"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 22 de octubre de 2018

Cuando Bergoglio era Bergoglio y no era Francisco


Tedeúm 25/05/2002
En esta tierra bendita, nuestras culpas parecen haber achatado nuestras miradas.
Un triste pacto interior se ha fraguado en el corazón de muchos de los destinados a defender nuestros intereses, con consecuencias estremecedoras...

La culpa de sus trampas acucia con su herida y, en vez de pedir la cura, persisten y se refugian en la acumulación de poder, en el reforzamiento de los hilos de una telaraña que impide ver la realidad cada vez más dolorosa.
Así el sufrimiento ajeno y la destrucción que provocan tales juegos de los adictos al poder y a las riquezas, resultan para ellos mismos apenas piezas de un tablero, números, estadísticas y variables de una oficina de planeamiento.

A medida que tal destrucción crece, se buscan argumentos para justificar y demandar más sacrificios escudándose en la repetida frase «no queda otra salida», pretexto que sirve para narcotizar sus conciencias.
Tal chatura espiritual y ética no sobreviviría sin el refuerzo de aquellos que padecen otra vieja enfermedad del corazón:
La incapacidad de sentir culpa.

Los ambiciosos escaladores, que tras sus diplomas internacionales y su lenguaje técnico, por lo demás tan fácilmente intercambiable, disfrazan sus saberes precarios y su casi inexistente humanidad.

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