Malú
Kikuchi
Perdón,
voy a ser referencial.
Los
hechos me superan y simplemente, no entiendo.
Me
refiero a la caótica situación que se vivió dentro y fuera del congreso de la
nación, hace dos días, cuando en diputados se intentaba votar el presupuesto
para el 2019. Las circunstancias fueron
demenciales.
Se
sabía, estaba anunciado que habría incidentes provocados para evitar el quórum
y si no se podía, generar el caos suficiente en el exterior para que
interviniera la policía, de ser
posible que muriera alguien, suena horrible, pero era una de las
propuestas, y que no se pudiera sesionar.
Se
sabía, bastaba leer los tuits de Leopoldo
Moreau, una vergüenza nacional, para saber lo que iba a suceder.
Lo
incitaba, daba instrucciones sobre lo que se debía hacer.
Dentro
de la cámara, insultó a un pariente de Nicolás Massot, jefe del bloque del PRO.
Casi
llegan a las manos.
En
internet apareció un libelo, un prospecto, un manual, no sé cómo llamarlo,
dando precisas instrucciones sobre el caos que se debía producir y los actos de
violencia que se debían cometer para que no sesionara la cámara.
Bastaba
leer tuits, abrir internet y conocer a parte de la oposición.
Si
lo sabíamos los ciudadanos de a pie, los que no tenemos servicios de
inteligencia a nuestra disposición, ¿cómo no lo sabía el gobierno de la ciudad?
¿Cómo
no le pidió el gobierno nacional al jefe de CABA que tomara las medidas
pertinentes para que nada de lo que sucedió, sucediera?
No
entiendo.
Pago
altos impuestos y no entiendo.
Los
impuestos que le pago a CABA, implícitamente incluyen la seguridad de los
lugares públicos.
¿Qué
ordenes recibe la policía dentro de la ciudad?
Después
de dejar la Plaza de los dos Congresos impecable, muy linda, el partido de los
violentos destruyó todo lo que pudo en diciembre, para evitar otra ley.
Nos
costó a los porteños $38 millones arreglar los destrozos.
Pagamos
dos veces.
Ahora
deberemos pagar por tercera vez.
Las
vallas para proteger, no sólo el congreso, también debían proteger la Plaza, se
colocaron tarde, cuando el campamento de los violentos ya estaba instalado
desde la noche anterior.
Si
la policía ve llegar gente con mazas, tumberas, palos, bombas molotov, hasta
morteros, o simplemente piedras, ¿cómo y por qué no los detiene?
¿Tenían
órdenes de reprimir después del ataque? ¿No debían prevenirlos? Diputados
nacionales (Larroque) trataron de impedir el paso de un carro hidrante. Dentro
de la cámara, se clonaba el afuera.
Detuvieron,
después de los destrozos, que fueron muchos, a 27 personas.
Ya
están libres.
Entre
ellas dos venezolanos, un turco y un paraguayo.
Al
parecer Macri, Frigerio y Patricia Bullrich aseguran que serán deportados.
Espero
que no se quede en buenas intenciones y los saquen del país.
Si
cada vez que el poder legislativo trate un proyecto de ley que no le guste al
partido de los violentos, ¿vamos a tener que soportar estos desmanes y luego
pagar por las roturas?
Algo está
funcionando muy mal.
La
ciudad permite piquetes que impiden el tránsito normal de la gente que necesita
trabajar, entre otras cosas, para pagarle los impuestos a la ciudad y pagar los
incomprensibles planes “no trabajar” de los piqueteros.
¿Cómo
no puede la ciudad impedir que corten calles, avenidas, puentes y le hagan la
vida imposible a los que mantenemos todo este circo?
No
entiendo.
Ni
en Miami ni en la Habana, menos en la plaza Tienanmen, se puede cortar el libre
tránsito.
Acá,
sí. (En Caracas, tampoco)
Esto
no es libertad, esto es libertinaje.
Y
el libertinaje termina siempre en una dictadura que viene a traer “paz y
tranquilidad”.
El
miedo a los fantasmas de Kosteki y Santillán, que parecen flotar sobre la
ciudad, no puede paralizar la obligación de los funcionarios de “promover la
paz”.
El
14/11 se tratará el proyecto del presupuesto 2019 en el senado. Faltan 19 días.
Tiempo
suficiente para que desde la ciudad lean los tuits de los violentos, lean los
manuales revolucionarios en internet, expriman a los servicios de inteligencia
y se preparen para que no nos destrocen, una vez más, la Plaza de los dos
Congresos.
Dejen
de generarnos esta sensación de abandono, de impotencia y de bronca.
No
son sentimientos esperanzadores para encarar un año electoral.
Y
sigo sin entender, estamos por cumplir 35 años de ¿democracia?
Yo
creía que en democracia se disentía, se hablaba, se acordaba, se sumaban ideas
y se llegaba a una idea mejor.
Parece
que la violencia es la que gana.
PD:
Presentes en la cámara, 250 diputados, 138 votaron el presupuesto 2019, 103 en
contra, 8 se abstuvieron.
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