¡TUVIERON
CORAJE!
Malú
Kikuchi
Se
acerca el 9 de julio, día emblemático para la Argentina y, hoy más que nunca,
es necesario recordar qué pasó, cómo y por que pasó, para llegar a declarar
nuestra independencia, en condiciones del todo imposibles.
Pero,
cuando hay decisión y voluntad de cumplir con el plan establecido, lo imposible
deja de serlo.
Así fue que fuimos
independientes en un momento histórico absolutamente adverso y siendo muy,
muy pobres.
Mayo
de 1810 fue el puntapié inicial de un movimiento para liberar a la aduana del
puerto de Buenos Aires.
Las
provincias fueron ajenas a esto. La Asamblea del año XIII fue constituyente,
sin ser independientes.
Un
contrasentido.
En
1815 se decidió que las provincias debían tener una Asamblea Soberana.
Se
eligió San Miguel de Tucumán como sede y los diputados, por 1ª vez, lo fueron
de acuerdo a la población provincial.
La
Banda Oriental, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe (Liga Federal en guerra con el
Directorio) no mandaron representantes.
Santa
Fe firmó la paz con el Directorio y mandó diputados.
El
Alto Perú, volvió en parte a España.
Así
fue que La Paz, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra y Potosí, no pudieron
acudir…
Sí
lo hicieron Cuenca, Mizque y Charcas.
33
diputados, de los cuales 18 abogados, 9 sacerdotes, 2 frailes y 4 militares.
Los
que venían desde lejos, partieron en enero, verano caluroso.
Los
caminos inviables, con lluvia puro barro, con sequía tornados.
Manadas
de perros cimarrones peligrosos, más cercanos a los lobos que a los perros.
Posadas
insalubres, alimañas, piojos, mosquitos, catres de tientos, agua de pozo
contaminada.
Y
a pesar de todo, siguieron a caballo, en carreta o en coche, desafiando el
clima y las penurias, la Patria esperaba eso de ellos.
Se
reunieron en la casa de Francisca Bazan de Laguna, la sala era grande y podía
contenerlos.
Se
alojaron en casa de familia.
Trabajaron
desde el 24/3/1816 hasta el 16/1/1817.
El
comienzo oficial fue el 25 de mayo.
Presidente,
Francisco Laprida, diputado por San Juan.
Pero,
en 1815 el Congreso de Viena redefinió la geopolítica de Europa, y nosotros
éramos eurocéntricos.
Fernando
VII recuperaba el poder, como monarca absoluto.
Toda
nuestra América, salvo Las Provincias Unidas del Sur, estaban otra vez en manos
españolas.
Sin las riquezas
del Alto Perú, éramos pobres de pobreza total.
San
Martín exigía la independencia para cruzar Los Andes.
Belgrano
ponía lo suyo y Pueyrredón, 1º diputado por Buenos Aires, tuvo que hacerse
cargo del Directorio y también abogaba por la independencia.
La
mayoría optaba por un sistema monárquico.
Era
la época.
La
única república conocida eran los Estados Unidos de América.
Belgrano
proponía al hermano de Tupac Amaru como rey, lo hizo viajar a Buenos Aires,
donde vivió un tiempo y volvió a su tierra.
Pero
fuimos República.
Fray
Justo Santa María de Oro bregó por la República y consiguió que se consultara
“a los Pueblos” (los Cabildos) y, milagrosamente, fuimos República,
“independientes del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli.”
El
19/7/1816, el diputado por Buenos Aires, Medrano, hizo agregar “y de toda otra
dominación extranjera”.
Así, simple y con coraje.
Lo
que siguió después fue confuso, sangriento, doloroso, guerras interminables
entre hermanos, hasta que llegó el 1º de mayo de 1853 y nos constituimos en
Nación, a través de la Constitución Nacional.
Fuimos
un país grande, no sólo geográficamente, grande
en todo sentido:
Alfabetizado, receptor de una inmigración trabajadora, esperanza para muchos, un faro luminoso…que se fue apagando muy de a poco.
Alfabetizado, receptor de una inmigración trabajadora, esperanza para muchos, un faro luminoso…que se fue apagando muy de a poco.
Acá
estamos, en 2018, 204 años después del milagro de la república independiente.
Como
el resto del mundo, los argentinos nos preguntamos,
¿Qué
pasó?
¿Qué
nos pasó?
¿Cómo
lo permitimos?
Debemos
exigirnos el coraje de los hombres de Tucumán, para hacer un mea culpa sobre lo
que nos compete.
Todos
somos responsables en una 40 millonésima cuota parte de lo que nos pasa.
Nosotros
y el gobierno.
Los
gobiernos anteriores, que deberán ser juzgados no sólo por la historia, sino
también por el poder judicial.
Y
el actual gobierno, más preocupado en “mimar” a los que nunca lo votarán, que a
ocuparse de los que lo votaron y que quizás no vuelvan a hacerlo.
Que se olvide de
las elecciones y que gobierne con
coraje…
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