RENTA BÁSICA UNIVERSAL (2)
El
relato popular keniata según el cual el ofrecimiento de plata gratis debe de
alguna forma provenir del diablo, por muy descabellado que suene, tiene
correspondencia con la idea de que cobrar un dinero por hacer nada, para el
caso de una persona que tiene la posibilidad y está en edad de trabajar,
conlleva ciertos riesgos que no deben pasarse por alto. Podría invertir valores
establecidos y es de alguna manera, injusto, dado que pasa por alto las
necesidades y capacidades diferentes de cada miembro de la sociedad.
“Una
renta básica sin condiciones que proporcionase unos ingresos mínimos a todo el
mundo rompería el vínculo entre prestaciones sociales y trabajo remunerado.
Por
eso este planteamiento va en contra de la base ética del Estado de bienestar.
Tal
y como lo conocemos, este sistema otorga beneficios sociales de manera
condicional, temporal y selectiva. Eslóganes como ‘quien no trabaja, n o come’,
‘no se puede esperar algo a cambio de nada’ y ‘la comida gratis no existe’
expresan claramente ese principio ético en el que se sustenta el Estado de
bienestar”, escribió Groot en El País.
“Pero
la polarización de los empleos —caracterizada por el declive gradual de la
proporción de puestos de trabajo propios de unos empleados de clase media—, el
proceso de flexibilización del mercado laboral y la automatización del trabajo
estimulan el movimiento a favor de la renta básica”, agregó.
Finlandia: una
versión “light” de la renta básica universal
Leonid
Bershidsky, de Bloomberg, explica por qué la idea de la renta básica universal
resulta seductora para distintos sectores: “A la izquierda le gusta porque, en
teoría, elimina la pobreza extrema.
Los
utópicos tecnológicos la ven como una solución al desplazamiento de los humanos
por las máquinas.
Los
intelectuales aprecian el apoyo estatal a tentativas creativas sin un claro
potencial comercial.
Los
liberales la ven como una oportunidad de reducir el Gobierno: el enorme aparato
de servicios sociales podría ser eliminado y la legislación podría ser muy
simplificada.
Los
experimentos académicos, de todos modos, han sido fragmentados y en pequeña
escala, por lo que es difícil para la mayoría de la gente imaginarse cómo
funcionaría el ingreso básico.”
La
primera gran objeción, explica Bershidsky, es que la renta básica universal
sería excesivamente costosa.
“En
Estados Unidos, por ejemplo, entregar 10.000 dólares al año a cada adulto —una
cifra inferior al umbral oficial de la pobreza para un hogar unipersonal—
agotaría casi todos los ingresos fiscales federales del sistema actual”,
escribió Pranab Bardhan en El País.
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