"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 10 de mayo de 2022

La batalla cultural que no fue

Por María Záldivar

El pavoroso desplome de Chile es el ejemplo perfecto de una dirigencia que intentó construir prosperidad económica sin librar, previamente, la batalla cultural.

Se impulsó capitalismo sobre terreno socialista y, si bien la inercia colaboró durante un par de décadas manteniendo las políticas de crecimiento que habían llegado de la mano de una administración de facto, hoy queda expuesto que ese supuesto milagro racional que parecía desarrollarse en armónica convivencia entre libre mercado en lo económico y progresismo político, no era tal.

Para que las bases de la democracia liberal sean sólidas es imprescindible una sociedad que entienda que sus raíces no se sustentan en el PIB o el control del gasto público y de la emisión monetaria, por cierto todas herramientas imprescindibles de la fortaleza económica de una nación.

Sin embargo, el núcleo del bienestar pleno lo aporta el sistema político, del que la salud financiera de los países es solo una pata de la construcción.

 

La batalla cultual no es económica ni aún en los países pobres donde, como resultado del socialismo y las políticas asistencialistas, podría parecer más sencillo de explicar a la población que esos son los motivos por los que viven mal y no crecen ni progresan.

Sin embargo, allí es donde más difícil se hace introducir las ideas liberales que son las que han sacado a millones de personas de la miseria a lo largo de la historia.

La pobreza extrema suele ir acompañada de escasa instrucción ya que las administraciones de izquierdas no educan para el desarrollo del individuo, sino que adoctrinan para asegurarse “clientes”.

A esa masa enorme de gente le inculcan que son pobres por culpa de los que no lo son, y que la libertad solo favorece a los poderosos.

Les dicen que estar cerca del estado es la mejor protección y a la sombra de este discurso, el aparato de la burocracia aumenta y la ineficiencia del gasto público, también.

El centrismo, políticamente correcto, navega entre el buenismo y la claudicación; nunca una declaración contundente, nunca una definición severa

La Argentina se suma a los ejemplos de que el transitorio buen pasar económico no fideliza a la sociedad con las ideas de la libertad, que son infinitamente más ricas que el discurso de los números.

En los años 90, el peronista Carlos Menem aplicó medidas de libre mercado durante la década que gobernó.

La población festejó la súbita bonanza económica que significó un up grade en la calidad de vida sin esfuerzo alguno.

Sin embargo, cuando esa quimera se derrumbó, el público no atribuyó el fracaso a la falta de un marco institucional acorde, sino al liberalismo económico.

Y pasó así porque la gente seguía siendo filosóficamente socialista; el peronismo menemista había entendido el agotamiento del estatismo vigente y dio un golpe de timón contra la decadencia estructural llevando adelante la llamada convertibilidad, una especie de dolarización que le dio aire a las exhaustas arcas públicas; pero no tuvo intención alguna de introducir las modificaciones necesarias en el sistema político, obsoleto, corrupto y plagado de trampas que solo benefician a los políticos profesionales, convertidos en una verdadera  corporación que impide el recambio de personas y de ideas.

 

Cuando los postulados de la Agenda 2030 son adoptados mansamente; cuando el feminismo exige privilegios sin pudor y no encuentra resistencia ni en las sociedades ni en los medios de comunicación y menos aún entre los políticos; cuando la noción de “sustentabilidad” se impone a la de nacionalidad por obra del marketing global, se está frente a  una sutil pero efectiva cancelación de la libertad.

 

Porque la democracia liberal entraña el respeto por las minorías, un principio absolutamente desvirtuado en la actualidad.

Hoy, si no son comunidades LGTB, indígenas, feministas, pueblos originarios o medioambientalistas, cuyos reclamos y exigencias son atendidos casi con urgencia, se vive una dictadura de las mayorías.

Solo tiene entidad lo populoso; y de populoso a populismo hay un paso.

 

El populismo es la contracara de la democracia liberal aunque se aprovecha de su prestigio para desplegar gestos similares que llegan a confundir al electorado distraído.

Pero ese periplo maligno es posible cuando la doctrina y el amor a la libertad no están incorporados.

 

La historia reciente demuestra que el impulso de liberalismo económico a secas no alcanza para luchar contra el globalismo y la nueva izquierda

 

La factura que se le ha pasado históricamente al liberalismo es que su discurso se concentra en la economía.

Y algo de verdad hay.

Sin embargo, en los últimos años han surgido alrededor del mundo, movimientos liberales y conservadores cuya preocupación son los valores y las instituciones.

Algunos inclusive han logrado transformarse en opción electoral, vienen a romper con los bipartidismos tradicionales y ponen en jaque a la política misma en tanto exponen la falta de respuestas que acumulan los partidos tradicionales.

 

Cabe señalar que a ese bipartidismo histórico nunca le incomodaron las expresiones marxistas, por minoritarias y porque no llegan a amenazar el statu quo.

Las posturas extremistas conviven en el sistema político sin causar mayores alteraciones.

El problema lo crea este liberalismo conservador que defiende instituciones y valores pero con la vehemencia que los partidos tradicionales fueron perdiendo.

El centrismo, políticamente correcto, navega entre el buenismo y la claudicación;

nunca una declaración contundente, nunca una definición severa.

 

Hoy, frente al fracaso de la receta globalista, el centrismo no es opción y el liberalismo conservador emerge como la auténtica solución, como la única solución.

Mientras tanto, el centrismo, insalubremente tibio, insanablemente sinuoso, no encuentra otra forma de contrarrestar el posicionamiento de esta nueva opción y su creciente éxito que acusándola de populismo de derechas.

 

Las ideas que producen crecimiento, prosperidad y calidad de vida necesitan de una sociedad que las demande pero con un marco institucional sólido se consolidan.

Mientras eso no sucede, las recetas exclusivamente económicas son paliativos de corto plazo.

