AL QUE ADHIERO
El
rol de las universidades y el pensamiento crítico
Ante
el otorgamiento de doctorados honoris causa a la ex presidenta Cristina
Fernández de Kirchner y ante la baja del presupuesto universitario y
científico.
Buenos
Aires, 11 de octubre de 2016
En
noviembre de 2015, en plena campaña electoral, desde Plataforma 2012 llamábamos
la atención acerca de las autoridades universitarias que hacían público su
apoyo al candidato presidencial, entonces oficialista –hubo incluso órganos
colegiados de gobierno (Consejos Superiores) que pidieron el voto.
Señalamos
entonces que nos parecía inadmisible “la utilización de los medios y recursos
de las instituciones del Estado, el poder de influencia de los cargos de los
funcionarios públicos, para denostar a adversarios políticos, desprestigiar
interpretaciones diversas sobre la situación política y social y demandar de la
sociedad acciones en favor de un determinado candidato partidario”.
Nos
preocupaba además el grado de coacción que significaba para el conjunto de la
comunidad académica, ya que declaraciones como aquéllas, impulsadas desde
máximas instancias del gobierno universitario, definían implícitamente a todo
aquel que no estuviera de acuerdo con tal candidato “como partidario de
intereses contrarios a la institución”.
Finalmente,
nos parecía que ese modo de imbricar lo partidario en la Universidad como
institución, en nombre del compromiso social, problematizaba el tipo de
politización esperable y exigible de las universidades, ya que la condición
sine qua non de la vida universitaria es la independencia de las estructuras
partidarias, única garantía del pluralismo y el debate en libertad.
Pues
bien, vemos ahora que, en un contexto muy diferente, se repiten situaciones
similares:
Este
12 de octubre las Universidades Nacionales de Quilmes y Avellaneda le van a
otorgar sendos doctorados honoris causa a la ex presidenta Cristina Fernández
de Kirchner.
Desde
un punto de vista, la situación no podría ser más diferente:
El
país está hoy gobernado por la coalición política opositora a la de noviembre
pasado.
Sin
embargo, el problema subsiste, pues existen sectores de las universidades
públicas que siguen funcionando de un modo completamente partidista.
Por
supuesto, las consideraciones con que los Consejos Superiores otorgan el
doctorado honoris causa a la ex presidenta apelan “objetivamente” a los logros
de su gobierno.
Pero
no hay nada de objetivo en ello:
¿Acaso
el balance sobre esos “logros”, como sucede con la casi totalidad de los
gobiernos, no dividen al país y a la comunidad académica?
La
actitud misma de la ex presidenta que, más allá del curso judicial de las
causas de corrupción que enfrenta –sin duda devaluadas por el gravoso hecho de
la escasa confianza que ofrece el sistema judicial en su imparcialidad–, no se
ha sentido siquiera en la necesidad de ofrecer explicaciones públicas
mínimamente aceptables sobre sus negocios privados y su fabuloso
enriquecimiento, ¿no es el emblema máximo de una idea de la política que
desprecia al que piensa diferente?
¿Pueden
elaborarse argumentos universalistas –como los que una distinción universitaria
debería promover– para una figura política que ha consagrado la visión del
adversario como enemigo?
Estas
decisiones no sólo violentan el espíritu universitario:
Una
de las más graves consecuencias, en estos momentos, es que también distorsionan
la necesaria lucha que debería dar el mundo académico e intelectual ante las
amenazas de reducción del presupuesto universitario y científico que está
promoviendo el actual gobierno nacional.
Convertir a las
universidades en bunkers militantes del ex-oficialismo devalúa cualquier
reclamo que se pueda hacer al actual gobierno, ya que lo convierte en
argumento de una lucha facciosa que, al resignar valores universales, pierde
toda posibilidad de expresar contenidos de verdad o justicia.
Por
eso, desde Plataforma 2012 queremos alertar contra estas prácticas y contra
cualquier disminución en el presupuesto que convierta al campo universitario y
científico en una de las variables de ajuste de la lucha entre fracciones
políticas:
No
hay que olvidar que el presidente Macri se había comprometido en su campaña a
elevar el presupuesto de ciencia y tecnología del 0,7 y 0,8% del presupuesto
nacional que tuvo durante el gobierno anterior, al 1,5%; pero en el proyecto de
presupuesto presentado para el año próximo lo baja al 0,59%.
Asimismo,
con la misma contundencia desde Plataforma 2012 buscamos alertar contra el uso
de las universidades como herramientas de militancia partidista de un sector de
la oposición.
La
Universidad Pública es demasiado importante en la vida cívica para que nos
resignemos tanto a que se disminuya su capacidad operativa como a que se
devalúe su misión crítica y su independencia de toda estructura partidaria.
Uno
de los roles principales de la Universidad debería ser fomentar el debate y el
pensamiento crítico.
Algo
difícil de lograr mientras persista tal indistinción entre la vida
universitaria y los intereses de partido.
Como
señalábamos en noviembre pasado y continuamos sosteniendo bajo el gobierno
actual, la construcción de un proyecto de país que supere la situación de
dependencia, las desigualdades crecientes y la corrupción generalizada, exigen
de la intelectualidad y del conjunto de la comunidad universitaria, científica
y cultural, una completa emancipación respecto del poder político, esté en el
gobierno o en la oposición.
Quien
quiera adherir enviar correo a: plataforma2012@plataforma2012.org.ar
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