"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 18 de septiembre de 2016

Que el dragón no nos tape el bosque

Opinión
Humor Político
Alejandro Borensztein

Cuando a un gobierno le empieza a ir bien, aparece lo que hasta ninguno ahora pudo evitar:
La soberbia del poder.
A mí me gusta ir pensando en lo que va a pasar más adelante, porque lo que está pasando ahora ya lo sabemos todos.

De hecho, lo anticipó Walt Disney en 1959 cuando nos contó que Maléfica, con su cuervo negro sobre el hombro (Larroque), frustrada y expuesta ante la cruda realidad (la década de la garompa) y acosada por la ley (Ercolini, Pollicitas, Bonadío y otros), decide transformarse en un dragón (Carbone, el funcionario de Scioli) y lanzando fuego entre sus fauces, se enfrenta al príncipe de ojos azules (Macri, ponele).
Finalmente, el príncipe triunfa con su espada y su yegua blanca (Lilita, Margarita, Ocaña o Zuvic, serían las espadas obviamente) y acude presuroso al rescate de la Bella Durmiente, que vendría a representar la República.
Yo sé que esta es una metáfora de mierda, pero sirve para sintetizar lo que está ocurriendo e imaginar lo que se viene.

No es fácil pasar por alto lo del dragón, pero vamos a ser piadosos y seguir de largo.
En todo caso, el problema no es el dragón de Carbone, sino la casa con parque y pileta de 6 o 7 gambas verdes que se compró con su sueldo de funcionario público para pasar los fines de semana y, ya que estaba, instalar el famoso dragón.
A propósito, precioso el bicharraco.
No sé qué esperan para llevarlo al MALBA.

Volviendo al punto, y dado que todo indicaría que la cosa en líneas generales se va encaminando, seguramente el gobierno va a empezar a cosechar algunos éxitos y la oposición va a seguir atravesando un proceso de turbulencia y transformación que los va a mantener emputecidos, al menos por los próximos tres años.
Mango más mango menos, ese es el panorama general.
En este escenario, hay que prepararse para lo que viene.
Y lo que viene es de manual.
Cuando a un gobierno le empieza a ir bien, aparece lo que hasta ninguno ahora pudo evitar:
La soberbia del poder.

Pasó con todos, aunque cada uno en su medida.
Se dio con la Coordinadora de Alfonsín, mucho más aún con la banda de amigotes bullangueros de Menem y ni hablar del modelo hotelero con inclusión de los Kirchner (la inclusión es porque era con desayuno incluido).
Por supuesto, atrás de la soberbia suele venir el choreo.
En el caso de los Kirchner el choreo venía adelante, para no perder tiempo.
De la Rúa, aun cuando le fue mal desde el primer día, tuvo su momento de soberbia con el inolvidable Grupo Sushi, unos chicos que vinieron a inventar el gran movimiento cool de la modernidad cuyo único logro finalmente fue el meneo de caderas de Shakira.

La excepción en la maldición de la soberbia fue Duhalde.
Tal vez por la magnitud del desastre que tuvo que afrontar o simplemente por falta de tiempo.
Mucho antes de cosechar los frutos de su gestión junto a Lavagna, le entregó el paquetito ya ordenado a Kirchner para que este a su vez, pueda declarar la educación libre y gratuita, abolir la esclavitud y consagrar el sufragio universal.
Si bien les sobró la guita, en el tema pobreza, seguridad, luz, gas, agua, cloacas, rutas, viviendas y transporte, les faltó tiempo.

Si esta vez no aprendemos de la historia, no aprendemos más.
Justamente, en un nuevo aporte al esclarecimiento del pasado, esta semana Ex Ella declaró que “se vuelven a repetir esquemas como los de 2000 y 2001, cuando se robaban camperas y zapatillas porque era aspiraciones”.
Y agregó: “por ahí alguien se puede comprar una zapatilla Topper o Pampero, pero roba porque quiere una Adidas o Nike”.
Esta novedosa teoría sobre el delito explicaría mejor el hecho de que todo este simpático grupo de autoayuda revolucionaria, pudiéndose comprar una casa digna, decidieron encanutarse toda la Patagonia.
Fue aspiracional.

Mirando hacia delante, ¿cómo hacemos para que a este nuevo gobierno no le nazca la soberbia?
En principio, hay que aprovechar ahora que todavía son pichones y dan humildes.
El carro que no les paramos hoy, después no se lo paramos más.
El fútbol siempre enseña:
Cuando el árbitro no saca tarjeta amarilla a tiempo, el partido se le va de las manos.
Y la primera amarilla se la ganaron con el tema de las tarifas.
Se mandaron sin darle bola a nadie, pese a haber sido alertados de mil maneras.
No escucharon.
El primer brote de soberbia les costó un piano en la cabeza.

Detalle:
Clausurar los baños en las audiencias públicas para que los expositores se meen encima, más que un acto de soberbia fue una estupidez.
Empañaron la fiesta de disfrutar a Kicillof y otros kirchneristas responsables del descalabro energético, explicando cómo deben manejarse las tarifas de los servicios públicos.

Si los queremos sacar buenos no hay que quitarles los ojos de encima.
¿Se animará el gobierno a desarmar la runfla de la ex SIDE o la van a terminar usando en beneficio propio?
¿Van a hacer algún acuerdo político de amplio alcance o se van a cortar solos?
¿Van a dejar que Isela Costantini haga crecer Aerolíneas o desde algún sector del gobierno van a sabotearla para ir pinchando la empresa?
¿Y con los casinos y el juego, que acelga?
Pequeñas delicias del poder sobre las que habrá que estar atentos.

Mientras tanto, en su guarida secreta, el Guasón y sus secuaces del Gobierno de la Ciudad, siguen adelante con el plan de vender espacios verdes.
Al delirio del Tiro Federal, el Campo de Polo y el predio de la Policía Montada, se le estarían sumando varios terrenos ubicados entre Paseo Alcorta y el estadio Monumental.
Todavía nadie desmiente nada.

Ojo.
A veces a los gobiernos hay que sacarles tarjeta amarilla en los primeros 5 minutos para que se cuiden el resto del partido.
Pero en algunos casos es roja directa.
Después de putearlos por haber mantenido la manipulación neofascista que los kirchneristas hicieron con los horarios domingueros del fútbol, parece que reaccionaron.
Hoy Boca va a jugar a las 16:00 horas.
A la luz del sol.
Después de los ravioles.
Como fue siempre hasta que llegaron los K.
Como en todo el mundo.
Así me gusta.
Ahí va queriendo.
Veremos la semana que viene.

Arranquemos frenándoles cuestiones menores como la venta de espacios verdes en la Ciudad de Buenos Aires o la hora a la que hacen jugar a Boca y a River.
Paso a paso.
No es cuestión de transformarse en dragones y lanzarles un fogonazo que los chamusque de entrada.
Vamos de a poco.

Ya va a llegar el momento de putearlos de arriba a abajo por financiar el déficit fiscal con endeudamiento externo. No va a faltar oportunidad.

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