Por
Marcelo López Masia
En
la cara de todos
"Puedes
engañar a todo el mundo algún tiempo.
Puedes
engañar a algunos todo el tiempo.
Pero
no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo" dijo Abraham
Lincoln en la segunda mitad del siglo XIX.
En
Argentina, muchos dirigentes de clubes de fútbol pensaron que el ex presidente
norteamericano citado no estaba en lo cierto.
Por
ello, intentaron que sus mentiras se volvieran eternas y su impunidad quedara
consagrada para siempre.
Por suerte, no
existe el crimen perfecto.
A
partir del mes de febrero de 2010, el gobierno argentino, gestionador del
Programa Fútbol para Todos, decidió de forma taxativa que ya no se
incorporarían “publicidades privadas” a las transmisiones de los partidos.
Por
entonces, a los principales analistas deportivos y políticos les pareció que se
trataba de un gesto de desmesura propia del ex presidente Néstor Kirchner quién
por entonces era diputado nacional y estaba soportando el dolor producido por
dos importantes derrotas:
-En
2008, contra el campo (por las frustradas retenciones móviles a la soja)
-En
2009, contra un oustsider de la política como Francisco De Narváez (el
santacruceño había liderado en vano la lista de diputados nacionales por la
provincia de Buenos Aires junto a Daniel Scioli y Sergio Massa).
Sin
embargo, las razones de la mencionada prohibición decidida contra las firmas
particulares eran muy distintas.
Poco
tenían que ver con las urnas y mucho se relacionaban con las cajas fuertes.
La Casa Rosada,
que gastaba los citados 200 millones de dólares por año en la financiación del
Fútbol Para Todos,
quedaba con sus manos atadas a la hora de intentar algún tipo de recupero por
parte de los auspiciantes acostumbrados a participar de las principales
competiciones televisadas.
La
decisión se tomó de hecho, ya que no hubo normas administrativas específicas
que respaldaran este freno tan ilógico como extravagante.
Concretamente:
no existe un ejemplo siquiera similar
en el resto de los países donde el fútbol es una pasión popular.
Se
daba por tierra alegremente con la promesa del ex Jefe de Gabinete Aníbal
Fernández quién había señalado “el negocio dejó de ser de Clarín, ahora lo
gestiona el Estado y con las ganancias que obtengamos vamos a financiar al
deporte amateur".
Todo
fue una mentira, un sketch, fulbito para la tribuna, una mera mise en scene.
Para poder
entender cabalmente la hábil maniobra el lector deberá ahora prestar especial
atención.
En
2009, se produjo un cambio fundamental en la publicidad "estática" de
los estadios deportivos.
Habían
irrumpido las pantallas de Led que transformaron en dinámico lo que antes era
poco menos que inamovible.
Con
apretar una sola tecla, ahora todo el estadio vería durante varios segundos la
misma publicidad en las gigantescas vallas de más de 200 metros de extensión.
Las
mismas se habían acercado como nunca a las líneas de cal que delimitan la
cancha rectangular.
Los
anunciantes privados, que tenían vedado su ingreso a las transmisiones más convocantes,
fueron tentados por un par de empresas que tenían un pseudo monopolio de la
situación comercial para "entrar por la ventana" al negocio de la
pantalla chica ya que la puerta principal estaba tapialada ex profeso por el
mismísimo Poder Ejecutivo Nacional.
En
resumen, se cambió la forma de irradiar
las imágenes con los logos y consignas hacia las cámaras de TV.
La
firma “PEISA” (Publicidad Estática Internacional), a cargo de la cartelería,
combinaba los mensajes de sus potentes Leds con las cámaras de la Productora La
Corte la responsable de mostrar el partido.
Entonces,
el Fútbol para Todos (que no quería permitir en el aire ni un
segundo de anunciantes no oficiales) de repente aceptaba de buen grado
que la imagen y los mensajes de esas firmas anteriormente vedadas se vieran en
pleno desarrollo del partido durante las dos terceras partes del propio match.
El contrato con
canales como América, Canal 9, la TV Pública, América, Canal 26, Crónica o C5N
especificaba que el receptor de la transmisión no podía incorporar mensajes
propios ni afectar en un ápice lo que dijeran y mostraran los profesionales
contratados para cada evento.
Resumiendo,
estuvimos frente a una comedia de
tres actos.
El
Estado Nacional puso a lo largo de tres mil encuentros el cien por ciento de
los gastos del FPT y prohibió la participación privada en los auspicios.
Esto le generó
quebrantos por unos 1200 millones de dólares en seis años
Las
empresas a cargo del trabajo técnico audiovisual que se contrataron desde la
Jefatura de Gabinete nacional ajustaron su forma de emisión de las imágenes
garantizando que durante 60 de los 90 minutos de juego se vieran al aire los
carteles electrónicos con publicidad
Unos pocos
empresarios de la comunicación cartelizada se quedaron con todo el dinero de
los anunciantes particulares a quienes les ofrecían una suerte de PNTs (Publicidad no
tradicional) para que sus mensajes pudieran desbloquear el cerrojo creado por
el kirchnerismo.
Gracias a esta
salida ingeniosa, se generaron nada menos que 10 millones de segundos de
publicidad “indirecta” cuyo volumen de dinero sumó cientos de millones de
dólares
El
erario público no recuperó ni un centavo a pesar de la avidez de 120 sponsors
por participar de transmisiones tan masivas.