Las sociedades que toman ese atajo, aplacan los síntomas del estancamiento por algún tiempo, respiran y postergan pero sus problemas de fondo persisten.

 

La historia reciente demuestra que el impulso de liberalismo económico a secas no alcanza para luchar contra el globalismo y la nueva izquierda.

Pero eso lo tienen que entender primero los profetas del libre mercado y ofrecer una receta completa en la que lo económico es parte de una construcción más amplia y más compleja pero imprescindible.

Porque la nueva derecha, liberal y conservadora, tiene que ser un requerimiento social y es cometido de la clase política inspirar a las sociedades a abrazar sus postulados.

 

lunes, 9 de mayo de 2022

La Argentina boluda y los medios bobos (o no tanto…)

Por: Rubén Lasagno

Cristina Fernández maneja la agenda de la política nacional y la agenda setting de los medios, aún los supuestamente críticos.

Basta que la vicepresidente haga tres líneas en Twitter para que salgan los exégetas, los interpretativos y los adulones onerosos que tiene el gobierno, a bendecir cada palabra suya pretendiendo encontrar algún mensaje oculto contra el presidente o a darle una importancia que no tiene, en el marco de la grave crisis que vive el país.

Los medios considerados “críticos” y donde los periodistas dicen estar en contra de las prácticas antidemocráticas de Cristina Fernández, replican sus palabras casi como con un molde.

Fuera de algunos periodistas como Nelson Castro que más que interpretarla le busca los sin sentidos a las palabras de la ex presidente, la mayoría se enreda en otro tipo de análisis político, lo cual no hacen más que refrendarla, visibilizarla y ponerla “en debate”.

 

“Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí, aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien” es la frase de Salvador Dalí y en la cual se apoya la estrategia comunicacional de Cristina Fernández a cuyo propósito le ayudan muy bien los medios, aún quienes ejercen la crítica política.

Y más aún cuando sus conductores se esfuerzan por resaltar algunas condiciones histriónicas, de liderazgo y de la personalidad propios de la vicepresidente, casi como asombrados admiradores y no en su rol de interpeladores públicos.

 

Y Cristina Fernández es casi omnipresente en esta Argentina cruzada por la desgracia de la clase política.

Primero por decisión de Mauricio Macri, quien no solo la subestimó sino evitó sacarla del juego porque ella (según Macri) representaba todo lo malo y él, todo lo bueno y (a su equivocado criterio) la gente lo elegiría a él sobre ella. Antes de los cuatro años, CFK volvió con cara de oportunidad, perfil bajo, simulando ser segundona, con un muñeco bajo el brazo, montó un circo mediático y el gobierno de JxC ya no tenía fuerza para demostrar lo contrario.

Ya nadie le creía y Cristina volvió.

 

Pero aquella puesta en escena de Cristina Fernández, también fue abonada por los medios bobos y votada por la Argentina boluda.

Los medios bobos, no resultaron ser tan bobos o al menos no fueron bobos gratuitos.

La posición de muchos cambió y resultó evidente la forma en que viraron hacia otro norte, cuando olfatearon que el macrismo caía irremediablemente.

 

El argentino, siempre en contramano del progreso verdadero y paciente terminal de la enfermedad de boludo crónico, se creyó aquello de que “volvían mejores” y compraron al Alberto “moderado” el único capaz de ponerle límites al poder de la Vice.

Una estupidez que la propia prensa nacional ayudó a instalar, igual que ahora, cuando leemos y escuchamos que las encuestas en provincia de Buenos Aires, le dan posibilidades a CFK para el 2023, sin ninguna prueba fáctica excepto el énfasis de algunos conductores de televisión por instalar la operación.

 

Cristina es una persona mala, soberbia, mentirosa, corrupta, dual e inmoral.

Está considerada jefa de una asociación ilícita por la justicia, posee juicios por lavado de dinero, está claramente tipificada como destituyentes de su gobierno y aun así, hay adulones mediáticos a quienes, desde una posición supuestamente crítica, se les caen las babas frente a las pantallas y destilan una rara reverencia hacia la controvertida imagen pública de la viuda, como un síndrome de Estocolmo desarrollado por la masa crítica de los comunicadores más reconocidos.

 

Son los mismos que aun siendo críticos de la vicepresidente, resaltan sus grandes dotes de oradora.

Si algo no tiene CFK, es precisamente, capacidad oratoria.

Está cargada, de muletillas, cae en lugares comunes, permanentes gestos forzados, no puede disimular su impostura y demuestra ser una gran ignorante, cuando en sus declaraciones en actos públicos, alude a hechos y circunstancias que no son ciertas o directamente padece de errores conceptuales muy importante o lo que es peor, padece de una deficiente cultura general y falta de lectura, especialmente de la Constitución Nacional.

 

Y si acaso una parte de los habitantes de esta Argentina boluda, la sostiene con su voto en el 2023, a pesar de todo lo que estamos viviendo con este gobierno de inútiles y delincuentes, está claro dónde y por qué estamos enfermos como sociedad:

No sabemos, no podemos o no queremos despertar a la realidad y reconocer que el principio de todos los males argentinos no está en esta mujer alienada y obstinada en salvarse ella a costa de la destrucción de las instituciones, sino está dentro de cada uno de nosotros mismos, que no sabemos discernir o convivimos con el mismo maniqueísmo propio del kirchnerismo más rancio.

 

Este dejá vu argentino lo padecemos gracias a lo boludo que somos y a los medios bobos, cuando terminamos poniendo el voto a un espacio que la contenga agazapada a CFK o, como en el caso de Alberto Fernández, cuando aceptamos su engendro político llamado Frente de Todos.

 

Con su característico oportunismo, armó para vendernos un caballo de Troya y alegremente (muchos) compraron en el 2019 y podrían volver a comprar en el 2023 gracias a los comentarios y notas laudatorias de algunos periodistas que creen desnudar las verdades de la vicepresidente y están potenciando sus malas artes.

