Humor Político
La
verdad de la milanesa
Alejandro
Borensztein
Suele
pasarnos que nos enredamos con pavadas en lugar de pensar en lo importante.
Todo
es una constante lucha contra el absurdo.
Discutimos
lo intrascendente, lo efímero.
Si
Randazzo ya se evaporó, si la izquierda le va a dar los votos a la Unidad
Ciudadana de Milani y Moreno,
si
Massa va a esconder a Margarita para que lo voten los peronistas,
si
el gobierno va a sortear televisores en las mesas de votación para que vaya más
gente y así liquidar el partido.
La
coyuntura me tiene harto.
Encima
despidieron a la muy buena actriz que hacía de Sor Cristina y pusieron a la
original que, si ya era insoportable cuando estaba en el poder, imagínese lo
que es ahora.
Superadas las
PASO, no estaría mal concentrarnos en lo que realmente vale la pena, sin pensar
demasiado en las elecciones de octubre cuyo resultado ya es bastante
previsible.
El
lunes 23 de octubre el país va a tener que seguir pagando sus cuentas, todos
vamos a seguir preguntándonos de donde va a salir la guita y nadie va a estar
dispuesto a meter la mano en el bolsillo.
Lo
sano sería focalizar en esta cuestión económica que es lo más importante.
Sobre
todo un domingo como el de hoy que no hay partidos por el campeonato, o sea no
ocurre nada realmente trascendente.
¿Dónde
está lo importante?
A
las personas como usted o como yo que no sabemos nada de economía, no nos queda
más remedio que leer y escuchar a los que sí saben, y promediar sus ideas para
arribar a alguna conclusión más o menos certera.
Y
la verdad de la milanesa es simple:
El gobierno anterior
dejó un quilombo padre cuya única
solución posible era hacer, más o menos, lo que el gobierno actual está
intentando, más allá de los errores.
No
había mucha opción.
Coinciden
hasta los economistas de Scioli.
Los
que se fueron en diciembre de 2015 se la fumaron toda y no dejaron ni para
pagar los aguinaldos.
El
agujero fiscal era de un tamaño y una irresponsabilidad sin nombre.
Lo
peor de todo, es que fue un agujero a cambio de nada.
Ni
rutas, ni infraestructura, ni luz, ni gas, ni agua, ni cloacas, ni
comunicaciones, ni viviendas, ni inclusión, ni sarasasasa.
Solo
la usaron para sostenerse en el poder y al final no les sirvió ni para eso.
Ante
esta situación, ¿qué se podía hacer?
Opción1:
Emitir billetes a lo loco, como lo venían haciendo los cracks de la súper década,
hasta lograr una nueva y simpática hiperinflación como las que tantas veces
disfrutamos.
Opción
2: Ajustar sueldos, jubilaciones, aumentar impuestos, eliminar todos los
subsidios a las tarifas y frenar toda la obra pública, lo que hubiera generado
en un minuto otro de nuestros clásicos incendios argentinos.
Opción
3: Mantener el gasto para no soltarle la mano al 30% de pobres, recortar lo
recortable, ir acomodando de a poco las tarifas en los sectores medios y altos,
darle mucha manija a la obra pública, ahora sin López ni sus jefes, y financiar
todo ese gran agujero fiscal de la única manera disponible: tomando deuda. Por
aquí fueron.
El
problemón que tenemos ahora es que el endeudamiento no se sostiene en el
tiempo.
Tranquilo
amigo, no se asuste.
Estamos
hablando de dos o tres añitos, pero no mucho más que eso.
No hay
economista de este país con dos dedos de frente y honestidad intelectual, que
no diga más o menos lo mismo.
La
situación no es para salir corriendo, pero es para estar atentos y no
distraernos, por ejemplo, con las
boludeces que dicen los ex funcionarios kirchneristas cuando nos explican lo
que hay que hacer para arreglar el desastre que ellos mismos provocaron.
Ya
sé amigo lector que hasta ahora no hablamos de lo que a usted más lo
entretiene.
Ok,
hagamos una escala en el delirio.
Tanto
como para olvidar la ensalada criolla de Bergman, tomate y cebolla que el
gobierno nos ofreció la semana pasada, reapareció Ex Ella y tiró títulos a lo
loco.
