Barcelona:
el enemigo ha vuelto a golpear
Javier
R. Portella
Fuente: El Manifiesto.com
Antes
de secarse la lagrimita...
No
es ningún atentado lo que se cometió ayer en Barcelona: es un acto de guerra
cometido por un enemigo que nos quiere aniquilar.
Y
no, los verdaderos culpables, los responsables primeros, no son ni el moro
nacido en Marsella (ese tal Driss Oukabir, ya detenido), ni el otro muerto a
tiros, ni todos sus demás secuaces…
y comanditarios.
Al
fin y al cabo, ellos no son otra cosa que el enemigo.
Y con el enemigo que te
declara la guerra las culpabilidades no pintan estrictamente nada.
Las
moralidades y moralinas tampoco.
Las
velitas, lagrimitas y ositos de peluche que depositarán esta mañana los
bobalicones de siempre, aún menos.
No
es ningún atentado lo que se cometió ayer en Barcelona:
Es
un acto de guerra cometido por un enemigo que nos quiere aniquilar.
Impedir
que lo haga, abatirlo antes de que lo logre, tal es nuestro más simple y elemental
deber.
Punto.
(Otra
cosa es la posibilidad de cumplir tal deber recurriendo, como acaba de sugerir
Donald Trump, a balas… bañadas en sangre de cerdo.)
Ahora
bien, no es combatir al enemigo, es acogerlo lo que hacen los verdaderos
responsables de nuestra catástrofe.
Ese Carles Puigdemont, por ejemplo,
secesionista presidente de la Generalidad de Cataluña, que, cuando la sangre de
los 12 muertos y cerca de 100 heridos aún estaba fresca en las Ramblas de
Barcelona, ha tenido la jeta de declarar, después de haberse secado una
lagrimita:
“Cataluña
ha sido tierra de paz y de acogida y no dejaremos que nos dobleguen”.
Hablando
en plata: Tranquilos, que los seguiremos acogiendo…
No
sólo acogen al enemigo con los brazos abiertos, sino que cuando éste golpea,
siguen insistiendo sobre su complicidad culpable.
Ni
ponen en tela de juicio ni hacen pesar la sombra de un interrogante sobre la
imposible sociedad “multicultural” que han tenido el loco sueño de construir.
Y
construirla dando preferencia en Cataluña a la inmigración árabe y musulmana
frente a los inmigrantes procedentes de Hispanoamérica, culpables de hablar la
lengua que los separatistas odian y que quisieran ver desaparecer de su tierra.
El
tiro, sin embargo, les ha salido por la culata:
Los
“nuevos catalanes” venidos a sustituir a los antiguos acaban, pese a las
cuantiosas ayudas concedidas para estudiar catalán, aprendiendo la lengua
“impuesta por Franco”.
¡Qué
se le va a hacer!
¡Seis
millones de catalano hablantes frente a 500 de hispano hablantes representa una
pequeña diferencia!
Para
que las poblaciones víctimas de los actos bélicos sigan considerándolos como
simples atentados que
se-deben-desde-luego-condenar-pero-que-no-deben-hacernos-caer-ni-en-la-islamofobia-ni-en-el-rechazo-de-la-fraternidad-mlticultural,
es por lo que desde primeras horas de la tarde de ayer las autoridades lanzaron
(inútilmente, por lo demás) apremiantes llamamientos a la población para que no
se difundieran las imágenes más duras de la masacre.
Como
la mayor parte de la prensa del Régimen ha obedecido fielmente la orden
impartida, mucho nos complace cumplir con nuestro totalmente opuesto deber.
(No:
no nos complace en absoluto; las imágenes son atroces y es nuestro deber
advertirlo a nuestros lectores.)
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