(Agencia OPI Santa Cruz)

domingo, 8 de mayo de 2022

Las condiciones que impone Cristina Kirchner para negociar con Alberto Fernández

Por Marcelo Bonelli

La vice pide la salida de Martín Guzmán y una “mesa política” que tenga a cargo las grandes decisiones del Gobierno. (Sí esto no es destituyente... ¿qué lo es?

El Presidente desechó la propuesta y transmitió que no va a delegar las decisiones.

La pelea tiene paralizados a los ministros.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner se estuvieron enviado mensajes secretos, a través de emisarios vinculados a la Casa Rosada y al Instituto Patria.

Los mandaderos transmitieron a ambos las condiciones que la vice exige y el Presidente reclama para una eventual tregua política.

La iniciativa incluyó al jefe de Gabinete y también a Sergio Massa, Wado de Pedro y hasta Juan Zabaleta.

El cuarteto actuó por un temor recurrente:

La pelea está escalando y el desprecio de ambos erosiona –por igual– a los dos y al Frente de Todos.

Alberto se derrumba en las encuestas.

Cristina perdió caudal electoral y no deja de mostrar debilidad en sus acciones políticas: desde el inicio del año, no le sale una bien y ya es palpable su debilidad.

Las gestiones se hicieron en las últimas 48 horas y hasta este jueves a la noche tenían un saldo desalentador:

El odio de la vice continúa y aumentó el desencanto de Alberto.

Cristina propuso un pedido indigerible para Alberto: armar una “mesa política”, que tenga a cargo las grandes decisiones de la Casa Rosada.

La vice reclama que esa “mesa” esté compuesta por el Presidente, Cristina, Massa, Máximo y su hijo político Axel. En otras palabras: un sistema de decisión colegiado, que reduciría los márgenes de acción del Presidente y licuaría a Alberto.

Cristina argumentó así su pedido: “Alberto debe dejar de cortarse solo”.

Y transmitió: “La mesa debe servir para tomar en conjunto las decisiones centrales”.

 

Alberto –cuando se enteró- calificó de delirante la propuesta, y contragolpeó:

“El Presidente soy yo. No voy a delegar nada”.

Ambos están irritados y se desconfían.

El Presidente trata de desleal a Cristina en las reuniones de Olivos y la vice de “traidor” a Alberto.

Fue –igual- el primer intento de negociación.

Los emisarios quieren frenar una patética pelea de poder que tiene de rehén a la Argentina.

Massa está también furioso.

Cansado de “ser el psicólogo” de Alberto y de aguantar las “monsergas” de Cristina.

El jefe de Diputados dijo en un encuentro íntimo: “Perdemos energía en esto”.

Esta semana hubo un encuentro –parcial y secreto– de algunos gobernadores en el CFI: todos están preocupados y dicen que Alberto y Cristina son “los Pimpinela de la política”.

 

Este viernes puede haber otra escalada.

La propia vice hablará en el Chaco sobre “la insatisfacción democrática”.

Sus marionetas –Oscar Parrilli, Andrés Larroque– aseguran que Cristina volverá a pegar duro a Alberto.

El Cuervo justifica: “Queremos que Alberto reaccione”.

 

Hace dos meses que ni siquiera se hablan: la trifulca tiene paralizados a los ministros y ya afecta la gobernabilidad de la Casa Rosada.

Así lo dicen los paper de los hombres de negocios de Wall Street.

En algunos de esos subjetivos –y muchas veces poco informados- trabajos se insiste en que Cristina en realidad quiere desbancar al Alberto.

Otros especulan con su candidatura:

Cristina solo será candidata si Macri también es presidenciable.

El propio Martín Guzmán admite los problemas de gobernabilidad en las herméticas reuniones que tiene con los principales CEO de la Argentina.

Mantuvo –esta semana- conversaciones secretas con aquellos empresarios que irritan a la vice.

Todos tienen una primera pregunta: le hablan de la incertidumbre que genera la pelea.

Guzmán se sinceró: “Es imposible bajar la inflación sin certidumbre política”.

Es un tiro directo contra la vice: para Guzmán, el desorden que armó Cristina aumentó la remarcación.

El ministro reiteró su urticante tesis en la reunión de Gabinete.

Dijo que la inflación en abril “bajaba, pero seguía siendo mala”.

También, que en mayo iba a descender, pero que el conflicto político entre Alberto y Cristina impedía una baja más brusca.

Así remató: “Necesitamos certezas políticas del rumbo”.

Martín Soria (un topo de Cristina en el encuentro) tardó segundos en contar todo al Instituto Patria.

Máximo entró en cólera: “Encima nos echa la culpa de su propio fracaso”.

Guzmán, Matías Kulfas y Claudio Moroni fueron los tres primeros en hablar.

Una señal de que la reunión de Gabinete –después de un semestre– fue para responderle a la vice.

El encuentro –igual– no fue feliz.

El Gobierno no trabaja y la puesta en escena fue patética: caras adustas, miradas de preocupación y silencio de desconfianza.

Guzmán tuvo este jueves que explicar en la Casa Rosada que nunca parafraseó a Mauricio Macri.

El ex presidente dijo en marzo de 2018 que “lo peor ya pasó” y en abril se inició la corrida cambiaria que llevó al fracaso su gestión.

En Economía sostienen que Guzmán nunca pronunció esa fatídica frase y que fue un vocero de la Casa Rosada que la inventó y transmitió a los medios.

“Nadie le cuida el culo a Martín”, exclaman en Economía: había bronca con el equipo de Gabriela Cerruti.

Este jueves, la vocera trató de compensar y desmintió que Alberto le busque reemplazante.

La cuestión –obvio- apareció en las negociaciones secretas para unir a la dupla Alberto-Cristina.

La vice transmitió a los emisarios que Guzmán se tiene que ir.

Pero les aclaró: “Yo no quiero poner a nadie. Pero quiero sacar”.

