Malú
Kikuchi
La
palabra no sólo suena bien, es imprescindible para todo, en particular para los
políticos gobernantes.
Viene
del latín “cor” y este del griego, “Kardia”, o sea corazón.
Significa
valor, dejar de lado el miedo, “echar el corazón por delante”.
Algo
de lo que definitivamente, carece el gobierno.
No
vale la pena insistir en lo que Cambiemos debiera haber hecho desde el
10/12/2015, en esos preciosos e irrepetibles primeros 100 días.
Ya
está, no lo hizo, no tiene remedio.
Pero
todavía tiene tiempo, poco, para tomar las medidas necesarias que puedan salvar
un gobierno que hace agua.
El
gradualismo se debe acabar.
Los
subsidios se deben acabar.
La
edad jubilatoria se debe alagar.
Los corruptos
deben ser juzgados YA!
El
dinero robado por los K, debe ser buscado en serio, encontrado y puesto a
disposición de la obra pública, para que la gente pueda vivir mejor.
El gobierno debe
dejar de subir los impuestos.
Su
calidad de vida no se corresponde con esos impuestos.
Debe
terminar con los cortes de calles, que los que reclaman lo hagan sobre las
veredas o en las plazas.
El poder
judicial, los que viven de la política, diputados, senadores, legisladores,
intendentes y el ejecutivo, deben ajustarse,
todo
el peso no debe caer sobre los pocos que todavía producen algo en el país.
Hay
que poner orden y esto no es fascismo, es sentido común.
Brasil,
harto de inseguridad, narcotráfico y corrupción, ha elegido un nuevo
presidente.
Bolsonaro
es un revolucionario, que pretende cambiar a su país.
No
se sabe si lo conseguirá, los intereses creados son muchos y muy arraigados.
Pero
lo intentará.
Por ahora, Jair
Bolsonaro ha demostrado el coraje de decir lo que piensa.
Algunas
cosas son chocantes, desagradables, pero no las disfraza.
Los
votantes no han ido a las urnas engañados, el hombre es homofóbico, misógino y
racista.
No
son cualidades para exhibir en una campaña.
Defiende
la dictadura de 1964/1985, eso es más fácil en Brasil:
La entidad más
prestigiosa hoy es el ejército.
En
Argentina, los medios de Alfonsín en más, han hecho un demoledor trabajo para
terminar con las FFAA.
Y
les ha dado resultado.
Bolsonaro
pretende que no se hable más de dictadura.
Se
enseñará que hubo un gobierno militar, los estudiantes sacarán sus propias
conclusiones.
Y en educación
nada de políticas de género.
Los
chicos sabrán que hay hombres y mujeres.
Lo
demás vendrá con el tiempo.
Sin juicios
previos, lo que está claro es que Bolsonaro es
políticamente incorrecto.
Y
tiene coraje para ir contra la corriente.
La
Argentina, ¿cómo se llevará con este nuevo gobierno vecino?
Las
organizaciones sociales le pondrán todos los motes diabólicos de su
vocabulario, con las bendiciones del Papa.
Los
sindicatos pondrán el grito en el cielo.
Los
abortistas, los defensores de las políticas de género harán piquetes frente a
la embajada del Brasil.
Mauricio
Macri, ¿qué hará?
Si
Bolsonaro firma tratados bilaterales de libre comercio, aunque el Mercosur lo
prohíba, ¿Macri se animará a hacerlo?
Si
Bolsonaro consigue desregular Brasil, bajar los impuestos, flexibilizar el tema
laboral, las inversiones mundiales correrán
hacia su país.
Mauricio
Macri, ¿qué hará?
Brasil
es 4 veces más grande en territorio que la Argentina y tiene una población de
210 millones de habitantes, Argentina 44 millones.
Brasil
pareciera tener un presidente dispuesto a cambiar en serio a su país.
Acá,
el gobierno dice ¡Cambiemos!, pero todo sigue casi sin cambios.
¿Qué
pasó?
¿Durán
Barba y Marcos Peña frenan los cambios?
Pero
el que los tiene ahí es Macri; a uno lo consulta, el otro es el jefe de
gabinete de su gobierno.
Argentina
necesita cambiar de verdad, no de palabra.
El
cambio ha de ser cultural y es dificilísimo, pero da la sensación de no tener
el coraje suficiente para romper con lo presuntamente correcto.
El
año que viene será un año electoral.
El gobierno mima
a los que nunca lo votarán por ideología y
descuida y maltrata a los que lo votaron.
La
economía, con herencias horribles, dificultades internacionales y muchos
errores propios, no funciona para las mayorías que extrañan a CFK.
Thomas
Jefferson (3º presidente de EEUU entre 1801/1809), decía que:
“Un
hombre con coraje, es una mayoría”.
Sería
fantástico que Mauricio Macri internalizara la frase.
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