Por Gustavo Lazzari
Reflexiones
sobre el supuesto proyecto (aún no presentado formalmente) por el cual el
Estado tomaría parte del capital accionario de las empresas a las que ayuda
La
diputada kirchnerista Fernanda Vallejos emitió una serie de tweets anunciando
un supuesto proyecto (aún no presentado formalmente) por el cual el Estado
tomaría parte del capital accionario de las empresas a las que “ayuda”.
El
argumento es “si el estado ayuda a las empresas es razonable que sea a cambio de una
participación en el capital de las compañías”.
Punta
de lanza
Según
algunos analistas, la diputada Vallejos es la punta de lanza de un proyecto
para que el Estado adquiera parte del capital de empresas grandes en principio
y después, por qué no, empresas medianas y pymes.
En primer lugar,
la diputada Vallejos parte de una falacia difundida en especial entre personas
que ignoran leyes básicas de la economía.
El
estado no tiene recursos.
Los
recursos son siempre del sector privado.
No
existe tal cosa como “ayuda estatal”.
Se trata de
recursos privados obtenidos vía impuestos.
En
segundo término, es interesante la intención de la diputada Vallejos en
convertirse en empresaria.
A
tal efecto, sugiero, que “la pyme legislativa que maneja en su
despacho” simule durante un mes trabajar en las condiciones que
trabajan las pymes reales.
Debería
recordar la diputada que los días 1 de cada mes deberá abonar las percepciones
de Arba, el 2 las de AGIP, el 5 ya deberá pagar la segunda quincena del mes
anterior, el 10 Sicore (primera quincena), el 12 el SUSS (Form 931), el 13
anticipo de ganancias, el 16 las moratorias (primer turno), el 17 Convenio
Multilateral IIBB, el 19 impuestos internos, el 20 tendrá la segunda quincena,
el 22 el IVA, el 25 nuevamente percepciones de Arba, el 26 tendrá la segunda oportunidad de pagar las moratorias que no pudo
pagar el 16 y el 30 los salarios mensuales.
A su vez debería
revisar los movimientos bancarios día a día para ver como el estado nacional y
las veinticuatro provincias ingresan y carcomen la propiedad privada de sus
saldos.
A
la hora de pagar servicios de energía y telecomunicaciones deberá registrar que
el 40% de sus consumos son impuestos de dudosa legitimidad.
Además,
deberá registrar su actividad en el registro correspondiente y no olvidar que
cada cosa que haga, piense, sueñe o intente hacer deberá registrarse en la
oficina correspondiente.
Podrá
contratar un ejército de gestores a tal efecto.
Realmente sería
muy interesante que diputados y funcionarios que jamás pagaron una quincena y
jamás corrieron a las 14:50 al banco para cubrir los cheques jueguen a ser
empresarios en la Argentina.
Por
lo general, diputados y senadores jamás tuvieron penuria el día 30.
Siempre
el sueldo se acreditó.
Siempre
cobraron puntual.
A
las 10 AM del día treinta “la guita estaba”, la “tuvieron viva”, “cash”, como
si nada pasara en el planeta.
Incluso para
algunos diputados la cuarentena y la no cuarentena es exactamente lo mismo.
Sobredosis
de play, sugerencias de barbijos.
Todos los días
son domingos en el placentero mundo legislativo.
No
hay ninguna chance de que el Estado se haga empresario.
Los políticos no
tienen las agallas, el valor y el honor que tienen los empresarios argentinos.
Si
fuera empresaria bonaerense, los días 1 de cada mes Vallejos debería abonar las
percepciones de Arba, el 2 las de AGIP, el 5 la segunda quincena del mes
anterior, el 10 Sicore (primera quincena), el 12 el SUSS (Form 931), el 13
anticipo de Ganancias, y así Quedarse con el esfuerzo
Lejos de
representar un proyecto serio la catarata de tweets de la diputada Vallejos es
una bomba de humo que esconde una intención ulterior.
La
política no busca quedarse con las empresas y mucho menos sentarse en los
turbulentos escritorios empresarios.
Lo que buscan es
quedarse con el esfuerzo.
Por
ello, el proyecto de la diputada Vallejos es la punta de lanza de regulaciones
tendientes al control de cambios y nuevos impuestos.
Son
de manual.
Los
legisladores subliman la culpa haciendo una supuesta diferenciación entre
empresas grandes y empresas pymes.
Eso es falso.
La
historia demuestra que las regulaciones e impuestos que recaen “sobre los
grandes” más temprano que tarde recaen también sobre los chicos.
El ejemplo más
contundente es el Impuesto a las Ganancias.
Nació
en los años treinta para los ultra ricos.
Hoy
lo pagarían los cartoneros si estuvieran registrados.
El estado
necesita comerse también a los pobres.
Por
eso 165 impuestos y 69000 regulaciones destruyen el trabajo argentino y
constituyen la fábrica más brutal de pobreza y marginalidad.
Para
muchos legisladores El COVID-19 es más una excusa que un virus.
La
sociedad soporta estoicamente una cuarentena durísima impuesta por un Estado
“olvidadizo” que tuvo que encerrar a la sociedad porque tras 70 años de
cantinela estatista resulta que se
olvidaron de las camas, los respiradores y los médicos.
La
pandemia es objetivamente grave tan grave como la dilapidación secular de
recursos que hizo el estado.
La diputada
Vallejos debería respetar a las empresas y a los empresarios y trabajadores que
las componen.
Soportan
día a día mochilas inviables plagadas de impuestos y regulaciones absolutamente
inviables.
Nuevas excusas,
nuevas regulaciones y amenazas de confiscaciones no solo constituyen una falta
de respeto sino una nueva fuente de pobreza y marginalidad.
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