Por
Enrique Guillermo Avogadro
“¡Qué
cosa más maravillosa es el pánico, esa partera de la Historia!” Antonio Scurati
Cuando
pienso en que corruptos condenados como Amado Boudou o Julio de Vido, entre
tantos otros, y los muchos delincuentes comunes que, excarcelados por un
supuesto miedo al contagio de Covid-19, han vuelto a cometer delitos cada vez
más violentos, no puedo menos que
recordar qué está sucediendo en los penales donde se encuentran detenidos
adultos mayores con edades que van de los 65 a los 93 años, presos políticos a
los cuales se les ha negado, desde 2003, todas las garantías constitucionales.
La
situación real fue denunciada nada menos que por Claudio Cirigliano, cómplice
de Ricardo Jaime en los robos al Estado que causaron el crimen de Once con sus
51 víctimas.
El
ex concesionario ferroviario se manifestó aterrado ante el traslado al penal en
que se encuentra –Ezeiza- varios militares contagiados por el virus.
Ese
panorama se replica en la cárcel de Campo de Mayo, donde 34 presos políticos se
han contagiado y varios guardia cárceles han sufrido la misma suerte.
De
este patético cuadro son responsables, sin solución de continuidad, esta
sociedad que integramos, tan miserable, hipócrita y cobarde, Néstor y Cristina
Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández y, en mayor grado aún, los asesinos togados que los han
condenado, literalmente, a muerte.
En
el mundo occidental no se registra antecedente alguno al cual esta situación
resulte comparable, tanto por el tiempo transcurrido desde los hechos -44 años-
cuanto por todas las violaciones de derechos descripta más arriba.
Ni
los criminales nazis juzgados en Núremberg después de la II Guerra, que
perdieron, sufrieron tanta saña como estos oficiales que vencieron en el
terreno militar a las organizaciones terroristas más fuertes de los 70’s.
En
el otro extremo del problema se encuentra el confinamiento que se instauró en
la Argentina hace ya 128 días.
Sin
negar la importancia de la mortalidad ni, por supuesto, el dolor de los
familiares por cada uno de los fallecimientos, y sabiendo ya que ninguna vacuna
estará disponible, como mínimo, hasta el año próximo, no podemos dejar de
formularnos algunas preguntas:
¿Cuándo,
finalmente, se vuelva a la normalidad en el AMBA, ¿el virus habrá dejado de ser
peligroso?
Si
no es así, ¿se contagiarán aquéllos a quienes se ha confinado masivamente?
Pero ha sido
útil a un gobierno cuya sede se encuentra, sin duda alguna, en el Instituto
Patria, la guarida de Cristina Fernández.
Y
ello así porque la cuarentena le ha permitido levantar sucesivos velos sobre la
realidad y, en especial, sobre sus objetivos.
Está
ya claro que estos son dos: la impunidad
para sí misma, su familia y sus cómplices (si es que a éstos no los matan
antes, como sucedió con Fabián Gutiérrez); y la creciente intervención del
Estado, con el objetivo concreto de que todos los ciudadanos terminen
dependiendo de la caridad pública, al mejor estilo cubano y venezolano, y
convertir a la libertad y al ejercicio de los derechos en una merced oficial.
A
paso redoblado, está avanzando sobre el Poder Judicial, donde pretende remover
a diez jueces, modificar el organigrama del fuero federal penal -precisamente
el que debe juzgar los innumerables delitos cometidos por la organización gansteril
que encabeza- y remover al Procurador General…
Si
lo logra, con la complicidad del Presidente, todas las vacantes serán llenadas
con militantes de Justicia Legítima. Los proyectos serán enviados al H°
Aguantadero la semana próxima, pero ya sabemos que el nuevo “comité de
expertos” legales que aconsejará a Alberto Fernández estará integrado, entre
otros, por Carlos Beraldi, el abogado de Cristina..
Y
en el segundo aspecto, a la fracasada (pero aún no descartada) expropiación de
Vicentín se sumó, esta misma semana, la pretensión de rescindir la concesión a
Edesur.
Si la
concretara, los argentinos volveremos a pagar sumas multimillonarias que se
sumarán a las que ya afrontamos por Aguas Argentinas, Aerolíneas Argentinas,
YPF, etc.
A
mi edad, me he vuelto escéptico, y por eso confío en podremos evitar tan
terrible destino por la total ineptitud que este Gobierno ha mostrado en todos
los campos, sea en las áreas de salud, seguridad, educación, defensa,
relaciones exteriores, acción social y
hasta de negociación de la deuda, a todo lo cual debemos agregar los conflictos
internos que lo afectan.
Pero
ello no obsta a que reclamemos a toda la oposición democrática que, como ya
hicieron los empresarios y los gremialistas, se siente a una mesa y acuerde las
10 o 15 políticas de Estado indispensables para salir de la crisis
socio-económica cuyo pico se acerca inexorablemente y para torcer el rumbo de
decadencia que adoptamos hace ya ocho décadas.
Con
ese proceder podrá dejar de ser mera relatora de la realidad y reunirse con el
Gobierno para intentar que éste comprenda hacia dónde nos está llevando y
cambie el derrotero antes de que sea irreparablemente tarde.
El
17 de Agosto volveremos a la calle para exigirlo…
Bs.As.,
25 Jul 2020
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