Confesión
de partes, el sincericidio de VHS
“Conforme
aumenta la ganancia, el capital se envalentona.
Asegúresele
un 10 por ciento y acudirá donde sea necesario; un 20 por ciento y se sentirá
ya animado; con un 50 por ciento será positivamente temerario; al 100 por
ciento es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas, pero al 300
por ciento ya no hay crimen al que no se arriesgue”. Carlos Marx.
Es difícil
imaginarse un negocio donde casi todo lo que se perciba sea rédito y
prácticamente nada se le deba pagar al resto de los jugadores intervinientes.
En
el Programa de Fútbol para Todos, el Estado Nacional aportó (hasta la llegada
de Mauricio Macri a la presidencia) el total de los gastos:
Dinero
para los clubes, recursos para el despliegue técnico y dinero para los
honorarios periodísticos.
Mientras
tanto, la AFA y los clubes de Primera División percibían de PEISA una suma muy
modesta por los derechos en el uso de las pantallas.
Los
grandes ganadores eran los dueños de VHS Sports y de PEISA, a cargo del inédito
sistema de Publicidad no Tradicional que le permitía mediante un sutil criterio
técnico quintuplicar la comercialización de los segundos de publicidad por
fuera del protocolo acostumbrado.
Facturaron entre
2010 y 2015 más de DIEZ MILLONES DE SEGUNDOS de publicidad aportados por más de
un centenar de holdings económicos de primer nivel nacional e internacional.
Gracias
a la creativa, aceitada y audaz combinación entre las transmisiones de TV
estatales y las publicidades privadas que aparecían en anuncios electrónicos se
quedaron con “la parte del león”.
VHS,
en manos de Horacio Alberto D’Annunzzio asegura aún en 2020 en sus páginas de
internet que son “una nueva forma de comunicación”.
La
firma explotó a partir de febrero de 2010, cuando el kirchnerismo decidió
“expulsar” al capital privado del negocio.
Gracias
al mecanismo que ya hemos descripto, estos “empresarios” se ufanaron
públicamente por:
Quedarse
en sus bolsillos con la gigantesca torta de propaganda privada mientras un
Estado cómplice por acción u omisión pagaba la totalidad de los platos rotos
del FPT.
En los párrafos
siguientes del texto subido a la web la confesión es brutal ya que reconocen
que ellos facturaron durante varios años publicidad privada de televisión
durante los partidos del Fútbol para Todos (insistimos con que esa chance estaba vedada por la Casa Rosada).
Prepárese
para uno de los más torpes SINCERICIDIOS por parte de VHS Sports.
“Hemos
adquirido, en estos diez años de experiencia (2010-2020) diversos sistemas que
permiten introducir imágenes transmitidas en vivo o grabadas destinadas a la
creación de secuencias gráficas que permiten insertar spots (piezas) con fines
publicitarios o artísticos para realzar de modo comercial, las transmisiones
deportivas”.
En otras
palabras, entre 2010 y 2015 hicieron trampa.
Se
quedaron con los dividendos de los grandes anunciantes del deporte no permitiendo
al Estado Nacional recuperar un solo peso, a pesar de las promesas de Néstor
Kirchner y su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en el inicio de esta
estratégica “aventura” de financiar al fútbol argentino.
Todo
está publicado online: https://pbestatica.com/
En
el viejo oficio de los bolseros de publicidad, la clave siempre consistió en
comprar fuera de temporada o en momentos difíciles grandes paquetes de segundos
de radio o tv para luego venderlos a precios muy altos cuando el mercado
mostrara una recomposición.
Esa “avivada” siempre fue legal y estuvo relacionada con los
lógicos términos de la oferta y la demanda.
Pero,
en el caso del Fútbol para Todos, fueron necesarios varios protagonistas para
generar una “tormenta perfecta”.
Se
necesitaba contar con una mesa apoyada en al menos cuatro patas.
1-Dirigentes
políticos venales, que le hicieran poner al Estado Nacional todo el dinero para
el fútbol, postergando necesidades básicas de la gente como vivienda, cloacas,
pavimento, salud y alimentación.
2-Directivos
deportivos cómplices quienes sabían que dentro de los estadios de sus clubes se
estaba llevando a cabo un saqueo a las arcas públicas. Estos personajes suelen
desempeñarse durante el día en trabajos donde perciben uno, dos o tres mil
dólares mensuales pero, luego, de noche (cuál Dr Jeckyll y Mr Hyde) se
transforman en hombres capaces de firmar operaciones por transferencias de
jugadores y desembolsos de millones de dólares.
No les tiembla
el pulso a pesar de las diferencias de tantos ceros entre los recursos propios
y los ajenos.
3-Un
Kartell monopólico de las comunicaciones, que ideó este desfalco y fue capaz de
mantener callada la boca de centenares de periodistas deportivos que tiene
contratados en gráfica, radios y canales de TV.
4-Una
justicia corrupta o desaprensiva que no tomó ninguna medida concreta para
frenar el robo, a pesar de haber contado con todas y cada una de las pruebas
que hemos ido enumerando.
A lo largo de
seis años no hubo indolencia, no hubo impericia.
Ocurrió
todo lo contrario.
A
la actual casta gobernante se le puede adjudicar cualquier adjetivo
descalificatorio, menos que sean unos desprevenidos.
No
hay inocentes o desatentos en este fraude, fueron todos cómplices
(Continuará
en breve)
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