Frase
de Howard G. Hendricks, (1924-2013) –
Enseñar
de corazón a corazón para dejar huellas,
es trabajar
desde la empatía, la validación y la disposición abierta a ser enriquecido por
el otro.
Diferente
a querer rellenar de conocimientos, a convencer sin dudas o a inducir
comportamientos, este tipo de enseñanza, de
ineludible relación con el propio aprendizaje,
apunta
a desarrollar la autogestión, crear competencias de gestión de la realidad, de
las posibilidades y de las relaciones, y
facilitar
el vuelo sin señalar el cielo a volar...
De
cabeza a cabeza se brinda información, se instala el marco a respetar, se
marcan niveles y alcances desde afuera, se indican modos y formas y se busca
meter en moldes.
Desde
la búsqueda de llegar al corazón, generando contextos empáticos y libres de
aprendizaje, alentando la creatividad y la búsqueda de modos propios,
facilitando la pregunta y el cuestionamiento, sosteniendo de la mano sin
intentar llevar a una única mirada,
se invocarán el
compromiso voluntario, el asombro , la capacidad de descubrir y se conectará
con la emoción.
Para
ello se hace necesario bucear en los
propios sentimientos, alentar el deseo de enseñar y no la obligación de formar,
y poner la congruencia al servicio de la construcción compartida.
Porque
no hay proceso de enseñanza aprendizaje más profundo que aquel que se teje en
relación.
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