Por
Enrique Guillermo Avogadro
“Algunas
derrotas tienen más dignidad que una victoria”. Jorge Luis
Borges
Los
argentinos estamos acostumbrados a devaluar las palabras, inclusive en la
economía:
Nos
preguntamos cuánto subió el dólar, en lugar de cuánto bajó nuestro peso.
Y
decimos que la imagen positiva del pseudo Presidente es aún muy fuerte, sin
averiguar cuántos de los que apoyan esta “cuarentena” son empleados públicos o,
aun siendo privados, reciben su salario sin quita alguna mientras están
confinados.
Pero
Alberto Fernández, como ya todos sabemos, bate todos los records, a punto tal
que seguramente ingresará al Guinness.
No solamente se
pasó diez años despotricando contra su actual jefa -¡cuánto
lamentará tantos archivos!- sino que, desde las PASO de 2019, se ha contradicho
tantas veces que cuesta imaginar cuánto vale hoy su palabra.
Los extremos a
los que llegó fueron mentir en su calidad de profesor de la UBA y los
argumentos que utilizó para negarse a renunciar como presidente de una sociedad
y a dar a conocer el listado de los clientes de su estudio profesional, como le
reclamó su propia Oficina Anticorrupción.
Sin
embargo, y como cualquier embaucador, pretende que creamos en sus disparates.
Esta
semana puso en la balanza su palabra y la de Mauricio Macri y, obviamente, no
pudo cosechar éxito alguno en la medición.
Muy
suelto de cuerpo, atribuyó al ex Presidente haber dicho, en una conversación
que mantuvieron ¡hace seis meses!, que debían morirse los que fuera necesario
para no cerrar la economía.
Si
esto hubiera sido cierto, y dado que debería estar grabado, hace tiempo que lo
hubiera dado a conocer, puesto que el Gobierno pretende replicar ahora la
bastarda elección de Cristina Fernández como sparring que hizo Cambiemos
durante su propio mandato.
Pero
el ángulo en que más se percibe el
fracaso de su gestión es, precisamente, en el de la pandemia y en el método elegido para frenarla.
Después
de criticar a otras naciones, y generar los naturales conflictos diplomáticos
con sus gobiernos, como Chile, Brasil, Suecia, etc., hoy está palmariamente
demostrado que no somos un buen ejemplo, en especial porque ya sabemos que no
ha servido para poner a punto el sistema de salud y, muchísimo menos, para frenar la expansión del virus.
Sobre
un total de 215 países que exhiben sus datos, Argentina está 11° en casos
totales, 4° en nuevos casos, 18° en muertos totales, 6° en nuevas muertes, 10°
en casos aún activos, 7° en casos aún críticos, 32° en casos por habitantes,
36° en muertos por habitantes y 124° en tests por habitantes.
Mientras tanto,
el confinamiento obligatorio, el más prolongado del mundo, nos ha puesto
primeros en caída del PBI, y ha dejado a la economía en ruinas, tan destruida
que ya ha superado los efectos que sufriera cuando estalló la convertibilidad,
en 2001.
Se
han perdido millones de puestos de trabajo, registrado e informal, y cientos de
miles de empresas han cerrado definitivamente sus puertas.
Pero
el fracaso no termina allí.
El
cambio permanente de las reglas de juego y la obvia preferencia por los peores
sindicatos ha hecho que, desde que
asumió la dupla Fernández², no solamente se paralizara Vaca Muerta sino
que han comenzado a abandonar el país decenas de empresas de todo tipo
(autopartistas, aerolíneas low cost, fábricas de pinturas especiales, etc.) y
varias líneas aéreas internacionales han cancelado a la Argentina como destino.
Y
los monumentales broches de oro de esa intencionada política aislacionista lo
constituyen la absurda ley de regulación del teletrabajo, el congelamiento de
las tarifas y, esta misma semana, la intervención en el mercado de las
telecomunicaciones (televisión por cable, Internet, etc.), todo lo cual
derivará en la necesidad de importar combustibles, en la pérdida de calidad en
la transmisión de datos y en el incremento en el corte de los servicios….
Volveremos a la
edad de piedra.
El
jueves, a medianoche, el Senado dio media sanción a un proyecto de reforma
judicial que, una vez más, constituyó un atropello a la oposición, ya que el
dictamen que había sido aprobado en comisiones, sufrió nuevas modificaciones en una nueva violación al reglamento de
la propia Cámara.
El
más notorio rasgo de esas modificaciones son las cámaras de apelación, juzgados
y fiscalías que se crearían, generando así 500 cargos a cubrir, que servirán
para el “plan canje” con gobernadores y diputados tránsfugas.
Eduardo
Duhalde regaló titulares anunciando que no habrá elecciones y
sí un golpe de estado que, en teoría, llevarían a cabo oficiales
jóvenes de las fuerzas armadas…
En
realidad, el experto político nos notificó que estamos en anarquía y que ese golpe lo dará el propio Gobierno
suspendiendo el acto electoral, aún a riesgo de una guerra civil.
Ello
no obsta a que el ataque de Cristina continúe, con prisa y sin pausa, contra
los camaristas Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia, el Juez Germán Castelli
–todos han fallado en su contra- y contra el Procurador, Eduardo Casal.
Quien
puede frenarla es la Corte Suprema, a quien le bastaría con resolver la
inconstitucionalidad de la modificación en la composición del Consejo de la
Magistratura, que tiene en consideración hace cuatro años, o haciendo lugar al
recurso per saltum que han interpuesto los damnificados.
Bs.As., 29 Ago
2020
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