Así
fracasaron la soberanía alimentaria y la política de expropiación de Hugo
Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela
De la mano del
mandatario fallecido, la mano visible del Estado se convirtió en el principal
actor en el sector agroalimentario cosechando empresas quebradas y caída de la
producción
Por
Víctor Salmerón
En
2007 el ex presidente Hugo Chávez le anunció a Venezuela el propósito de
alcanzar la “soberanía alimentaria” a
través de un plan que redujo al sector privado y aumentó el peso del Estado en
todas las áreas de la producción y distribución de alimentos, mediante la
expropiación y control de empresas.
El
Gobierno obtuvo el dominio en la producción de café tras asumir la
administración de empresas de referencia en el ramo como Fama de América y Café
Madrid.
Comenzó
a gestionar 11 centrales azucareras de los 17 que existían en el país, dos
empresas lácteas, cuatro compañías en el área de la pesca y pasó a controlar un
conjunto de fábricas con capacidad instalada para abastecer a la mitad del
mercado de harina de maíz pre cocida.
En total, entre
2007 y 2012, el Estado tomó el control de 26 empresas en el sector de alimentos
y fundó compañías de helados, sardinas y atún.
Además,
expropió silos, empaquetadoras,
centros de acopio y seis millones de hectáreas a “los terratenientes” para
asegurar la producción de arroz, carne y leche.
La
mayoría de las empresas fueron expropiadas bajo el argumento legal de que “es
deber del Estado garantizar la soberanía y seguridad alimentaria de la
población, adoptando las medidas necesarias para obtener niveles estratégicos
de autoabastecimiento y garantizarle a toda la población la disponibilidad, el
acceso, el intercambio y la distribución equitativa de los alimentos”.
Como
un presagio de lo que ocurriría con buena parte de la madeja de empresas bajo
gestión del Gobierno quedó la anécdota de los helados.
El
20 de octubre de 2012 Hugo Chávez inauguró la fábrica de helados Coppelia para
producir 26.000 unidades diarias.
Pero
dos semanas después, el propio Chávez admitió la paralización de la planta por
la pésima planificación.
“Yo
recuerdo que hicimos el pase y comimos helado ¡hasta Fidel (Castro) me mandó un
mensaje!", expresó malhumorado el “comandante eterno” como hoy se refieren
a él los altos jerarcas del chavismo, y apeló a la lógica:
“Si
se va a inaugurar una fábrica ¿cómo es que nadie pensó en la materia
prima? ¿Tú la vas a inaugurar para un día?”.
Alejandro
Gutiérrez, consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) y miembro de la Academia Nacional de
Ciencias Económicas, precisa que “la producción per cápita de la industria de
alimentos declinó, en promedio, 7,3% cada año durante el período 2008-2017”.
Un estudio de
Transparencia Venezuela señala que rápidamente las empresas expropiadas en
rubros como café y azúcar comenzaron a emplear una mínima porción de la
capacidad instalada y la producción comenzó a descender.
Fama
de América, una emblemática empresa en el mercado de café produjo en 2009, año
en que fue expropiada, 18.600 toneladas de café y en 2015 la producción había caído 87%, a tan solo 2.500 toneladas.
En
2017 los trabajadores de Fama de América emitieron un comunicado denunciando
que “el 40% de los equipos estaban dañados y la producción en 2016 fue
equivalente a lo que la empresa habría hecho en un mes”.
En el caso de
las centrales azucareras en manos del Gobierno en 2016 la mayoría no estaban
operativos y solo procesaron 2% de la caña de azúcar disponible.
Las
causas por las que el Gobierno fracasó como empresario son conocidas:
Lealtad
política como principal condición al momento de seleccionar a los gerentes,
opacidad en la condición financiera de las compañías, crecimiento
desproporcionado del número de trabajadores y precios controlados que no
reportan rentabilidad.
Otro
elemento para tener en cuenta es lo que expertos como Janos Kornai denominan
“restricción presupuestaria blanda”, es decir, cómo el Estado cubre las pérdidas de las empresas públicas, hay pocos incentivos para reducir costos,
obtener ganancias y no aumentar el número de empleados por objetivos políticos.
“Las empresas
agroindustriales públicas han tenido pérdidas económicas y la mayoría de ellas
se encuentran paralizadas por falta de materia prima, equipos dañados,
ausentismo laboral y fallas en el servicio eléctrico”, señala
Alejandro Gutiérrez en un análisis sobre el sistema alimentario del país.
Tras
años de desinversión y mala gerencia el sistema eléctrico, controlado por el
Estado, colapsó y a diario hay apagones que paralizan las plantas de la
industria pública y privada.
Otro
factor a tomar en cuenta es la falta de divisas para importar materia prima:
El petróleo
provee más de dos tercios de los dólares que ingresan al país y la producción
se desplomó a 660 mil barriles diarios, el nivel más bajo desde 1943.
Comer
menos
El
declive en la elaboración de alimentos, tanto de las empresas públicas como
privadas, es palpable en la poca cantidad de productos a disposición de los
consumidores.
De
acuerdo con la Red Agroalimentaria de Venezuela, una ONG que realiza un
seguimiento constante a la alimentación en el país, en 2019 la oferta de
alimentos apenas representó 54 por ciento de las necesidades de calorías y 52
por ciento de las de proteínas.
La
baja producción no ha generado una escasez aguda porque la hiperinflación, que
estalló en noviembre de 2017, y aún no cesa, pulverizó la capacidad de compra
del salario y hundió el consumo de alimentos.
El
Programa Mundial de Alimentos de la Organización de Naciones Unidas fue
invitado por el Gobierno de Nicolás Maduro a realizar una evaluación de
seguridad alimentaria en el país entre julio y septiembre de 2019:
El estudio
determinó que el 60% de los hogares redujo el tamaño de la porción de sus
comidas.
En
un intento por aliviar el descenso del consumo de alimentos, la administración
de Nicolás Maduro reparte cajas de comida a precios subsidiados a las familias
de menos recursos.
Básicamente
la ayuda consiste en harina de maíz, harina de trigo, pasta, aceite, leche en
polvo, arroz, atún enlatado, azúcar y granos.
Después
de trece años de haber iniciado el plan para alcanzar la soberanía alimentaria,
buena parte de los alimentos que reparte
el Gobierno son comprados a México y Turquía.
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