“Soy de las que
cree que la política no se hace en un set de televisión” dijo sin
ponerse colorada una señora que se pasó 8 años hablando por televisión.
¿Puedo
ahora seguir con lo importante amigo lector, o quiere que comentemos alguna
otra pelotudez?
Ok
goloso.
También
dijo que “este gobierno tiene la mayor concentración de poder de la historia”,
justo ella que manejó la Nación, todas las provincias, ambas Cámaras del
Congreso, manipuló la Justicia a su antojo y anunció canchereando con la manito
“¡¡vamos por todo!!”.
Ahora
por favor, olvídese de estas pavadas y volvamos a lo serio.
Según
coinciden la mayoría de los economistas, este déficit (o sea gastamos más de
los que recaudamos) no puede resolverse bajando drásticamente los gastos porque
se ahogan todos, ni aumentando impuestos porque se ahogan todos, ni tomando
deuda indefinidamente porque al final nos ahogamos todos.
La
única solución, según dicen los economistas, es ir equilibrando las variables
(gastos, ingresos, deuda) mientras las inversiones van aumentando para que el
país crezca en serio, los ingresos cubran las expensas mensuales del Estado y
al final del día nos quede un sope para ir haciendo algún trencito, una
represita hidroeléctrica, alguna capacitación docente y otras pavadas.
Usted dirá que
hay muy pocas inversiones porque el kirchnerismo sigue rompiendo las pelotas.
No
es así.
En
realidad, es por eso pero no solamente por eso.
El
problema no es Cristina.
El problema es
la Argentina.
El
6 de setiembre de 1930 alguien pensó que la Constitución era un librito que se
podía quemar sin consecuencias y derrocó al gobierno democrático de Don
Hipólito Yrigoyen.
Desde
entonces, rompimos todos los contratos.
Todas
las normas.
Todas
las leyes y entre otras cosas, por ejemplo, tuvimos cinco monedas diferentes:
Peso
moneda nacional, peso ley 18.188, peso argentino, austral y el peso actual
denominado “peso convertible” al que ya le sacamos la palabra “convertible”
porque no hace falta que nos recuerden en que mierda lo convirtieron.
Y
pensar que todavía hay gente que se pregunta porque los argentinos, cuando les
sobra un mango, compran dólares.
Según
el último parte del Servicio Meteorológico Nacional, lluvia de inversiones por
ahora no.
Garúa
finita, digamos.
De
a poquito.
Con
escrúpulos.
Los de afuera no
la van a poner hasta que no la pongan los de adentro.
Y
los de adentro viven en un conflicto permanente:
Quieren
que le vaya bien al gobierno de Macri pero la guita se la ganaron con los
curros que hicieron durante los gobiernos peronistas.
Tremenda
contradicción del gorila argentino.
¿Será
por eso que nuestro país tiene una de las tasas más altas de psicoanalistas per
cápita del mundo?
En
cualquier caso, vale la máxima del famoso pensador, arquitecto y amigo Ricardo
Monti.
Se
la dejo como un secreto profesional por si tiene algún mango ahorrado, amigo
lector:
“Las propiedades
se compran cuando van terminando los gobiernos radicales y se venden cuando van
terminando los gobiernos peronistas”.
Anótelo
en un papelito y abróchelo en el testamento para sus hijos.
¿Estaremos
cambiando esta historia?
Recién
van dos añitos, los más difíciles.
Ahora
vienen los dos mejores.
Después
llegarán los dos años del agrande y la soberbia, y finalmente los dos años del
porrazo.
¿Cambiará
el Compañero Mauri esta lógica de 90 años?
Ojalá.
Veremos.
Mientras
tanto, la ex presidenta remató su faena en el Club Atenas diciendo que “esta
concentración de poder del gobierno (?) puede ser una de las razones de la
desaparición forzada de Santiago Maldonado”.
¿Qué
tal?
Sólo
se pueden banalizar de semejante modo los 30.000 desaparecidos y la dictadura
cuando en el fondo nunca te importaron ninguna de las dos cosas.
¿Vio
amigo lector?
No
hay caso.
¿Querés
delirio?
Lo
pedís, lo tenés.
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