualquier familia argentina.
Se trata de recuperar la dignidad perdida, la decencia usurpada, las tradiciones violadas, la historia vilipendiada, los héroes desterrados, los próceres vejados, los valores ultrajados.
Se trata de volver a ser civilizados, de vencer la barbarie a la que se nos ha obligado.
Se trata de dejar de ser por tener y empezar a tener porque se es.
No es un juego de palabras ni es metáfora de nada.
Los días que faltan hasta el ballottage serán cruciales:
Harán todo lo que han hecho hasta hoy con mayor torpeza porque la desesperación los aqueja.
Están dando manotazos en el agua porque el barco se les hunde inevitablemente, el tema a considerar es que en una de esas brazadas nos puedan llegar a ahogar.
Cantar victoria antes de tiempo es un error garrafal máxime cuando el adversario mostró a las claras que es capaz de resucitar.
La diferencia estriba en que ahora la sociedad ya se dio cuenta, y aunque es cierto que se tropieza más de dos veces con la misma piedra, hoy hay una suerte de “estar expectante” a la trampa, al fraude.
Hay conciencia del mal.
Antes la ingenuidad nos sumía en una esclavitud desesperante.
Dejamos de vivir por muchos años y nos conformamos solo con respirar.
El oxígeno del 25 de octubre fue decisivo.
No fue magia, es verdad.
Fue la gente harta, fue el miedo perdido, ese miedo que se mudó de cuadra e inútilmente pretenden que retorne a donde ya no está.
La gente es cómoda pero no masca vidrio.
Las heridas buscan cicatrizar.
No interesa siquiera si las propuestas son laxas porque se ha advertido ya la contaminación verbal.
Lo que se dijo ayer cambia porque no sumó votos en la primera vuelta electoral, no cambia por convicción ni porque se vaya realmente a cambiar.
Basta como ejemplo la predica de un dirigente oficial hoy y doce días atrás…
La campaña está teñida de maldad y así seguirá hasta el último día o más.
La extinción del kirchnerismo será similar a la del menemismo, gradual.
No esperar milagros es el mejor síntoma de cambio.
Y la decisión de cambiar es el primer paso.
No es casual que en estos días decomisen droga, que recuperen nietos, hace cinco días comenté que eso sucedería porque en cada elección han jugado con los derechos humanos y los hallazgos efectistas.
Tarea para el hogar: ¿Cuándo “recuperó” el nieto Estela de Carlotto por ejemplo?
Surgirán conspiraciones, amenazas de bombas y violencia organizada, mentirán y descalificaran con carpetas inventadas.
El “yo o el caos” es la metodología que usaron y usarán.
Pero el “orden” que promueven espanta por la perversidad, y lo que no han advertido es que esta vez, para la gente, el caos que ellos proponen resulta más digno, más benévolo, menos irreal.
Tuit del Ministro de Salud de la Nación borrado luego de su viralización.
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