«Cuando
la ley y la moral se contradicen, el ciudadano se encuentra ante la cruel
alternativa de perder la noción de moral o de perder el respeto por la ley.
Dos
desgracias igualmente grandes, entre las que es difícil elegir». Frédéric
Bastiat
El
sábado pasado los católicos nos enfrentamos a un dilema que se ajustó,
precisamente, a la planteada por el autor francés.
En
efecto, el Obispo de Mercedes-Luján, Mons. Agustín Radrizzani, pudo sostener
que estaba cumpliendo con la ley no escrita que establece que una misa no se le
niega a nadie mientras, con absoluto cinismo, cubría con un manto de impunidad
moral a la gran familia Moyano, imputada de la comisión de casi todos los
delitos.
Así, una vez más
y como al principio de la era cristiana, los sumos sacerdotes eligieron a los
ladrones
y olvidaron que, para recibir el perdón de Dios, se requiere arrepentimiento y propósito de enmienda.
Y
vale el plural, porque ya había sucedido algo similar con los obispos Víctor
Manuel Fernández (La Plata) y Jorge Lozano (Pastoral Social), que se dio el
gusto de maltratar a María Eugenia Vidal y a Carolina Stanley cuando las invitó
a una reunión pública.
Por
su parte, el obispo Oscar Vicente Ojea (Presidente de la Conferencia
Episcopal), fue muy reacio a la hora de emitir una opinión condenatoria
respecto a la actitud protectora de su colega frente a los Moyano y sus
cómplices gremiales y políticos (La Cámpora y otros especímenes kirchneristas).
Los nombres de
los prelados, todos ellos designados directamente por SS Francisco a contrapelo
de los deseos de los demás, dejó al Papa, una vez más,
en
una posición controvertida ante la situación interna de la Argentina, país al
que no podrá ¿querrá?- visitar en los próximos años, en la medida en
que su figura está ahondando la grieta existente al trasladarla al seno de la
grey católica, apostólica y romana.
Frente
a estos acontecimientos, no está de más recordar que el Pontífice
("hacedor de puentes") sólo es infalible para los católicos cuando
habla ex cátedra, es decir, en cuestiones de dogma; en todo lo demás, es sólo
el Jefe de Estado del Vaticano y cabeza, una suerte de rey, de la Iglesia.
Por
eso puedo permitirme criticar sus enseñanzas económicas, que parecen tender a
conservar a los pobres en esa condición e, incluso, a aumentar su número.
Porque
el Papa debería saber que la única riqueza que puede distribuirse es la que
existe, es decir, la que pueden crear los empresarios y los productores.
Combatir
al capital, como todavía cantan los multifacéticos fieles al mítico General, no
es precisamente la mejor receta para recibir inversiones, crear puestos de
trabajo y, menos aún, para sostener un Estado que debe sustentar, con sus
subsidios y planes sociales, a los más desprotegidos, que SS dice privilegiar
aquí y en el mundo entero.
La Iglesia
argentina de Francisco se ha puesto, decididamente, en el bando (o banda)
kirchnerista,
y las razones que los analistas políticos atribuyen a su obvia antipatía por
Mauricio Macri y el presunto liberalismo que, a su modo de ver, el gobierno de
éste encarna, no suenan demasiado convincentes para tan marcado posicionamiento
en la oposición. Consecuentemente, habrá que buscarlas por otro lado.
Que se debe a
haber habilitado la fracasada discusión sobre la legalización del aborto, o no
haber vetado la ley que permitió el matrimonio homosexual,
no
suena demasiado convincente, en especial después de la reciente visita papal a
Irlanda, pocos días después de que ese país, tan católico, hubiera promulgado
leyes semejantes respaldadas en plebiscitos.
Podría
decirse que Francisco tiene más cerca de su corazón a la Argentina por ser su
lugar de nacimiento, pero aquí, al menos por ahora, la onda
"progresista" parece haber salido perdedora, salvo en lo que se
refiere a la ideología de género, que sigue avanzando peligrosamente.
La
misa de Luján sumó otro ingrediente más complejo al reclamo en favor de la
impunidad de los Moyano, y fue el rechazo frontal al acuerdo de financiamiento
que el Gobierno firmó con el FMI.
Porque,
además de olvidar (la permanente amnesia del peronismo respecto a su propia
historia) que ambos Kirchner también recurrieron al organismo -salvo cuando un
negociado corrupto justificó pedirle la plata a Hugo Chávez, que la prestó a
una tasa enormemente mayor, para cancelar lo debido al Fondo-, tampoco se dice
de dónde habría debido salir el dinero necesario para solventar el enorme
déficit fiscal (causado en gran medida por el gasto social).
Así
la Iglesia, nuevamente, olvidó la enseñanza de Cristo:
"A
Dios, lo que es de Dios, y al César lo que es del César".
El
economista Ricardo Arriazu, tal vez el más respetado por todo el mundo, dijo el
miércoles:
"Si no
había acuerdo con el FMI, al día siguiente éramos Venezuela"…
¿Es
eso lo que quiere el Papa?
No
lo creo, pero no dejo de recordar que cuando recibió a Nicolás Maduro no efectuó reclamo alguno
contra su salvaje represión de su régimen ni quiso hablar con la oposición,
como tampoco lo hizo en Cuba con las "Damas de Blanco", que reclaman
la libertad de los presos políticos del comunismo isleño.
Tampoco
que SS afirmó, luego de los reiterados planteos subversivos de Hebe de
Bonafini, que "a una Madre (de Plaza de Mayo) yo le permito todo".
Gracias
a Dios (se llame ahora Donald Trump, Angela Merkel, Emmanuel Macron o Christine
Lagarde), ayer mismo el Fondo aceptó una ampliación gigantesca de la asistencia
a la Argentina, sin la cual, como dijo Arriazu, nuestra República estaría en
estado terminal.
Un
párrafo aparte, en el inmenso universo
de asteroides tránsfugas que componen el peronismo, merece Miguel Pichetto,
tal vez el único que ha puesto racionalidad en la conducta del famoso
movimiento y encarnado a una oposición responsable.
El
proceder del Senador debe destacarse, en especial ante la runfla de
delincuentes resultante de la alianza contra natura del kirchnerismo con la
izquierda insurreccional. Perdedores
dentro del recinto en el debate por el Presupuesto, y como en diciembre de
2017, trasladaron la discusión a la calle, y defendieron su falta de ideas a
piedrazos contra la policía.
A
fines del mes próximo, cuando se concrete la reunión del G-20 en Buenos Aires,
veremos seguramente -como ha sucedido en todo el mundo- episodios de violencia
mucho peores.
Si
bien contará para entonces con la colaboración de los equipos de seguridad de
los grandes mandatarios del mundo, la labor de Patricia Bullrich resultará
crucial.
La
Piba, pese a la ingenuidad que le atribuye Elisa Lilita Carrió, ha probado
estar a la altura de las circunstancias, en especial por la rápida detección de
los terroristas venezolanos (miembros del Sebin) infiltrados, que fueron
detenidos y están al borde de la expulsión del país.
La
obvia y lógica preocupación de los regímenes de clepto-izquierda que aún
subsisten en América Latina, todos los cuales militan en el Foro de San Pablo,
por el avance de los movimientos liberales que han llegado al poder en Chile,
Perú, Colombia, Paraguay y, parcialmente, en Argentina, se acrecentará mañana, cuando Jair
Bolsonaro se convierta, seguramente,
en el nuevo Presidente de Brasil.
Asunción,
27 Oct 18
Enrique
Guillermo Avogadro
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