No es una concesión de Cristina.

La confesión de la “Doctora” obedece a una verdad concreta: ni Cristina ni -menos- La Cámpora tienen un candidato potable para reemplazar a Guzmán.

Roberto Feletti se desgastó con su colección de fracasos.

A Augusto Costa no le da el pinet y Axel Kicillof está muy deteriorado.

En el Instituto Patria soñaron con Roberto Lavagna.

El ex ministro prefiere no atender los llamados de Cristina.

Aduce problemas de conexión en su celular.

Cristina –además– prefiere no ser responsable del candidato a ministro.

Ella se siente cómoda siempre con el “dedo acusador”.

A Guzmán le imputa tres cosas: un inconsulto acuerdo con el FMI, el fracaso inflacionario y la pérdida continua de dólares que hace aún más vulnerable la economía.

Los emisarios le transmitieron al Presidente la concesión de Cristina:

Quiere que se vaya Guzmán, y deja que el reemplazante lo disponga Alberto.

El jefe de Estado es tajante: “Mientras me pidan la cabeza de Martín por los diarios, no voy a hacer ningún cambio”. Alberto tiene decidido desgastar a Cristina con el peso del tiempo.

Guzmán –increíblemente– se siente firme.

En los diálogos privados con los empresarios insiste en que se va a quedar hasta el final.

Dice para demostrar su fortaleza: “Yo ahora soy ministro de Economía y de Energía”.

La pelea le garantiza el cargo.

Además, La Cámpora logró un milagro político: que Guzmán mejore en las encuestas.

Ocurre porque es una cara racional, frente a la locura de Máximo y los suyos.

Sube por el espanto que generan aquellos que lo atacan.

Sucede en medio de la erosión inflacionaria.

Un informe confidencial del Indec asegura que será entre el 5,7 y el 5,9 %.

Para sobrevivir, Guzmán deberá superar –la semana próxima- las audiencias públicas sobre tarifas de energía.

En YPF las cosas están calientes.

Se debe a una pelea en el directorio por negocios turbios del kirchnerismo.

Son pases de factura del Zar del Juego a la actual conducción de YPF.

En la mira están Pablo González, Sergio Affronti y el área de Asuntos Jurídicos.

Nadie sabe quién tiene razón.

Cristóbal López acusa a La Cámpora de sostener en la petrolera a funcionarios que perjudicaron a su fallida –por evasión- Oil Combustibles.

viernes, 6 de mayo de 2022

LAS FORMAS DE LA VIDA

Uno de los personajes de  Andrea Camillieri, en relación al conocimiento de la verdad de un hecho de la vida, pregunta ¿qué forma tiene el agua? 

Al responderse que no tiene forma, dice que tiene la forma que uno le da, según donde la coloque, en una taza, un recipiente cuadrado,  o redondo.

Concluye diciendo puedes buscar la verdad o quedarte con la forma que se le ha dado al agua.

Hermosa metáfora para significar la vida.

Porque también la forma de la vida, es la que uno le da

Los hechos, las circunstancias, las relaciones, tienen una realidad monolítica, son en verdad lo que son, hay identidad total, pero las formas que tenemos en nuestra vida de acceder a la verdad de dichos hechos y relaciones muchas veces tienen la forma que le damos nosotros –como al agua- en lugar de ser lo que son.

 

Es cierto que para hablar de las formas de la vida, hay que entender previamente el sustento material de la misma. en el sentido de cómo se generaron, crecieron y evolucionaron los seres vivos.

Pero esa es otra cuestión, es el sustento material de la vida, lo que somos, lo que nos diferencia de la materia inerte, aun con los mismo elementos químicos, y como se descompone y fenece la vida.

 

Esta metáfora alude a la relación de nuestro interior, el yo profundo de cada uno, con la forma de ver la vida.

Esa forma, que como la del agua, se irá moviendo y cambiándose de acuerdo a que nos suceda, cuáles son  nuestras condiciones, nuestros proyectos, nuestros ideales, las conveniencias de la existencia y las relaciones que tengamos.

Es cierto que la  vida nos antecede, pero hay una tendencia innata en el ser en pretender el control exclusivo y total de la misma, aún de aquella que se relaciona y condiciona a otros.

Pero la vida, yace ante nosotros y debemos encaminarla hacia el destino que se nos ha conferido.

La vida es un don, pero un don que exige un esfuerzo personal y una responsabilidad, por la cual debemos darle sentido.

Entonces la forma de la vida, será su forma natural, el proyecto del ser, que vive, crece, se relaciona, procrea y continúa con la existencia.

Ese marco está adornado por una serie de virtudes intrínsecas en la vida, la igualdad, el equilibrio, la bondad, la verdad y también la justicia.

Pero el hombre se deja tentar, como se ha dejado tentar desde el comienzo de la creación, y entonces inventa formas, le da connotaciones especiales a la vida.

Como el agua de la metáfora que es distinta en una taza, en un tubo o en un recipiente cuadrado.

El hombre le da formas a la vida de acuerdo a su conveniencia, y entonces la vida comienza a tener aristas desconocidas y distintas.

Hay primeros y secundarios, compinches y enemigos,  dignos e indignos, privilegiados y subalternos, merecedores y negados, hijos y entenados.

Vamos creando una vida artificial a nuestro antojo y a nuestra comodidad, donde somos privilegiados, generando situaciones de ayuda o disipación de acuerdo a nuestro entender, nuestra conveniencia o nuestras trampas.

Entonces la igualdad está en un vaso en el que caben los que me interesan, y los demás están afuero, el equilibrio es para mis amigos, los otros no son merecedores; la bondad es para el que creo que la merece o me conviene y para el resto nada.

La vida empieza a tomar una forma inédita, perversa y malintencionada.

 

Retrotrayendo la historia de la humanidad, se entiende que siempre hubo esta condición, que en toda época y lugar hubo situaciones desiguales, no equilibradas y hasta malvadas.

