El
varón, muy frecuentemente, necesita para gozar de lo femenino tanto de la
esposa como de la prostituta, que es su sombra.
No
entiendo por qué al hablar de estas últimas se refieren al oficio más antiguo
del mundo, cuando en realidad se trata de la esquizofrenia masculina más
arcaica, eso sí.
Igual
sucede en lo relativo a lo contaminante, a cierta suciedad despreciable, cuando
para anunciar compresas dicen aquello de "Te
sentirás limpia, te sentirás bien".
¿Cómo
pueden unir ambos términos?
La
sangre menstrual no tiene por qué hacerte sentir mal ni supone suciedad alguna.
Y,
por el contrario, recién duchada te puedes sentir fatal.
La
inmanencia-trascendente de lo sagrado femenino.
Tengo
que ir recogiendo los dados lanzados sobre la mesa y concluir, si es que en
este tema se puede concluir algo aproximado, pero... en fin.
Las
palabras hierós y sanctus se refieren a lo sagrado trascendente, pero una
trascendencia hacia arriba, hacia las divinidades uránicas, que unida a una
lógica binaria deriva en el monoteísmo.
Se trata de una
trascendencia deshumanizada, es decir, limpia, incontaminada, absoluta.
Es la alienación
en el ideal que nos conduce en su extremo a los fundamentalismos.
Por
el contrario, hagios y sacer, apuntan a una sacralidad inmanente que podría
englobarse en la sacralidad de la Vida y la sacralidad de la Tierra con toda la
imperfección que implica el devenir en marcha, lo relativo, lo humano, lo
contaminado.
Tienen
sentido, pues, las diferentes palabras, porque se refieren a distintas
concepciones de lo sagrado. Las primeras denotan lo sagrado masculino; y las
segundas corresponden a una sacralidad propia de lo femenino.
El
objeto sagrado más representativo de la sacralidad trascendente masculina es el
Falo como sublimación del pene, como fuerza y plenitud, como espada que divide
lo significante y lo in-significante, que divide y excluye por tratarse de una
metonimia, de una realidad parcial que aspira a ser totalizadora.
El
Grial como metáfora de la búsqueda, es decir, del viaje hacia la sabiduría y la
realización, no desciende de los cielos entre ángeles y trompetas ni lo porta
un sacerdote, sino un grupo de mujeres que indican que ese cáliz sublime no es
otra cosa que el caldero en el que se cuecen los elementos primordiales de la
Vida, de la que surge todo.
La
Mujer como materia, como matriz primordial, es el origen y final de esa
búsqueda, porque en nuestra dimensión humana se unen materia y energía en un
juego de densidades de diversa vibración: eso es todo. Es el Todo, como de modo
clarividente intuyó Goethe.
Vivir
lo sagrado femenino nos exige asumir la "sombra", porque la sombra no
es el "thanatos" de Freud, ni lo "maldito" que condena la
lógica binaria.
La
sombra es nuestra fuerza más viva, la energía propia del arquetipo de "la
mujer salvaje".
Como
vemos en el mito de Psiché y Eros, el alma es una joven bellísima, aunque a
veces abandonada, sucia, enferma, pero unida para siempre a Eros, elegida por
el Amor a pesar de todos los obstáculos y pruebas por las que tiene que pasar.
El
thanatos no es más que un invento de la lógica binaria, incapaz de encontrar el
sentido si no es escindiendo la realidad en supuestos contrarios.
Y,
por último, quiero decir que la inmanencia no implica la negación de la
trascendencia, pero se trata de una trascendencia evolutiva, no hacia arriba en
una sublimación enajenante hacia lo alto.
La
trascendencia que emana de la inmanencia es una trascendencia hacia adelante.
Tal
vez nuestro gran error haya sido despejar lo sagrado al corner, hacia los
cielos impolutos de lo divino.
Lo
terreno, en cambio, ha sido desacralizado y hemos buscado el sentido a través
de socializaciones sexuadas.
Los
varones vienen con un programa a cumplir: "Sé
tú mismo".
Un
programa que se lleva a cabo fundando la personalidad en el "ego" del
triunfo personal.
Si
esas expectativas no se alcanzan, el hombre se percibe como un ser frustrado,
castrado en cierto modo.
Las
mujeres, por otro lado, cargamos con otro programa:
"Sé para
los demás",
que engorda un "súper ego" que nos cae como una losa.
De
no cumplir el programa, nos pasamos la vida luchando contra la culpa, siempre
la culpa.
Ni
unos ni otros somos libres.
Unos,
inflados como globos fatuos…
Las
otras, aplastadas por la carga de ser buenas hijas, buenas esposas, buenas
madres, buenas ciudadanas aún a costa de nuestra felicidad.
Como
no me es posible extenderme más, concluyo con un nuevo enigma, el mismo que
Goethe nos propone en la estrofa con la que termina su Fausto:
"Todo lo transitorio es solamente un símbolo;
"Todo lo transitorio es solamente un símbolo;
Lo
inalcanzable aquí se encuentra realizado;
Lo
Eterno-Femenino nos atrae adelante"
Victoria
Sendón de León Referencias : 1 "Lo femenino y lo sagrado".
Cátedra.
Madrid, 2000 pag. 792 Ibíd. pag. 793
JUNG,
C.G.: "Símbolos de transformación".
Paidós.
Barcelona, 1982 pag. 1954 Planeta.
Barcelona,
1985 pag. 1845 "El Cáliz y la Espada".
Cuatro
Vientos. Santiago de Chile, 19906 "Priestess"7 "Poema de
Gilgairada !!!!!
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