Por Christian Sanz
Miente,
miente, que algo queda
Cristina
Kirchner pasó de la fortuna a la miseria.
Así
podría resumirse lo ocurrido en las últimas horas, luego de que la ex presidenta
declarara menos de 4 millones de pesos ante la Oficina Anticorrupción.
El
escepticismo pudo verse en decenas de mensajes en las redes sociales, pero no
se trata solo de eso, de la mera desconfianza, sino de los datos objetivos de la realidad, que llevan a poner en
duda la declaración jurada de la otrora jefa de Estado.
Lo
primero que debe recordarse son las palabras de su ex contador Víctor
Manzanares, quien reveló que ella y su
marido tenían una fortuna no declarada que asciende a cerca de 10 mil millones
de dólares.
Producto
de actividades ilícitas, ciertamente.
Mi calculadora
humana está afuera, pero se robaron unos 10 mil millones de dólares (…)
Hicieron
negocios para ellos y sus amigos", dijo el malogrado profesional en mayo
del año pasado.
Incluso
se incriminó: “Hicimos cuanta cagada se pudo”.
Dicho
sea de paso, Manzanares fue el mismo que “negoció” el sobreseimiento de Néstor
y Cristina en el año 2009, 10
millones de dólares mediante.
Fue uno de los
papelones más grandes en la historia de la justicia Federal argentina.
Se
trató de un trabajo de ingeniería de alto vuelo, donde hubo que encajar datos
que era imposible que encajaran.
Deudas
que aparecían en la declaración jurada de uno, pero no estaban en la del otro, aun
cuando sus bienes eran gananciales.
Acreedores que
no eran tales y cuyos documentos contradecían las pretensiones del entonces
matrimonio presidencial.
Y así
sucesivamente.
Tres
años más tarde, en 2012, en plena Universidad de Harvard un grupo de alumnos
puso en aprietos a Cristina cuando le preguntaron cómo había amasado la fortuna
que ostentaba.
“Lo hice trabajando como abogada exitosa”, dijo.
Sin embargo, no
existe un solo juicio en el que la ex presidenta haya participado como tal.
Ni tampoco
ninguna persona —física o jurídica— que reconozca haberla contratado como
letrada.
Menos aún un
escrito firmado por ella.
En
buen romance, mintió.
Mucho
más podría decirse al respecto, porque los argumentos de Cristina —y, antes, de
Néstor— han caído uno a uno a lo largo de los años, como piezas de dominó.
Y
amerita una nueva investigación judicial, seria y nada sesgada por la política.
Que
no deje de lado uno de los capítulos más escandalosos de la trama:
La evaporación
de los fondos de Santa Cruz.
Se
trata de más de mil millones de dólares provenientes de regalías petroleras mal
liquidadas que Domingo Cavallo le concedió a esa provincia en 1993, entonces
gobernada por Néstor Kirchner con mano de hierro.
“Los
fondos se evaporaron”, reconoció la propia Cristina en mayo de 2012.
Y
nadie se escandalizó.
Por
mucho menos se han impulsado denuncias judiciales… y de las otras.
Es
que, ¿se
puede decir de manera tan liviana que fondos públicos han desaparecido así como
así?
Claramente,
la discusión por el patrimonio de Cristina debe iniciarse en ese preciso punto.
Porque
la fortuna de los Kirchner se disparó a partir de ese momento.
Si
bien había dado su impulso principal en los 70 —Circular 1050 mediante—, la
plata del matrimonio se multiplicó exponencialmente luego del año 2003.
Por
eso, sorprende la declaración jurada que presentó Cristina.
Pero,
más que eso, indigna profundamente.
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