¿Qué forma le damos a nuestra vida?

¿Elegimos la vida en sí, o las formas que le damos?

Somos conscientes del don recibido, y de la condición de todos los hombres en igualdad  con el mismo.

Entendemos que no somos mejor ni peor que nadie, y que debemos respeto a la dignidad de todos los hombres.

Sabemos distinguir la vida en sí misma, de las formas espurias que les son dadas.

 

Hay una forma real, verdadera y justa de la vida.

Como el agua, dejarla fluir, que a todos se brinde por igual, que no esté contenida de ninguna manera, ni nadie le ponga barreras o contornos, y entonces la humanidad vivirá en equilibrio, en paz y con felicidad.

Elias D Galati

jueves, 5 de mayo de 2022

El autogolpe kirchnerista, el rechazo de la boleta única y la destrucción del país que a ninguno de ellos les importa

Por: Rubén Lasagno

Cuando este gobierno títere asumió la conducción nacional, lo dijimos sin eufemismos:

Cristina Fernández sería la encargada de manejar los hilos de su marioneta política, le impondría los funcionarios de las principales carteras y le dictaría las políticas a seguir.

Entre todo ese fárrago de actividades y compromisos, Alberto Fernández tenía una obligación: recordar que era presidente por obra y gracias de la viuda y poner la mayor cantidad de su esfuerzo en doblar la luz que ilumina a la justicia y con el codo, borrar las causas que atosigan a su vicepresidente y los hijos.

 

El “Plan B”, en caso de no lograr los objetivos ordenados o creer Alberto Fernández que realmente es presidente por derecho propio, era horadar su poder, desgastar sus bases, quitarle sustentación política y obligarlo a renunciar o “enfermarse” para que en el término de año y medio o dos años, su vice en función presidencial logre torcer los parámetros institucionales, destruya la justicia, el Congreso y exacerbe el populismo berreta en todos los rincones del país, subvirtiendo el orden social, repartiendo pobreza y planes que le sirvan para sostener el poder en el 2023 y si eso no ocurra, que quien venga, se encuentre con un terreno minado, mucho más oscuro que en el 2015.

El “Plan B” se está instrumentando en este momento.

No hay nada más destituyente, golpista y anticonstitucional que el kirchnerismo/cristinismo o como se llame esta facción populista del peronismo servil.

CFK solo tiene dos impedimentos, uno procedimental y otro institucional.

La valla procedimental fue la pérdida de la hegemonía en Diputados en las elecciones de medio tiempo, lo cual le restó poder para hacer lo que quiera y la institucional es el riesgo de asumir con un país destrozado por ellos mismos y que no pueda manejar a su antojo, generando una revuelta social debido al hartazgo que tiene la mayor parte del pueblo, acompañado por el asco que emana de su mala fama y abyecta conducta antisocial y antidemocrática.

Con una oposición dividida, sin convicciones y mucha necesidad por figurar de hombres y mujeres quienes se ven con posibilidades en el 2023, Cristina Fernández torpedea por debajo de la línea de flotación, a la frágil nave cuyo capitán está pensando seriamente en abandonar el barco.

 

Ella, su hijo, el cuervo Larroque, Bonaffini, Massa, Berni y tantos más se consideran distintos y son lo mismo. Pretenden hacer oposición dentro de su propio gobierno, imponiendo un nuevo engaño a los votantes distraídos.

Son todos cómplices de un mismo “proyecto”, que se lo vendieron al electorado como la vuelta mejorada de los mismos y era un salvoconducto para ellos y sus causas penales.

Nunca fue un proyecto para una salida real de la crisis.

Pero nadie o muy pocos lo vieron.

Solo les bastó con el “Ah! pero Macri”, para sustentar su engaño.

Fue muy poco lo exigido para retomar el poder en un país sin rumbo y una clase política (oficialismo y oposición) sin empatía.

Argentina es un barco al garete.

Sus constructores han huido de la cubierta y desde las lanchas de salvamentos, lo torpedean para hundirlo.

Arriba, un capitán inepto, cobarde y decrépito, zozobra junto a una tripulación de inútiles que no pueden remediar su propio desquicio.

Sobre el barco, los pasajeros miran absortos como se hunde de proa, se amontonan en la popa y todavía hay muchos que miran a los constructores que están en la barcazas, para ver si en el 2023 los pueden salvar construyendo otro barco que los lleve a alguna parte.

 

Este es un país sin destino si la sociedad no tiene un destello de lucidez para hundir a la lacra política que nos destruyó en los últimos 20 años y apostar por la justicia, la institucionalidad y la ley.

(Agencia OPI Santa Cruz)

lunes, 2 de mayo de 2022

36 días de genocidio...

El “gran éxito” de Putín (el amigo de Cristina y Alberto) es acumular miles de muertos civiles, violar a mujeres y enterrar cadáveres en fosas comunes

Por: Rubén Lasagno

El 24 de febrero de 2022 empezó la invasión armada a Ucrania por parte de Rusia.

Treinta y seis días después los combates siguen en las calles de las distintas ciudades.

La gran potencia armada que parecía Rusia, no lo es tanto, no ha podido doblegar el ánimo, la resistencia y las escaramuzas de Ucrania.

En el medio las tropas rusas debieron replegarse, rearmarse y volver a atacar con armas altamente letales.

Lo que empezó como una “operación quirúrgica”, según los medios oficiales rusos, terminó siendo una orgía de sangre y fuego.

La invasión rusa a Ucrania, ya se inscribe entre los más tenebrosos crímenes de guerra, con el dato que agrava considerablemente el objeto y sus consecuencias:

No es una guerra por cuestiones religiosas, ni económica, ni racial, es un fraticidio, pues rusos, ucranianos, polacos y otros países del orbe, comparten lazos de sangre, comunidades, trabajos e intereses comerciales y sociales afines.

