Moises
Naim
Fuente: El Diario Exterior
El
presidente Donald Trump y su equipo están considerando la posibilidad de
prohibir la importación de petróleo venezolano a Estados Unidos.
El
cálculo de la Casa Blanca y otros en el Congreso es que esta sanción asfixiaría
la economía venezolana y conduciría a la caída del régimen de Nicolás Maduro.
Yo
no estoy tan seguro.
Veo
la posibilidad de que esta medida más bien termine fortaleciendo al Gobierno de
Caracas, debilitando a la oposición y agravando la crisis humanitaria que está
devastando a los venezolanos.
Trump
ha anunciado que impondría severas sanciones económicas a Venezuela si Maduro
lleva adelante su intención de convocar comicios para una Asamblea
Constituyente.
Los más de 500
diputados que saldrían elegidos, en un proceso tutelado y trampeado por el
régimen, tendrían la misión de reescribir la Constitución.
La
fundada preocupación es que la intención de Maduro y sus socios cubanos es la
de usar esta nueva Constitución —cuya redacción y aprobación controlarían— para imponer instituciones y políticas
económicas como las que imperan en Cuba.
Por
otro lado, más de siete millones de venezolanos que participaron en una
consulta organizada por la oposición manifestaron su repudio a esta
Constituyente.
Diversos
presidentes y ex presidentes de América
Latina y Europa, el secretario general de la Organización de Estados Americanos
y múltiples organizaciones internacionales han exhortado al Gobierno de Caracas
a que suspenda esta iniciativa.
Pero Maduro y
los suyos reiteran que el proceso es imparable.
De
resultar esto cierto, Trump ha prometido sanciones más severas de las que ya
hay.
El
enfoque adoptado por Barack Obama y continuado por Trump ha sido el de
identificar con nombre y apellido a corruptos, narcotraficantes, violadores de
derechos humanos y otros criminales que ocupan altos cargos en el Gobierno de
Venezuela y en sus fuerzas armadas e imponerles fuertes sanciones personales.
Pero
en ciertos círculos de Washington y de la oposición venezolana estas sanciones
son percibidas como insuficientes, y de ahí la propuesta de prohibir la
importación de petróleo venezolano a Estados Unidos.
Hay tres razones
por las cuales esta es una mala idea.
La
primera es que la experiencia histórica en materia de sanciones demuestra que
los bloqueos o embargos económicos generales casi nunca logran su objetivo.
Hacen
sufrir más a la población pero no afectan a los gobiernos y a las élites que lo
apoyan.
El
caso de Cuba es el mejor ejemplo.
En
1962, Estados Unidos le impuso un embargo comercial en respuesta a las confiscaciones
de bienes de ciudadanos y empresas norteamericanos.
Lejos de
desgastar al régimen, su único efecto ha sido el darle una excusa para
justificar la crónica catástrofe económica que sufre la isla.
Y
hay más ejemplos.
Lo
que llevó al Gobierno de Irán a la mesa de negociación que culminó en el
acuerdo que frenó su programa nuclear no fueron las sanciones económicas que
pesan sobre el país desde hace décadas, sino
nuevas y muy sofisticadas medidas de castigo dirigidas a altos funcionarios, a
sus socios y a su sistema financiero.
Vladímir
Putin se queja de las sanciones generales que hay contra Rusia, pero mucho más
de las que afectan específicamente a las finanzas de sus más cercanos
colaboradores y oligarcas amigos.
La segunda razón
es que el bloqueo petrolero es innecesario.
Sus
terribles efectos ya los ha creado Nicolás Maduro.
La
economía venezolana ha colapsado y desgraciadamente sigue en caída libre.
Las
reservas en el Banco Central están por debajo de 10.000 millones de dólares,
una fracción de lo que deberían ser.
La
mayor parte de los alimentos, los insumos para producirlos o las medicinas hay
que importarlos pagándolos al contado en moneda dura, ya que nadie le da
crédito al Gobierno.
La trágica
realidad es que ya no hay suficientes dólares para importar lo que hace falta
para nutrir y medicar adecuadamente a todos
los venezolanos.
Y
esta tragedia la crearon Chávez, Maduro y sus aliados cubanos… solitos.
Sin
ayuda de Washington.
Y esta es la
tercera razón.
La
tragedia venezolana tiene responsables muy claros.
El
mundo ya ha entendido que los venezolanos sufren por culpa de la oligarquía
chavista que ha gobernado al país durante 18 años bajo la tutela de La Habana.
Ahora
ni siquiera los simpatizantes más fanáticos pueden defender los resultados de
esa revolución bolivariana sin hacer el ridículo.
Un bloqueo
petrolero impuesto por Donald Trump sería una maravillosa y oportuna tabla de
salvación política para Maduro.
Trump
sería presentado como el responsable del hambre de los venezolanos.
Maduro
ha venido denunciando la “guerra
económica declarada por el imperio del norte contra Venezuela”
como
la causa de los males del país.
El bloqueo
petrolero le daría la coartada perfecta.
No
lo haga, presidente Trump…
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