Por Enrique Guillermo Avogadro (Nota N° 824)
“La verdad se defiende sola. La mentira necesita de la ayuda del Gobierno” Antonio Escohotado
Tal como todos suponíamos, el absurdo e inoportuno periplo del Meme Presidente con el sólo objetivo de pasar la gorra en Moscú y Beijing terminó, para nosotros, en un gran fiasco.
Luego
de humillarse tanto ante un pétreo Vladimir Putin, volvió a tomar el avión para
visitar a Xi Jinping con idéntico propósito.
El
dictador lo miró con su mejor cara de nada y, para su sorpresa, vio
arrodillarse y bajarse los pantalones a Alberto Fernández y lo escuchó decir
que el peronismo siempre ha admirado al Partido Comunista Chino….
Juan Domingo
Perón debe haberse revolcado en su tumba.
El
nuevo Embajador de China ante Argentina, el disfrazado Sabino Vaca Narvaja,
cantó en mandarín una canción en honor de Mao, uno de los mayores asesinos de
la historia, y ambos fueron luego a rendirle homenaje en su mausoleo.
Acto seguido, a
Fernández le pusieron delante un montón de acuerdos que endeudan a varias
generaciones.
Los
debe haber firmado sin leer, ya que tenía urgencia de rogar que Xi aceptara
ampliar el swap vigente, autorizara la utilización de esos yuanes
(intercambiados por pesos en mera contabilidad creativa) para otros objetivos
distintos al comercio bilateral y nos prestara algo de los derechos especiales
de giro (DEG) que el FMI entregó a todos los países miembros.
El
jerarca chino, sonriente, siguió mirándolo, movió la cabeza y, claro, eso fue
percibido por el poveretto Alberto como un éxito.
Y digo que
parece no haber leído porque, por ejemplo, el proyecto de construir Atucha III,
la central nuclear que se instalaría en Lima, Provincia de Buenos Aires, es un
innecesario y monumental disparate.
El
combustible a utilizar será uranio enriquecido –Argentina no lo produce, y sí
dispone de gas natural- cuyo costo y futuras opciones de suministro se
desconocen, tanto como qué se hará con él, dada su agresividad con el medio
ambiente, cuando la vida útil de la planta termine.
De concretarse,
se transformará en la construcción más cara de la historia argentina (US$ 8.200
millones, según el Gobierno, casi US$ 14.000, según los expertos), y será la
primera usina nuclear construida por China en el extranjero.
Algo
similar ocurre con las represas hidroeléctricas previstas en el río Santa Cruz,
por mera casualidad en sociedad con Gerardo Ferreyra, de Electroingeniería, que
carecen de estudios de impacto ambiental
–en Ecuador acaba de demostrarse que China las construye mal- y, por lo
demás, están al fondo de la lista de prioridades nacionales.
En
materia de comunicaciones, la última visita de nuestro inefable Meme fue a la
fábrica de Huawei, que pertenece al Ejército chino, y cuyo sistema 5G es
rechazada en casi todo Occidente porque permite el espionaje industrial y
militar.
Pero
el más importante acuerdo firmado por nuestro Meme fue la adscripción a la
“Franja y Ruta de la Seda”, el megaproyecto global del régimen de Xi para
financiar obras de infraestructura (144 naciones ya adhirieron) con créditos a
altas tasas de interés, con la garantía de las propias instalaciones,
construidas mayoritariamente por empresas chinas, con trabajadores chinos.
Los
préstamos son tan onerosos que, en el caso de los 40 países más pobres que lo
firmaron, ya superan el 10% del PBI local.
Cuando
las naciones deudoras se ven impedidas de pagar sus obligaciones, y Argentina
tiene el record, simplemente China se
queda con la propiedad de esos puertos, carreteras, redes de comunicaciones y
bancarias, plantas de generación de energía, aeropuertos, etc.
Eso es lo que ha
sucedido en naciones como Montenegro, Macedonia, Uganda, Sudán, etc., y ha
hecho que el Partido Comunista Chino sea hoy propietario de miles de obras de
este tipo alrededor del mundo (como lo
es de la base espacial en Bajada del Agrio, en Neuquén), y es habitual que,
entonces, imponga sus criterios geopolíticos (¿y militares?) al comercio
internacional, con las consecuencias que son fácilmente imaginables.
El
Gobierno, en la persona del Presidente Alberto Fernández, violó nuevamente las
normas más elementales de la diplomacia internacional hablando en contra de un
aliado natural –los Estados Unidos, a quien necesita con desesperación dado su
poder de veto en el FMI- ante sus más férreos contendores, asociándose con los
dos regímenes más despóticos del mundo sin siquiera mencionar las cuestiones de
Ucrania y Taiwan, que se encuentran hoy en el preocupante tapete global, y ni
siquiera cuestionó las violaciones de los derechos humanos que ambos dictadores
cometen a diario.
Ratificó
así cuán rastrera y sesgadas es su posición al respecto, algo que ya había
demostrado con su irracional apoyo –que ni siquiera acompañan los izquierdistas
Gabriel Boric (Chile), Pedro Castillo (Perú) y Gustavo Petro (Colombia), para
pesar de Nicolás Maduro- a sus colegas de Nicaragua, Cuba y Venezuela, y en sus
permanentes ataques a la prensa libre.
Sus
sicarios continúan ensañándose aquí con los hoy ancianos militares que
derrotaron a la subversión marxista en los 70’s y, mientras tanto, apoyan
irrestrictamente las reivindicaciones de los pseudo-mapuches, que buscan
apropiarse de tierras e independizar a la Patagonia de Argentina.
El
Congreso argentino está en receso hasta el 1° de marzo, cuando se abrirá un
nuevo período de sesiones ordinarias. Será entonces cuando la oposición deberá
ponerse de pie, exigir la información precisa necesaria, tanto sobre los
verdaderos alcances del preacuerdo con el FMI cuanto sobre todos los contratos firmados
por el Meme con Rusia y China, y exigir el cumplimiento de lo dispuesto por el
artículo 75 de la Constitución, que establece que aprobar este tipo de
convenios es atribución exclusiva e indelegable del Poder Legislativo.
Bs.As.,
12 Feb 22
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