La guerra actual es producto de la invasión criminal y asesina de Vladimir Putin a un país vecino, que optó por defenderse.

Para el Papa Francisco, que ha borrado de su léxico la palabra “invasión”, al igual que para Alberto y Cristina Fernández, el nivel de incondicionalidad con el genocida ruso, los hace quedar como defensores de la peor lacra contemporánea de la política internacional, al punto de cuestionar (prácticamente) “la guerra”, pero no por el acto aberrante de la invasión rusa a Ucrania, sino por la oposición que hace el pueblo ucraniano a ser invadido.

En términos relativos, lo que están diciendo el Papa, Alberto y Cristina es que la guerra se produce porque Ucrania decidió defenderse.

Una aberración política sustancial y definitivamente atroz de parte de Jefes de Estados.

El genocida Vladimir Putin ha dejado a su paso las peores muestras de lo que es capaz un ser humano.

El odio, el resentimiento, la destrucción y los más aberrantes crímenes de lesa humanidad.

Sin embargo, todo esto que aún los historiadores, la prensa y los organismos de DDHH y cuanta organización similar esté dando vuelta en el mundo, persisten en recordar como el genocidio armenio, el holocausto judío, el genocidio bosnio (masacre de Srebrenica en 1995), entre otras bestialidades de la humanidad en la corta vida de los últimos 100 años del mundo, hoy tiene otro capítulo, escrito por el presidente ruso.

Los destinos del ex gran visir Talaat Pasha, Otomano ejecutor del genocidio Armenio (Slobodan), Adolfo Hitler (holocausto judío), Milošević y Milenko Trifunovic (bosnia), entre otros, fue la muerte.

Y lo mismo le espera a Vladimir Putin, el genocida contemporáneo que algunos tratan de disimular tras una pátina de estadista en un país donde sus propios amigos, le están dando la espalda, porque su locura criminal les está haciendo perder plata (no por otra cosa).

En una de nuestras notas el día 9 marzo 2022 y hablando precisamente de la interna que tiene Putin, a partir de lo que nos dijera un colega español, escribimos “Este castigo global llamó a la reflexión a la burguesía rusa y le ponen presión al presidente Putin, sobre quien un médico ruso reveló allí por noviembre, que padece de Párkinson y un tipo de cáncer. No son pocos quienes piensan que Vladimir Putin esté jugando su última carta y en este marco se interpreta la amenaza de su canciller de un posible conflicto nuclear “devastador” para la humanidad”.

Y de eso se está hablando ahora.

Un mes después de haberlo dicho, se sabe públicamente que Putin está enfermo, tiene un Parkinson avanzado y debe ser operado de un tumor maligno.

Tal vez sea el castigo que le tiene reservado la vida dispendiosa de un miserable ser humano que en el fin de su existencia mandó a sus ejércitos a destruir un pueblo, violar a sus mujeres, ejecutar hombres, mujeres y niños, enterrarlos en fosas comunes y bombardear indiscriminadamente a civiles en las calles como un loco desesperado de sangre.

Vladimir Putin se merece morir en las peores condiciones y ya es vox pópuli que sus “amigos” van a encargarse de matarlo.

En la Rusia que él creó, las conspiraciones de muerte son cosa de todos los días.

Putin las aplica con sus colaboradores, sus enemigos, el periodismo, sus detractores y quien se le cruce.

El presidente ruso vive en una burbuja de seguridad, sin la seguridad de saber si algunos de esos mismos que lo rodean, lo matará mañana.

El destino de este genocida es inexorable.

Como en los casos anteriormente mencionados, los déspotas criminales de la historia murieron ejecutados o por su propias manos, pero ninguno sobrevivió a la persecución que sobrevino luego de sus acciones criminales.

¿Habrá pensado Putin que luego de su escalada invasora, la vida de él iba a seguir como todos los días?.

Un verdadero energúmeno populista, egocéntrico y corrupto, de cuya onda expansiva no escapa su entorno.

Amigos enriquecidos de esa corrupción y hasta sus hijas que nadan en oro por los delitos de su padre, sufren las consecuencias.

¿Cuánto le queda a Vladimir Putin?.

Lo que reste de la oposición ucraniana.

Su vida es inversamente proporcional al éxito de la resistencia militar de Volodímir Zelenski, quien ya es mucho más que el presidente ruso.

La empatía mundial hizo de este ex cómico, el gran beneficiario de esta locura genocida de Putin.

Excepto en países con gobiernos marginales como la Argentina y de las poca bondadosa posición del Papa, todos, sin excepción, están al lado de Ucrania y en contra del genocida ruso.

(Agencia OPI Santa Cruz)

martes, 26 de abril de 2022

Mauricio Gómez, Fernando Cotillo y el gobierno provincial no tienen el mínimo atisbo de vergüenza

Por: Rubén Lasagno/OPI Santa Cruz

Como si la historia comenzara hoy, el gobierno provincial publicó con mucho orgullo y poca memoria “el comienzo” de las obras de la autovía Comodoro-Caleta en la ruta nacional Nº 3 y presenta la información con dos detalles típicos del relato K puesto al servicio de la mentira  y el ocultamiento:

Primero se anota la obra como parte de la “reactivación de la obra pública” de este gobierno pujante y sensible, aunque se olvidaron que Alicia Kirchner va por su tercer mandato y en segundo lugar, se volvió al ¡Ah pero Macri! y el encargado de recortar la realidad fue el propio Mauricio Gómez, presidente de Vialidad Provincial quien dijo “En esta gestión nos propusimos desde el inicio, como lo propuso la gobernadora Alicia Kirchner y con el acompañamiento del intendente de Caleta Olivia, Fernando Cotillo y el jefe del 23 distrito de Vialidad Nacional, Martín Medvedovsky, concretar esta obra que fue judicializada y una persecución política a los empresarios que hoy realizan la obra. Hoy es una realidad y es una deuda, la más grande en materia vial que teníamos con los santacruceños”.

El recorte de la realidad no funciona muy bien en este caso, porque Gómez hace una abstracción del pasado, se pone del lado de los ladrones de turno y aliado con otro gran hacedor del relato, Fernando Cotillo, veneran al corrupto Cristóbal López a quien ni siquiera pueden mencionar, como tampoco nombran a la empresa evasora y generadora de desocupación en zona norte y adjudicataria por tercera vez del mismo contrato pero triplicado de aquel monto original CPC SA.

Gómez pretende que la obra se vio impedida de seguir por iniciativa del gobierno anterior y que hubo una persecución a los empresarios que hoy la realizan, es decir De Souza y Cristóbal.

Para contrariar al presidente de Vialidad, digamos que esta obra fue cobrada y jamás realizada por Lázaro Baézun “empresario” del palo de su propio partido; que luego en el 2015 CFK le asignó a Cristóbal López (CPC.SA) por un monto superior a los 300 millones de pesos y la empresa jamás hizo nada, dejó la gente en la calle, pero se comió los fondos.

Cuando llegó el macrismo, volvieron a darle la obra a CPC SA, en medio de un juicio con Cristóbal López por haberse robado los fondos de ITC en aproximadamente 8 mil millones de pesos.

Con ese dinero compró C5N el canal ultra oficialista.

Macri no interrumpió nada, sino, vergonzosamente, permitió que por más de 1000 millones de pesos CPC SA ganara una licitación que incumplió y como en el periodo anterior, dejó gente sin pagar y desocupada en las rutas.

Y ahora, este gobierno, cuyos funcionarios son cómplices del socio chubutense, le volvieron a dar (por tercera vez) la obra de la autovía Caleta-Comodoro a CPC SA y seguramente, va a ocurrir lo mismo que ha ocurrido:se fumarán los fondos, dejarán deudas, desempleo y la obra inconclusa, obviamente generando sobre precios, “recálculo de costos” y lo único que va a cambiar, no será la obra, pero tal vez si, las camionetas de muchos funcionarios y periodistas que encubren estos delitos que no son nuevos, vienen desde el 2012.

Haber dicho lo que dijo Mauricio Gómez junto a Fernando Cotillo, por orden del gobierno de Alicia Kirchner, es de una caradurez supina.

No tener vergüenza es un síntoma de la decadencia política de esta provincia y manifestarlo de la manera en que lo hacen en la nota del portal oficial, explica el alto grado de alienación que tienen quienes deberían tener la responsabilidad de rendir cuentas.

(Agencia OPI Santa Cruz)

domingo, 24 de abril de 2022

“Más viva que el hambre”

Mónica Gutierrez

En una voltereta épica CFK pasa del relato a las efectividades conducentes.

No más sarasa. Sin más margen para la rebelión recalcula.

De desconocer el fallo del Supremo Tribunal a convalidarlo sin solución de continuidad. Pragmatismo puro.

La precipitada partición del bloque oficialista del Senado significó habilitar una salida de emergencia para la encerrona político- judicial en la que CFK se había metido cabalgando sobre el relato.

Un fallo de las SCJN caracterizado como “golpe institucional”.

Un “asalto al poder” ejecutado por el mismísimo Presidente de la Suprema Corte

Una jugada extrema, no necesariamente ilegal, pero que supone no solo una irrevocable marcha atrás en la aceptación del fallo  sino el reconocimiento  “urbi et orbi” de que los caminos se van estrechando, que el poder se escurre y ya no hay relato que aguante.

“Más viva que el hambre”.

La Vice arremetió para sumar un representante de su facción en el Consejo de la Magistratura por el estrecho atajo que encontró en los siempre generosos repliegues de la legalidad.

El embrollo puede que sea legal, de hecho fue implementado por la oposición que acordó en unidad para imponer en su representación a Pablo Tonelli (PRO)  en 2018, pero está impregnado de un repugnantemente tufillo antiético.

Re templada por la adversidad, CFK embiste.

No está claro aún si la estrategia resultará exitosa en orden a imponer su presencia y poder en el órgano que designa y remueve a los jueces.

Una seguidilla de denuncias y acusaciones cruzadas congela las designaciones y puede que paralice el cuerpo.

 

La insondable división que hoy paraliza a la coalición gobernante permitió que trasciendan detalles que suman deterioro a la ya devaluada confianza en la dirigencia política y ahondan la insalvable distancia que media entre la clase dirigente y el resto del mundo.

No solo se supo que el Presidente se desayunó de la audaz movida de CFK por un tuit, sino también que a varios de los senadores afectados por la división del bloque la medianoche del martes los encontró chateando frenéticamente. Los legisladores trataban de corroborar si lo que anunciaban con carácter de “último momento” los portales de los medios era cierto.

Tan a la desesperada fue todo que no se advirtió que el cristi camporista bloque de Unidad Ciudadana quedaría curiosamente sobre representado ya que incluía al mismísimo Mariano Recalde, miembro del Consejo de la Magistratura desde la anterior conformación.

El mandamás de Aerolíneas fue trasladado sin más trámite de la segunda minoría al bloque de la mayoría.

Puede que el sitio no sea desde el punto de vista ideológico el más acogedor para Recalde,  pero el hombre es un soldado de la causa.

No conforme con el desaguisado de fracturar el bloque, asumiendo que los propios entran en una estrecha segunda minoría de catorce miembros, CFK la emprende nuevamente contra la Suprema Corte promoviendo el aumento del número de sus miembros.

Sin pausa y sin tregua se anunció el inminente tratamiento en la Comisión de Asuntos Constitucionales de un proyecto para reformar y ampliar la Corte. No hay respiro.

 

La batalla continúa.

La implacable arremetida contra la Justicia parece haber quedado en manos del Instituto Patria y sus fervorosos seguidores, literalmente tercerizada.

La reacción del Presidente de la Nación se sigue haciendo esperar.

 “Se va a hacer el desentendido”. 

Es una traducción elegante de lo que dijo un legislador que accede a la intimidad de Olivos  ante la consulta de qué reacción se debe esperar de AF.

No va a sumar más tensiones con su Vice por este tema.

Hay quienes aseguran que se la veía venir pero decidió mirar hacia otro lado y dejarla pasar.

 

La vocera sí dijo lo suyo. Gabriela Cerruti encuadró la trapisonda bajo el rótulo de “trampas para la democracia”. No sin antes atribuirle estrategias parecidas a Juntos por el Cambio.

Las presiones, ninguneos y angustias a las que está siendo sometido  el titular del Ejecutivo, solo se expresan en reacciones descontroladas y fuera de contexto que aún los observadores más avezados se ven obligados a decodificar con herramientas más propias de la psiquiatría que de la ciencia política.

 

“El que quiera hacer creer que en 2023 estamos perdidos…¡un carajo estamos perdidos! bramó en los pagos del incombustible  Mario Ishi. 

Una visita que el mismo Intendente de José C Paz definió como sorpresiva y un mensaje destemplado que, dicen los más cercanos, fue absolutamente improvisado.

Está claro a quién estaba dirigido.

Se trata de tiros por elevación, de gestos arrebatados, 

La comunicación directa está cortada.

Casi todos los puentes están dinamitados. Resta saber si esta inesperada división del bloque oficialista en la Cámara Alta es solo una estrategia de corto vuelo o si termina siendo una materialización explícita de las irreconciliables diferencias.

 

Tampoco Sergio Tomás Massa se la lleva de arriba.

Va y viene tratando de salvar la piel.

Ignífugo, se siente capaz de atravesar todos los fuegos.

Lleva y trae acordando en orden a salir indemne.

Hay quienes piensan que, mucho más allá de su expertise de equilibrista, regresar del planeta K le va a llevar demasiado tiempo, si es que lo logra. 

 

Puede que al común de la gente estas intrigas palaciegas, tan pochocleras para la arena política,  le sean demasiado anchas y ajenas.

En cualquier caso vale recordar que tienen un impacto inmediato y devastador  en la calidad de vida de todos y cada uno de nosotros.

La sostenida devaluación de las instituciones no augura nada bueno.

Los que aguardaban cambios en el Gabinete y una redefinición clara del rumbo del Gobierno van a tener que seguir esperando.

La presentación del pasado lunes junto a Martín Guzmán puede que haya sido un respaldo al vapuleado Ministro de Economía pero incluyó señales tan confusas como ambiguas.

 

La presentación del denominado  impuesto a “la renta inesperada” fue un claro y explícito  guiño al kirchnerismo. Desde el Ejecutivo le dan de comer relato a las fieras con el objetivo de tenerlas aplacadas.

La decisión de Guzmán de no sumarse al boicot en el G20 contra Rusia podría entenderse en el mismo sentido.

No obstante, es probable que nada de todo esto alcance para revertir la situación.

A Alberto Fernández Cristina lo tiene “percutado” asegura una interlocutora que conoce el peronismo desde adentro.” Ya le picó el boleto”, asegura.

 

Nadie podría criticar el reparto de bonos anunciado para asistir a los sectores más golpeados por la inflación.

Se trata de una urgencia no meramente asistencialista sino ya de carácter humanitario en el contexto inflacionario.

De allí a pretender “que su proyecto está fallando en la distribución”, como dijo Alberto Fernández, es otra cuestión.

La anunciada guerra contra la inflación nunca empezó.

No se conoce una sola medida para enfrentar el más grave de los problemas.

A lo sumo se libra una fatigante guerra de guerrillas en las góndolas, patéticas escaramuzas con pólvora mojada sin suceso alguno.

El comandante Feletti, es ya una suerte de combatiente en retirada.

No se entrega pero se rindió.

Si la inflación, como dijo en su momento el Presidente, es auto construída, está en la cabeza de la gente y, por lo tanto no es más que una sensación, vale decir que difícilmente  las cosas cambien mientras las expectativas acerca del futuro inmediato están intoxicadas por el implacable enfrentamiento al interior del oficialismo.

 

La grieta se resignifica y adquiere nuevas dimensiones.

Ahora separa a la dirigencia en su conjunto del común de los mortales.

La agenda política nada tiene que ver con la de la gente.

En este contexto el discurso de Milei prende.

No tanto por libertario como por denunciador recurrente de lo que él llama “la casta”.

Una expresión  que cuajó y que ahora usa hasta Cristina Fernández de Kirchner.

 

Mientras la política se dedica a sus urgencias con creciente impudicia nadie propone más que parches para paliar el sufrimiento colectivo.

Los datos de la economía hablan de la vida real y son inquietantes.

La canasta básica  total que mide la línea de pobreza trepó 7% en marzo según los datos del INDEC.

Una familia tipo necesitó $89.690 para llegar raspando a fin de mes sin incluir los gastos de vivienda de alquiler.

Se necesitan $39.862 para no caer en la indigencia.

 

Se espera para abril una inflación superior a los 5 puntos y los dólares paralelos cerraron las semana con fuerte suba. La economía repuntó en febrero el 1,8% pero a pesar del mayor ingreso de divisas el Banco Central no logra aumentar las reservas.

Sin dólares en caja todo se vuelve incierto.

La situación social alarma.

El sitio de la ANSES colapsó en las primeras horas de este viernes cuando millones de personas ingresaron para inscribirse en la nómina para cobrar el bono de emergencia anunciado este lunes. 

Una ayuda que se agradece pero que amenaza licuarse al compás de la estampida de los precios.

Inflación e inseguridad al tope de las preocupaciones de la mayoría. 

Lejos, muy lejos de los desvelos de la clase política que vive en una realidad paralela. Una ficción de corte almodovariano siempre al borde de un ataque de nervios.